Tito Valencia
La ley 7/2014
Laurel y rosas
Sin razones propiamente científicas, sino como una apreciación construida por un análisis del carácter y el modo de vida, mantengo que en la Bahía de Cádiz nada nos marcó tanto como la dominación fenicia. Y al escribir "nos", me refiero no solo a la geografía y a los asentamientos urbanos, sino sobre manera a nosotros, sus habitantes. Es evidente que somos una tierra cuyo ser se creó con el aditamento de todos sus conquistadores y colonizadores, más aun todos los que vinieron a quedarse entre nosotros a lo largo de los siglos, sobre todo por motivos comerciales y marítimos, como esos fenicios de Tiro. Pero en la Bahía de Cádiz ningún pueblo marcó el ser y el estar en el mundo más que, en concreto, esa cultura fenicia.
Esto lo cuento después de haber leído "Non Plus Ultra" (Ediciones Atlantis), la novela de Antonio Sánchez Illescas (Cádiz, 1978) presentada días atrás por el Ateneo de Chiclana y referencia inevitable por cómo el autor ha sabido adentrarse, con un notable sentido didáctico y literario, en la complejidad fenicia gaditana: desde la religiosidad y al trazado urbano, a la flora o la moda en las vestimentas, entre otros muchos detalles cotidianos. Sánchez Illescas, profesor y bibliotecario, ha fundido en esta novela toda su pasión fenicia, tanto que sus verdaderos protagonistas, más allá de la veintena de personajes que la merodean, son las islas Gadeiras, y más concretamente la ciudad de Gadir y el templo de Melqart. "He intentado, ante todo, darle una base fidedigna a la novela y que los paisajes descriptivos resulten evocadores -afirma el autor-. En ella hay amor, guerra, enfrentamiento, traición, conflicto, antagonismos, fobias y, sobre todo, una religiosidad entendida como lo hacían los antiguos, un matriarcado que viene de Oriente, sobre todo por la influencia que ejercían sus diosas, por ejemplo, Astarté. Y por supuesto también está el oráculo de Melqart".
Sáchez Illescas describe, y no hay que olvidarlo, "una trama de ficción sobre fondo histórico", como él mismo la define, en un escenario en torno al siglo IV a C. que, a excepción de la batalla naval con la que finaliza -que sucede entre las columnas de Hércules, el Estrecho de Gibraltar-, transcurre íntegramente en lo que hoy es la Bahía de Cádiz. "Creo que es una novedad absoluta en la literatura del género, ya que está exclusivamente centrada en el Gadir fenicio y, realmente, protagonizada por sus más famosos centros de poder y riqueza, el templo y santuario del Merqart fenicio, el Herakles de los griegos y luego conocido como Hércules entre los romanos". Al fin y al cabo el argumento -dicho así, genéricamente para no descubrir su desarrollo entre los futuros lectores- relata un asalto persa para hacerse con las riquezas del santuario del que Sánchez Illescas dice, por ejemplo, que "estuvo sin género de dudas en los alrededores del actual islote de Sancti Petri, en torno al cual las aguas marinas aún no había avanzado, y del que podemos afirmar que primigeniamente permaneció unido al continente".
Es el templo de Melqart -su culto, su estructura, su administración, sus usos económicos y financieros, sus columnas, su fuego, sus sacerdotes- fundamental en el relato novelesco, que introduce además en la trama las doce llaves que abren los doce cofres del mítico tesoro que contenía y que la leyenda vincula a Tartessos y a la mítica Atlántida perdida. Esas doce llaves protagonizarán las otras dos novelas de la trilogía que Sánchez Illescas tiene previsto publicar. La segunda será "continuación natural" de esta "Non plus ultra", mientras la tercera recorrerá, "desde la Alejandría de los primeros Ptolomeos", recorrerá los escenarios de los doce trabajos de Hércules en busca de claves para descubrir las famosas llaves.
Pero quedémonos en esta Templo de Melqart frente al que surge la actual ciudad de Chiclana: "El yacimiento del Cerro del Castillo en Chiclana podría haber abastecido a éste de recursos, vigilancia y comunicaciones en el interior del continente", explica Sánchez Illescas. Detengamos en ese siglo IV a C. en el que está teniendo lugar la transición del culto del Melqart fenicio al Hércules griego. Aprendamos sobre ese Gadir mítico, pero a la vez real, que el escritor recrea con rigor y paciencia, con pasión inusitada de la mano del artesano Himilcón, de la sacerdotisa Ithobaal, del comandante Baraq, del sumo sacerdote de Melqart, Meleq. Leamos sobre ese centro político y comercial en la isla de Erytheia, la actual Cádiz, que describe extraordinariamente Antonio S. Illescas y sobre esa inmensa necrópolis al norte de la isla de Kotinoussa que, siglos después, se unirían conformando la actual capital gaditana. Disfrutemos con este relato histórico, esta persecución de un tesoro rodeado de secretos, historias e incógnitas, de estas tramas de acción, de intriga, de suspense, de aventuras que es "Non plus ultra". Una novela necesaria porque debemos de volver a mirar, a conocer, a presumir de que un día fuimos fenicios, y que aun lo llevamos muy dentro de nosotros.
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