Ciudad Bahía, dieciocho años más tarde

Nos alegra saber que la idea de cultura como motor de progreso sigue siendo necesaria

Ha sido una satisfacción leer en la prensa la alianza que se ha establecido hace pocos días entre las ciudades de Cádiz y Jerez. Dos localidades más unidas de lo que parece y que, sin embargo, parecen vivir en una rivalidad estéril. En esta ocasión la alegría viene por el apoyo mutuo en la consecución de sendos proyectos culturales, de gran proyección mediática, que ayudarían a revitalizar y potenciar tanto la imagen de ambas como sus precarias situaciones económicas.

Y esta satisfacción nos ha hecho igualmente retroceder dieciocho años, la vida pasa con celeridad, cuando un pequeño grupo de ciudadanos propusimos y apostamos por defender el papel de la cultura como elemento aglutinador, como argamasa simbólica, de la que sin duda es un área metropolitana, la bahía de Cádiz, que se extiende desde la campiña jerezana a la orilla del Guadalquivir y hasta el mar de Sancti Petri. Partíamos de una idea sencilla pero potente, la cultura enriquece y lo hace tanto a las personas como a las sociedades. Promueve la cohesión social, es una de las más eficaces formas de pedagogía, cada vez más es reconocida como un elemento de desarrollo económico territorial y sus lazos con otros sectores como el turismo hacen de ella un escaparate de atracción poderoso.

Así que aquel grupo acudió a la Mancomunidad de la Bahía de Cádiz con su idea debajo del brazo. Y la acogida fue más que generosa, tanto el presidente, José Antonio Barroso, como el gerente, Fidel Chacartegi, se volcaron con la propuesta y la idea. Todo se concretó en una jornada que montamos con ilusión y ganas, muchas ganas de impulsar una visión común y colaborativa de nuestra bahía. Una visión en la que la cultura y el patrimonio ayudaran a construir un futuro mejor. La idea es que ese futuro debería pasar por la unidad de acción de todas las poblaciones que conforman la Bahía, unidad que no implica homogeneidad sino por el contrario mostrar la riqueza indudable de nuestra diversidad creativa y patrimonial. Dar el salto de lo micro, localismo empobrecedor de pequeñas e insatisfactorias gestiones, a lo macro de la gran política, de las estrategias ambiciosas que se concretaran en políticas culturales de la ciudadanía, para la ciudadanía y por la ciudadanía. Repasando el programa de aquellas jornadas sorprende la variedad de la temática tratada, siendo el tronco común la cultura, y que va desde los modelos de gestión a las necesidades de los creadores, la cohesión social, el patrimonio y su problemática, la relación con el turismo y hasta la necesidad de unas industrias culturales fuertes y creativas. Pero aún sorprende más, y no debería, que la gran mayoría de los expertos intervinientes eran de nuestra territorio, del pedazo de tierra y mar que habitamos. Artistas, especialistas de las más diversas disciplinas, políticas y políticos, servidores públicos, empresarias y empresarios, en definitiva un conjunto de ciudadanía cargado de talento y capacidades para dotarnos de una vida cultural fuerte, diversa, rica y atractiva. Un genuino motor de desarrollo.

Tantos años más tarde, la idea vuelve con otro formato, otra motivación, otros protagonistas, pero ahí está. Cádiz y Jerez, como el resto de la Bahía y la provincia, necesitan de la cultura. Para enriquecerse, para proyectarse hacia afuera como territorios que pueden ofertar mucho para mejorar la vida de sus gentes. Por una parte nos alegra saber que la idea de cultura como motor de progreso sigue siendo necesaria y mantiene su vigencia, pero nos queda cierta sensación de que, como dice el refranero, a la fuerza ahorcan. De que los responsables públicos se han dado cuenta de que cada uno por su lado es incapaz de ganar ninguna batalla, que se carece de fuerzas para encarar los retos del mundo cambiante que nos espera en la pospandemia. Aun así, bienvenida sea la noticia y la alianza. Es más, lo deseable sería extenderla a toda la Bahía (San Fernando, Chiclana, Sanlúcar y Rota se han adherido ya a la capitalidad para Jerez) y a toda la provincia, ampliarla a otros muchos proyectos culturales e, incluso, conectarla con otras estrategias de tipo económico y social que también andan en la búsqueda de mejorar la provincia.

Una lectura, para nosotros melancólica, de las conclusiones de las jornadas nos muestran la vigencia de las ideas, propuestas y programas que allí y entonces se debatieron. Por un lado reconforta saber que fuimos tan valientes y visionarios, pero por otro entristece pensar que no se aprovechó aquel impulso y que poco se ha avanzado. Cádiz y Jerez, Jerez y Cádiz tienen hoy una oportunidad, la de apoyarse en sus proyectos para ser más fuertes. Pero también asumen una responsabilidad, acabar con los mitos localistas y las rencillas de miras de poca altura para comenzar a construir proyectos de todo tipo, que nos enriquezcan como área metropolitana y como provincia. Por esta causa, nuestro apoyo a la capitalidad cultural y a la sede del congreso de academias, porque, si se consiguen ambas metas, bien, y si no se consiguen, que al menos el esfuerzo sirva para consolidar estructuras y servicios culturales y para impulsar una visión amplia, metropolitana y provincial que tanta falta nos hace de cara al futuro. El proceso empieza a ser tanto o más importante que el resultado.

Casto Sánchez Mellado.

J. Luis Ben.

José Joaquín Carrera.

Antonio Rodríguez Cabañas.

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