Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Quién me iba a decir a mí que un miércoles, velada de Feria, iba a pasarlo dentro de un coche temblando, por si la vacuna contra el virus me fuese a doler, en vez de estar arreglada para la cena de la caseta La Charanga. Quién me iba a decir tantas cosas… Con lo que yo temía cualquier inyección por más que mi madre prometiera que no iba a dolerme. Asumo mi cobardía. Confieso que ese miedo a hospital o aguja no se fue con los años. Todo lo más, aprendí a disimularlo.

A la Feria la añoramos todos los portuenses. Seguro que, en cada casa ya estarían planchados los trajes de gitana, los mantones y esos vestidos que van de feria en feria porque son, casi, la única ocasión de quitarnos los vaqueros informales.

Quién nos iba a decir que pasarían tantas cosas ajenas a nuestros deseos y que, a pesar de las pérdidas de tantos que ya no están con nosotros, de los dolores ocultos, de los problemas surgidos de la crisis, como si no fuera suficiente, nos encontraríamos, por segundo año, sin ese rato entre amigos y sevillanas.

Es en la Feria donde se sientan en la misma mesa abuelos, padres y nietos. Vecinos y conocidos. Amigos y amigos de tus amigos. Compartes alegrías con quien acude de fuera o quien la visita por primera vez. Resultó ser territorio de encuentros. Sabes que si no llegó la persona con quién quedaste, no te sentirás solo. Permanece esa regla invisible, no escrita, de la cordialidad. Es el lugar donde acoges y te acogen. Tendría que llamarse: Feria del Vino Fino y de la Cordialidad. En ella, en tiempos de elecciones, las personas felicitan a los ganadores y no dejan solos a los perdedores. Sobre todo si son personas honradas y trabajadoras, claro.

No quiero ser malasombra hablando de lo que no se puede disfrutar aún. Solo desear que este año sea el último en que una desgracia impida nuestros encuentros deseados.

Entretanto, de seis en seis o como nos permitan, no dejemos este sábado de brindar con una copa de nuestros vinos. Lo merecemos.

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