Un recorrido a escala real por Roma
La exposición 'Romanorun Vita' invita a sumergirse en la recreación de una ciudad romana, desde la tradicional carpa de 400 metros cuadrados que presentan la Obra Social La Caixa y la Fundación Cajasol en San Antonio
Ave, bienvenido a Romanorum Vita. Una historia de Roma. A un día por las calles y casas de una ciudad romana en plena época imperial. A la exposición divulgativa que La Caixa y Cajasol traen a la plaza de San Antonio, donde se ha instalado la tradicional carpa que este año traslada al visitante a la época imperial, poco antes de la destrucción de Pompeya, y lo invita a sentir Roma.
Los ruidos de las ciudades súper pobladas de la época, sus colores, olores característicos, servicios públicos, hogares, costumbres, relaciones sociales, políticas y religiosas se exhiben a escala real en la muestra itinerante que ayer fue presentada en Cádiz, a lo largo de los 400 metros cuadrados en que se recrea este fragmento de la urbe del Imperio, instalada en medio de la plaza gaditana.
La alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez; el director territorial de La Caixa en Andalucía Occidental, Rafael Herrador; el Director de la Acción Social de la Fundación Cajasol, Luis Miguel Pons y el secretario general de la Fundación La Caixa, Luis Reverter presentaron esta exposición puesta en marcha con la colaboración del Ayuntamiento gaditano. Una muestra con la que ya se firman 27 exposiciones de La Caixa en Cádiz, dijo Reverter, que señaló esta ciudad como punto de paso indiscutible para una iniciativa histórica de estas características. "Cádiz siempre fue un crisol de culturas y estamos muy orgullosos de exponer aquí".
En el mismo espacio donde ayer se celebró la rueda de prensa, a la que también acudieron los recién nombrados concejales de las Artes Escénicas, Antonio Castillo y de Cultura, Alejandro Varela, comienza la exposición con un breve audiovisual introductorio que contextualiza al visitante en el conjunto de ciudades comunicadas por mar y tierra que conformaban el Imperio Romano. Su entramado urbanístico era prácticamente copiado en las principales ciudades de este emporio, donde por cierto figuraba Gades.
El recorrido interactivo comienza así cuando una voz en off da paso al visitante con un contundente "Ave, bienvenido al siglo I d.C.". La ambientación de una calle de la época (79.d.C) se descubre ante todos, entre el bullicio y los aromas típicos, y algunos servicios públicos que sumergen al espectador en la vida cotidiana de entonces, mostrando muchas similitudes con la actual. Se recrean así desde las letrinas, que en la época también se utilizaban como punto de encuentro social; las fuentes -como prueba del avanzado sistema de distribución del agua y alcantarillado del Imperio-; los pequeños altares en la calle dedicados a sus divinidades, e incluso lavanderías, en las que se usaban la tierra de batán -arcilla con propiedades detergentes- para dejar flamantes sus vestimentas.
La actividad de artesanos y comerciantes también se refleja, apuntando curiosidades como la existencia de negocios de comida rápida para servir, dada la carencia de cocinas en muchos hogares. Un montaje audiovisual que se proyecta sobre la fachada de la domus en un panel de 12 metros de ancho escenifica así numerosas situaciones como las relaciones sociales entre ciudadanos de distintas clases, en el seno de una ciudad donde ricos y pobres vivían mezclados .
La actividad no cesaba ni un momento en esta ciudad tipo, como bien muestra el vídeo que el visitante puede ver acomodado en una zona de graderío. Cuenta la proyección que tras el edicto en que Julio César prohibió el uso de carros y animales durante el día para evitar accidentes, promovió la seguridad en sus calles de día, mientras que el ajetreo era muy insoportable por la noche. "No era fácil dormir en una ciudad romana", se explica mientras se proyectan figurantes pasados de copas de vino bien entrada la madrugada.
Y a las seis de la mañana, comienza una nueva jornada. En la puerta de la domus de un patrono se encuentran un poeta en busca de mecenas, un maestro sin alumnos o libertos. Algunos eran recibidos y otros no... incluso llega un rico aristócrata en una litera que ofrece su apoyo al señor de la casa en su nueva andadura para las elecciones a la alcaldía. La ciudad puede necesitar un cambio, y para ello se prepara una campaña propagandística en la que el nuevo candidato se deja aconsejar por su asesor y se rodea de sus partidarios. El señor sale de su domus para reclutar a nuevos seguidores y es buen momento para que el espectador fisgonee en su interior, en cada estancia.
Se accede así a la casa tradicional de una familia de cierta relevancia social. Se explica que la domus tenía pocas aberturas al exterior para evitar el ruido y la suciedad, y que los dueños se reservaban las estancias interiores.
Desde el atrio, que es el núcleo de la vida doméstica donde el dueño recibía a las visitas, se puede observar la distribución de la vivienda, decoración y descubrir cada espacio. Desde la cocina, donde se preparaban suculentos platos, siendo el cocinero un personaje muy considerado en el hogar, o el comedor con sus divanes, donde agasajaban a los comensales en un día festivo. Puede verse el dormitorio, pequeños e individuales, así como el despacho, con un busto de Augusto, que se exhibe como último espacio público de la vivienda, tras el que se abren los habitáculos privados como el jardín, al que sólo accedían los familiares o amigos íntimos. Nada de público.
Una muestra sencilla y divulgativa que ha sido comisariada por Isabel Rodá, y realizada desde los testimonios literarios y arqueológicos de hace 2000 años. Cuando Roma se forjó todo un imperio, al que ahora nos asomamos desde esta ventana en la antigua Gades.
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