De tiendas
DIEGO JOLY
m Funerarias
En estos tiempos de crisis hay que reconocer que las empresas funerarias no están de luto. Un negocio de vivos. Un dato: en menos de un radio de 500 metros, en la ciudad hay 3 tanatorios.
En Cádiz la gente muere por el fútbol, por la parienta, por las 'papas aliñás' y por supuesto por el Carnaval. Dentro de unos días dará comienzo el Concurso de Agrupaciones, y como aseguraba una comparsa hace unos años " los gaditanos que mueren no van al cielo, sino que van al mar y se convierten en sal...". Qué bonito. ¿Será por eso que los médicos recomiendan poca sal...? -
Bueno, al lío. Repasando la hemeroteca de Diario de Cádiz, y comprobando la proliferación de anuncios funerarios, Cádiz fue durante el XIX una adelantada en la fabricación de féretros y ataúdes. Y sin duda, su mayor emprendedor fue el gaditano Manuel Oliva, que introdujo en la ciudad cajas metálicas, un gran avance innovador para la época, sobre todo por el aspecto higiénico, con cierre hermético, que según un anuncio de 1890 evitaba el "desprendimiento de gases deletéreos y miasmas pútridas con perjuicio de los habitantes de la casas mortourias o de los conductores del cadáver".
Esta antigua y acreditada fábrica estaba situada en la calle Pasquín, 7, y la oficina en Sagasta, 88. Los precios comprendían desde 35 pesetas para párvulos, con cuatro pies, baquetón y cruz dorada; hasta 250 para adultos con doble tapa, seis asas, adornos salomónicos , seis ángeles y corona fúnebre procedente de París.
Por aquellas fechas, Cádiz contaba con otra factoría de féretros, 'Nuestra Señora del Pilar', en la calle Sagasta 102, y con número de teléfono 98.
En la calle Sacramento 29 y 64 regentaban funerarias los empresarios Tomás Cormán y Eduardo Tolón, respectivamente.
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