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literatura | monika zgustova

"Sin Véra, Nabokov sería igual de extraordinario pero menos conocido"

  • La autora checa presenta hoy la novela 'Un revólver para salir de noche', dentro del ciclo 'Érase una vez una voz'

La escritora y traductora Monika Zgustova.

La escritora y traductora Monika Zgustova. / Antoni Sella

–¿Por qué llevaba Véra Nabokov un revólver en el bolso?

–El Browning en el bolso es un símbolo de lo que ella era: una mujer de carácter controlador, que cada vez lo fue siendo más. Dependía muchísimo de su marido: necesitaba a alguien al lado a través del que vivir una vida plena, pero también quería trabajar en lo que a ella le gustaba, que era la literatura. Hubiera querido ser una gran creadora, pero no lo fue porque muy pronto se dio cuenta (lúcidamente) de que no tenía talento. Cuando conoció a Nabokov, se dio cuenta de que a ese hombre ya no lo soltaría jamás. Pero era un tipo al que le gustaba jugar, las mariposas y las mujeres: tenía que vigilarlo bien, vigilar bien sus bienes.

–¿Cómo definiría la relación entre ambos?

–Tanto Vladimir como Véra se necesitaban. Ella le necesitaba muchísimo, pero él a ella también. Por eso, al final, dejó a todos sus amores, por más doloroso que le resultara, y se quedó con ella y con su hijo. Ella sí que estaba apasionadamente enamorada de él, pero creo que él nunca lo estuvo de ella. La apreciaba mucho, la tenía por mejor amiga... Pero amor, no hubo. De hecho, escribió un cuento (Bachmann)en el que plasma bastante bien su relación: un pianista que está con una mujer, y la necesita para tocar, necesita verla en primera fila del teatro. Cuando ella muere, comprobamos que él, realmente, no la quería.

–No es un retrato en absoluto romántico, complaciente, el que realiza en esta novela.

–Partiendo de que ninguna relación es ideal. Tanto en Un revólver para salir de noche como en toda mi obra, lo principal es retratar a mujeres: las comprendo mejor que a los hombres. Ellos están siempre muy presentes, pero me interesan mucho cómo son las mujeres: las observo desde distintos puntos de vista y escojo distintos tipos, al igual que Balzac buscaba plasmar las distintas pasiones humanas. Todas ellas, eso sí, son unas mujeres muy fuertes, que están al lado de sus maridos pero hacen algo extraordinario;muchas veces, las eminencias grises detrás de un genio.

–Hay dos secuencias que te dan la medida del personaje de Véra. Por un lado, su papel durante la época de clases en Cornell:un papel sumiso, casi humillante, de secretaria o criada. Por otro, su propia perspectiva, la última parte del libro, donde vemos que no da puntada sin hilo.

–Claro: el papel sumiso no se lo pidió Nabokov, ella aceptó, se adaptó. Era una mujer que quería tenerlo todo muy atado, bajo su control, para no perder lo que era suyo, o consideraba suyo. Algo que podemos ver también, por ejemplo, en que le hacía llevar a Nabokov un diario conjunto de anotaciones.

–¿Nabokov hubiera sido el escritor que hoy tenemos sin Véra?

–Seguramente, sí: hubiera sido un escritor extraordinario. Ya demostró de joven que sabía escribir excepcionalmente. Su obra hubiera sido posiblemente distinta, pero muy buena, y hubiera llegado a ser uno de los mejores escritores del siglo XX. Pero sin Véra, probablemente, no hubiera resultado tan conocido como es.

–Pero ella llegaba a considerar la obra de Nabokov creación de ambos.

–Un poco, sí. Nabokov era el de más talento de todos los rusos emigrados, y ella consiguió que fuera su marido. Incluso dirigía sus obras hacia el lado que ella consideraba oportuno. Le ayudaba pasando los textos a máquina y también, de vez en cuando, en la corrección estilística: algo que le daba mucha satisfacción, como una especie de cocreadora. Pero las obras de Nabokov son suyas: Nabokov es el único tras sus textos.

–Otra pregunta es hasta qué punto la falta de Irina, y de otros grandes amores, dejó huella en la creación de Nabokov.

–Vladimir Nabokov siempre se inspiraba en su vida para escribir. No tenía que ir más lejos porque su vida era tan rica en vivencias que no le llegaba con una sola vida para expresar lo que había experimentado, sobre todo, en lo referente a relaciones y amores imposibles: uno de los móviles más importantes en su obra. A veces, estos motivos están muy escondidos, incluso puestos al revés: en Pnin, se reconoce físicamente a la figura de Irina, pero no su personalidad. Siempre dejaba algún detalle real y otro, por ejemplo, opuesto. Puede que para despistar a Véra pero, también, para mantener su vida privada en lo privado, ya que sentía que al compartir sus vivencias con los lectores perdía la parte de realidad, de autenticidad, que tenían los recuerdos o las personas.

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