"El poder trata de imponer un lenguaje plano, sin preguntas"
José Ramón Ripoll. Escritor
El autor gaditano presenta su último poemario, 'Piedra rota', editado por Tusquets, con la compañía de Juan José Téllez y José María García López.
"Me dediqué a la poesía porque soy, en parte, un músico frustado", ríe el escritor gaditano José Ramón Ripoll, buscador incansable de "la música que se esconde en las palabras". Su última sinfonía se titula Piedra rota, un poemario que hoy presenta en la Feria del Libro de Cádiz editado por Tusquets y con una obra del artista gaditano Hernán Cortés -La escollera, en grafito sobre papel- presidiendo su portada.
-¿Cómo ha sido su reencuentro con la poesía?
-Realmente, y aunque me haya dedicado a otros géneros, la poesía nunca me ha abandonado. De hecho, este libro lo he escrito, a rachas, durante 10 años. Sí que he estado alternando con otro tipo de publicaciones pero, aunque no sean exclusivamente poéticas, sí tienen que ver con la poesía porque yo creo que todo mi ejercicio literario está, de alguna manera, conectado con la poesía, la fuerza generadora de todo lo que escribo.
-Nunca abandona la mirada poética.
-Así es. Siempre digo que el principio para mí es la música, que genera una poética y, a partir de esa poética, voy escribiendo.
-Ha escogido un título muy sugerente para su poemario, 'Piedra rota', ¿a qué se debe?
-El nombre de Piedra rota me lo da un verso de T. S. Elliot que dice "alzad plegarias a la piedra rota". Así que en principio, hiceo unas pinceladas sobre un lienzo en blanco que fueron configurando un paisaje y una historia. En este caso, más que historia es un hilo argumental que actúa como un filamento subterráneo por todo el libro. La imagen es la de un caminante que pasea por la orilla del mar y, azarosamente, aunque yo no creo en la casualidad, escoge una piedra entre todas las que encuentra y esa piedra está rota, arrancada del arrecife de donde proviene. Todo esto es una analogía del desplazamiento de ese caminante del mundo y, sobre todo, de la esencia de su ser más interno.
-¿Cómo se estructura la obra?, ¿se articula un diálogo o enfrentamiento entre caminante y piedra?
-Hay dos protagonistas, caminante y piedra, pero quien habla siempre es el caminante. Pero el libro se estructura en tres partes: encuentro, reconocimiento y abandono. Primero se encuentra con la piedra que le descubre, como un espejo, su verdadero rostro; en el reconocimiento empieza a reconocer zonas de la realidad interior que él jamás había descubierto, que es lo que me interesa más de la poesía, la iluminación de esas zonas oscuras que configuran una realidad más allá de las apariencias, la verdadera realidad no la que nos tratan de mostrar; y el abandono es una especie de cántico en el vacío porque la piedra desaparece y lo deja con su ser más profundo enfrentándose al vacío y a la nada pero comprendiendo lo que es el todo y la plenitud, es decir, es una desolación esperanzada. Todo esto también se plasma en los poemas, al principio son pinceladas, luego se van alargando para, al final, volver a ser poemas cortos. Así se forma una idea plástica a la vez que musical con la que me siento identificado y con la que ojalá, ahora en mi madurez, pueda iniciar un nuevo proceso de escritura.
-Para usted, ¿la misión última de la poesía es esa función de iluminar las zonas oscuras de la realidad?
-La misión última de la poesía es el conocimiento de uno mismo y del otro de una manera más profunda, romper las barreras que nos separan y que tratan de posicionarnos en unas zonas estancadas. La poesía es comunicación verbal y esencial. Pero que esta comunicación no vaya en detrimento de la verdad del poema porque, a veces, por la inmediata comunicabilidad tratamos de ser fáciles, sencillos, simples y caemos en la superficialidad que es, de alguna manera, seguirle el juego al poder porque el poder trata de imponer un lenguaje plano, sin preguntas, donde las cosas sean porque sí, que es lo que desean las estructuras poderosas. La labor del poeta es coger las palabras y darles otro significado distinto o varios significados. El ejercicio de la polisemia de la poesía es, también, un acto de protesta y rebeldía. La mejor manera de ser desobediente, como dice Caballero Bonald, es siendo fiel a tu propio lenguaje.
-Entonces, ¿éste es el momento de la poesía, de la palabra, frente a la hegemonía de los números?
-Yo creo que sí, ante los números, la palabra, y frente al al lenguaje plano, la poesía. Yo he observado cómo en países azotados por la violencia, por los conflictos políticos, la poesía cobra una importancia superior a la que tenemos nosotros. Por ejemplo, cuando he acudido al festival de Medellín en Colombia he visto cómo la gente lee, escribe, compra, poesía, se llenan los recitales, se hacen incluso en polideportivos. En México, también, en las zonas conflictivas, al norte de México... La gente no es que se refugie en la poesía es que toma la palabra como elemento de identidad frente a la aniquilación.
-¿Qué opinión le merece la Feria del Libro de Cádiz?
-Pues como dice Andrés Trapiello es la feria más bonita de España, del mundo, porque esas casamatas, esas ventanas que miran al mar no la tienen ninguna feria del mundo. Además me hace mucha ilusión presentar este poemario en mi tierra porque, aunque este libro se desarrolla en un paisaje que se va configurando poco a poco según avanza el texto, y aunque no se nombre ningún topónimo ni salga la palabra Cádiz por ningún lado, el paisaje no es otro que el de la playa nuestra, por la que yo paseo a menudo, porque me encanta pasear.
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