Rafael Duarte
Otoños marinos siempre
Larga Cambiada
Miércoles 8 de enero. Abro Instagram y lo primero que veo es al alcalde Germán Berado en la mesa de su despacho. Habla por teléfono mientras toma notas. En el pie de foto, un mensaje: “arranca un año ilusionante para los portuenses”. Ya podemos estar tranquilos. El alcalde está trabajando.
Ahora me toca Facebook. Abro y veo unas fotos de la cabalgata del 2019. ¿Pero quién ha subido esto y a cuenta de qué? “Ángel González (concejal del PSOE) ha subido una foto”, me chiva el caralibro. “Cuando las cabalgatas eran para los niños, sin postureo político y las calles repletas”. Como él, otro antiguo concejal socialista, también se desahoga en las redes. Parece que no les ha gustado lo que ha preparado Calleja. Hace años, esto era impensable. Ahora, es normal. Vivimos en la era de las redes sociales donde mandan las imágenes.
Guy Debord (filósofo, escritor y cineasta francés), la definió como "la sociedad del espéctaculo". Y, a pesar de que cuando dijo esto no existía Internet, dio de lleno en el clavo ya que Debord predijo que la sociedad se relacionaría a través de las imágenes, quedando la experiencia propia, la que se vive en persona, relegada a un segundo plano. “Todo lo que antes se vivía directamente, se aleja ahora en una representación”.
Desde que descubrí su obra me apasiona y me aterra a partes iguales ¿Por qué negarlo? Está bien. Lo acepto. Hoy nos relacionamos a través de imágenes. ¿Pero quién construye esas imágenes? ¿Quié está detrás de esa realidad que aparece en la pantalla? ¿Es verdad que el alcalde está trabajando? ¿O sólo hace como que habla por teléfono para salir en la foto? ¿Tan magnífica fue la cabalgata del año pasado? ¿O es que Ángel Gonzáles tomó los mejores planos de las carrozas?
Esto no es a nivel personal.De antemano pido disculpas a los dos si se han ofendido. No era mi intención. Han sido los casos más recientes que he visto. Al igual que ellos cientos de políticos utilizan las redes sociales de la misma forma. Y día a día estoy más convencida de que todos se están quedando con nosotros. Me encanta leer a Debord pero me da mucho miedo. Me da pavor ver cómo la política contrahecha de las redes sociales va ganando terreno a la política de carne y hueso que se vivía antes.
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