Amalia Vilches | Escritora

“La novela defiende la causa liberal y a la mujer porque está en mi manera de pensar”

  • La autora inicia con ‘Beatriz’, una obra publicada por Good Books, una trilogía ambientada en el Cádiz de comienzos del siglo XIX que mezcla personajes ficticios e históricos

Amalia Viches, escritora.

Amalia Viches, escritora. / Julio González

Beatriz (Good Books) es el título de la nueva novela de Amalia Vilches, la primera entrega de una trilogía con la que la autora se quiere acercar a la época liberal, con Cádiz en primer plano, y que en esta primera entrega tiene como protagonista a una joven de buena familia que lucha por la libertad ciudadana y por la igualdad de la mujer.

–¿Cuál es la intención de Amalia Vilches con esta novela liberal y feminista, un fresco histórico del Cádiz del XIX?

–Yo empiezo a indagar sobre otro personajes histórico de la época, empiezo a leer cosas sobre este periodo en general en España, empiezo a documentarme y descubro un Cádiz que me subyuga, que me encanta y, sobre todo, los planteamientos políticos de la época. Ya se sabe que Fernando VII fue un rey deplorable, y la causa liberal me encantó. Y, no me preguntes cómo, me surge Beatriz, no sé, no tengo ni idea cómo empiezo... Normalmente, antes de hacer una novela me tengo que hacer el esquema de lo que voy a decir, aunque todo después vaya cambiando, surgen situaciones nuevas... Así, el personaje se va redondeando y va cogiendo la postura que va en consonancia con mis ideas, mi manera de ser, es con la liberal.

Algún amigo me ha dicho que se trata de una mujer muy adelantada a su época, pero creo que no es así. Beatriz es una jovencita que se ha criado en un ambiente liberal, que ha vivido fuera de España... Pero es que cae en mis manos un libro, Amazonas de la libertad, que habla de tantas mujeres a la lo largo de la historia, no sólo en el siglo XIX sino más atrás, que han luchado por defender su situación y ponerse en el lado de los que lo necesitaban más. Y en este libro hay mujeres que tienen tertulias muy importantes, como la Morla, que en Cádiz tenía una tertulia literaria, política, de todo, en una época en la que las mujeres todavía firmaban como hombres. En la Constitución de 1812, tan moderna, la mujer no era considerada ciudadana. Podía a llegar a ser ciudadano un esclavo, pero la mujer no.

–En la novela, de hecho, Beatriz es un personaje que defiende las ideas liberales y a la mujer como tal y que, sin embargo tiene que tragar, por así decirlo, con las costumbres antiguas, como es aceptar un matrimonio acordado.

–Efectivamente, es una mujer de su época. Porque la mujer, en un momento dado, una vez que se casaba podía tener cierta libertad. Es que no podía entrar en sitios donde se vendieran vinos, no podía pasear con hombres, no podía ir a ningún sitio sin permiso del marido... Esto ha durado hasta hace poco, eso lo he vivido yo. Con Franco, aquí, la mujer no podía comprarse un piso porque tenía que firmarlo el marido o el padre. Así que yo quiero que ella se rebele y va a seguir rebelándose en la siguiente novela que estoy escribiendo y que abarca un periodo muy bonito, entre 1820 y 1823.

–¿Qué ventaja o desventajas tiene la ficción histórica para una novelista? ¿Ayuda o condiciona?

–Bueno, siempre todo tiene un marco histórico. Es que es inevitable, el personaje vive en una sociedad en la que hay unas costumbres, la ropa... Nada más que la ropa condiciona históricamente. Si yo escribo una novela en la época hippie, posiblemente las chicas lleven flores en el pelo y vistan de una manera.Siempre hay un trasfondo histórico.

–Llama también la atención en la novela el fresco social que ofrece, con todas las capas sociales de la época, cómo vivían e, incluso, qué se comía según la condición social. Hay mucha comida en la novela.

–Mira, en otra novela mía, La cabellera de fuego, que me publicó la misma editorial y que se desarrolla en época visigoda, también aparece la gastronomía. Me apoyo, sobre todo en los testimonios de la gastronomía romana. Y aquí, en Beatriz, he tenido la suerte de contar con el libro de Manolo Ruiz Torres que habla de la cocina del Cádiz de las Cortes. Y todo está muy documentado, no es una invención mía.

–Antes decía que este Cádiz le gustaba mucho, pero también es un Cádiz que de alguna manera comienza a declinar, que vive del esplendor del pasado.

–Sí, hay que tener en cuenta un hecho muy importante: la independencia de América; ya no es el Cádiz del XVIII. Pero es un Cádiz muy inquieto, porque fíjate los acontecimientos que tienen lugar en la plaza de San Antonio, en la plaza de la Cruz Verde, que dan comienzo al trienio liberal. Y todo está documentado, fíjate los nombres de las calles de Cádiz, que me han costado un trabajo porque he tenido que consultar varios libros. Esos paseos por la balaustrada de la Alameda, cuando se confiesan las hermanas y se cuentan que están enamoradas. Lo de que la hermana se enamora de Mendizábal está inventado por mí. Digo siempre que esto es una novela, no es un libro de historia. Pero hasta que no he encontrado donde fuera un cuadro del personaje, que lo retratara, yo no he escrito cómo era. Y Mendizábal, sí. Era un buen mozo, un tío alto, con buena facha y guapo. Y otros, como Beatriz, te los inventas. De ella no tenía ningún modelo.

–Hay en la novela muchos paralelismos de aquella época con ésta. Pura coincidencia, claro: las epidemias de principios de siglo o, por ejemplo, la crisis monárquica, con partidarios y detractores. ¿Hemos cambiado poco?

–Por supuesto, es que eso es histórico. Sí, hemos cambiado muy poco y, si me apuras, debajo del tema de la monarquía hay una serie de connotaciones políticas que se pueden leer entre líneas. Cuando yo termino la novela, me puse en contacto con el editor de la anterior y, sin leerla, dijo que me la publicaba. Y cuando está a punto de salir la novela, que se presentaba el 24 de marzo en la Fundación Ory, empiezo a recorregirla, empiezo a mirarla... ¡Por favor, si es que coincide! Era el bicentenario y no me había dado cuenta. Mi novela no era intencionada, yo defendía la causa liberal y a la mujer porque está en mi manera de pensar, y por supuesto en contra de lo que es la tiranía, el absolutismo, la desigualdad. Mi heroína y su hermana se dedican a ir por los barrios más deprimidos para adoctrinar a las mujeres para que aprenden a ser un poco más libres, para que la sociedad pueda cambiar. Con el tiempo, una vez escrita, te das cuenta de que la novela está de plena actualidad.

–La novela, como biógrafa de Quiñones que es usted, esconde un superguiño a Fernando Quiñones: ese Juan Cantueso bebé agarrado al pecho de su madre...

–Claro, siempre le hago un guiño, siempre. Porque yo lo admiro mucho. Precisamente, tengo pensado actualizar y reeditar la biografía, Fernando Quiñones. Las crónicas del hombre.

–¿Qué ha perdido la literatura sin Fernando?

–Fíjate, lo que podía haber hecho Fernando... Quiñones valía muchísimo y La canción del pirata, para mí, es una de las mejores novelas del siglo XX. Se murió joven. Menos mal que en torno a Quiñones hay cosas, como el trabajo de la Universidad. El congreso que se hizo sobre Fernando Quiñones fue muy interesante. Todo lo que sea difundirlo está fenomenal.

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