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Análisis

Joaquín Aurioles

Fragmentación, polarización y eficiencia política

Los mercados fragmentados exigen estrategias comerciales específicas encaminadas a satisfacer las demandas singulares de diferentes tipos de consumidores, pero que perfectamente pueden concluir en una situación de equilibrio estable. La estabilidad es característica intrínseca de los mercados eficientes, compatible con la fragmentación. Android y iPhone son opciones dominantes en un mercado fragmentado por las preferencias de los usuarios, lo mismo que el de medios de comunicación. Tanto en televisión como en radio y en prensa las preferencias difieren e incluso pueden estar enfrentadas, pero el acuerdo, la regulación o el enfrentamiento civilizado, es decir, la competencia reglada, pueden dar como resultado un mercado global y estable.

Cuando el enfrentamiento es hostil y sin concesiones el resultado puede ser la eliminación de adversarios, con probable perjuicio para el consumidor. No debería ocurrir en una sociedad civilizada, donde existen instituciones, la más importante son las leyes, encargadas de impedir los abusos y las prácticas lesivas del interés general, pero cuando la realidad se sitúa en el confuso límite donde las normas y la libertad entran en conflicto, el desenlace puede acabar perjudicando a todos. El marketing agresivo y sus desviaciones puede ser un buen ejemplo de cómo el exceso de información puede desembocar en lo que conocemos como paradoja de elección: la abundancia de opciones confunde al consumidor y dificulta la elección e incluso llegar a impedirla. En estos casos ni las leyes protegen suficientemente, ni la libertad de elección garantiza la satisfacción plena, especialmente cuando nos nutrimos de información falsa o tendenciosa, tan de moda en el mercado político por la proliferación bulos y por el reiterado recurso a la estrategia del ventilador (desinformación) para combatirlos.

Sánchez anuncia que pondrá coto al desmadre, lo cual no estaría del todo mal, siempre que no se limite al de sus adversarios y se respeten los espacios reservados a la libertad y otros derechos. El problema del mercado político es que el enfrentamiento encarnizado de la última década ha transformado la fragmentación en polarización, convirtiéndolo en ineficiente. Si los mercados fragmentados son eficientes porque permiten soluciones estables, los polarizados no lo son porque su fundamento es la exclusión y el levantamiento de muros de incomunicación entre bloques vía radicalización del relato.

La fragmentación del espacio ideológico, el cultural, el religioso, el territorial y el identitario en general admite soluciones eficientes en términos de convivencia, que la polarización arruina por la vía del enfrentamiento. Pero si la mayor parte de los votantes se concentra en el centro del auto posicionamiento ideológico entre 0 y 10, entonces ¿cuál es la lógica de la radicalización política? Imagino que alterar las preferencias de los electores mediante la avalancha de información, no necesariamente veraz ni verificable, capaz de confundirle hasta el punto de desanimarle, como indica la paradoja de elección, a desarrollar su propio juicio. Es lo que siempre han hecho, o intentado, las ideologías.

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