El truco del almendruco

Una escena de la representación de 'El truco de Olej', el pasado domingo en el Teatro Falla.
Una escena de la representación de 'El truco de Olej', el pasado domingo en el Teatro Falla.
Désirée Ortega Cerpa

29 de mayo 2012 - 05:00

Compañía: Pampinak Teatro. Textos y dirección: Martín López Romanelli. Manipuladores: Aitor Presa, Zoe Sepúlveda, César Rosado, José Sepúlveda, Raúl Amores y Ricardo Cristóbal. Jefe técnico: David P. Arnedo (Preset). Día: 27 de mayo. Lugar: Gran Teatro Falla.

Magia y teatro son términos que frecuentemente se dan la mano. Por ello, puede haber montajes llenos de trucos, en el mejor sentido del término, incluido el del almendruco: igual que hay que esforzarse para partir la cáscara de la almendra, hay que trabajar duro para que la ilusión no decaiga por su diáfano peso. El truco de Olej como propuesta escénica une dos técnicas del teatro de marionetas que se caracterizan por su capacidad de hechizo, como son la luz negra y el bunraku japonés. Así, se ha conformado un espectáculo que toma el circo y sus diversos números tanto como punto de partida como de llegada, resultando muy vistoso y llamativo, con el empleo de vistosos muñecos de distinto tamaño con apariencia de brillante plastilina. En su desarrollo hay disciplina y buena coordinación entre los seis manipuladores que hacen posible los diversos encantamientos, pero en ocasiones tiene lugar una repetitiva ralentización, sobre todo en las transacciones de una escena a otra, con la consecuente pérdida del ritmo. La línea dramatúrgica, además, resulta demasiado débil, pues se conforma simplemente alrededor de una mínima excusa para mostrar números circenses de similar tipología, con lo que el montaje queda reducido a un espectáculo de prestidigitación parecido a lo que pudieron ser las antiguas atracciones de fantasmagoría. Curiosamente, tras el final de la obra y como epílogo, cuando la compañía explica sus procedimientos y técnicas, se produce el momento de auténtica magia: el descubrir -en todos los sentidos del término- la maquinaria teatral sí que es el auténtico truco del almendruco.

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