Entre el rock espacial y sureño

música Concierto del ciclo Campus Rock

Buen concierto del quinteto de Granada Grupo de Expertos Solynieve, que se sintió como en casa y repasó casi todo su repertorio ante un centenar de personas

Uno de los momentos del concierto de Expertos Solynieve en el Campus Rock.
Uno de los momentos del concierto de Expertos Solynieve en el Campus Rock.
Pablo Bernardo Caveda / Cádiz

21 de abril 2012 - 05:00

Nada más empezar, dos desconciertos: en primer lugar, que los cinco integrantes de Grupo de Expertos entrasen en el escenario con una suerte de banda sonora sureña de fondo, muy Morricone, a la que sólo le faltaron las barrillas (bolas de matojos rodantes) y el sheriff; y, en segundo lugar, que decidiesen arrancar con La Nueva Reconquista de Graná. Más que nada porque, desde que la escuché, me pareció el tema más brillante de la banda, y me la imaginaba cerrando el concierto.

Pero para qué engañarse, Grupo de Expertos hacen lo que quieren y viven de espaldas a cualquier forma de concesión. Como señala el locuaz y encantador Manuel Ferrón, se trata de un proyecto en el que los propios músicos disfrutan con sus cosas.

Eso no quiere decir en absoluto que obviasen en ningún momento el temperamento del público. No en vano, el propio Ferrón mostró su preocupación por la gélida respuesta de los concurrentes tras quince minutos de concierto: "Tampoco hace tanto frío, ¿no?"

Yo, personalmente, lo achaqué a la primavera, que este año se está dedicando a gestar zombis con sus extremidades ventosas…

En cualquier caso, también es cierto que las tres primeras canciones de la noche se acercaban más al sonido más taciturno y sideral de Los Planetas que al desmadre sureño que caracteriza a Grupo de Expertos, y que cuando Ferrón se arrancó con la armónica y Lapido metió el wah-wah el semblante del concierto cambió drásticamente.

En lo que se refiere a Jota, éste se mostró especialmente abstraído durante la interpretación de los temas de los dos discos de la banda. Y no por la astenia primaveral, sino porque, como confesó a la media hora, estaba tratando de suplir (con mucho éxito) con la guitarra eléctrica los arreglos del teclado, que no había podido unirse a la fiesta.

Dejando a un lado el singular y entrañable juego de voces del líder de Los Planetas y el omnímodo Ferrón (el dúo estático… Y lo digo con cariño), destacó muy particularmente el trabajo de Víctor Lapido a la guitarra, que hacía menos planetero lo que sonaba a Los Planetas y acentuaba el cariño de Grupo de Expertos por el rock sureño (sobre todo en la segunda mitad del concierto).

Por ejemplo, en la versión (tremenda) de La balada de buscando mi destino, en la que el quinteto se despojó de cualquier referencia a otros sonidos patrios y se abalanzó sobre el sur de los Estados Unidos con un ritmo de batería trepidante, la guitarra sobresaliente del ex-guitarrista de Lagartija Nick y el dúo vocal de Jota y Ferrón.

El carácter del público fue variando progresivamente a medida que se calentaban las guitarras, y pasó de cierto estado comatoso y alucinado al jolgorio propio del country-rock-western, terminando con berridos, bravos y chascarrillos dirigidos a los integrantes de la banda.

A mí me gustaron muy particularmente Merienda de negro, Perros muertos y Tú, misionero de Dios, en las que la lírica a ras de suelo del dúo estático funcionó de manera sobresaliente, fundiéndose con el ímpetu instrumental de una banda que se lo pasaba en grande.

Lo que sí me pareció una pena es que no se entendiesen del todo las letras, sobre todo teniendo en cuenta la habilidad de los letristas de Grupo de Expertos para elaborar universos cerrados preciosos, llenos de sentidos, referencias y críticas soterradas que bien valen o una mejor vocalización o una mejor ecualización de sonido (y eso que Ferrón se hartó de preguntar si se le escuchaba bien).

La media entrada que ambientaba la primera hora de concierto menguó ostensiblemente cuando Grupo de Expertos se retiró brevemente a sus aposentos (no sabemos si por cansancio o por las ganas que tenía Jota de echarse un pitillo), y sólo los más fieles asistieron al último tramo de un muy buen concierto lleno de contrastes, letras geniales y un sonido impresionante.

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