Una gran foto de Fernando Quiñones impacta al entrar en la sala del antiguo Baluarte del Orejón que desde ayer lleva ya oficialmente el nombre del escritor chiclanero. Es una imagen del fotógrafo Joaquín Hernández, Kiki, en la que un Quiñones en bañador, bajo una sombrilla en la playa de La Caleta, mira fijamente a la cámara sentado ante una mesa donde reposa su sombrero, algún vaso vacío y un servilletero con la publicidad de Skol. Al fondo, el castillo de San Sebastián y parte de uno de los brazos del balneario de La Palma, entonces en ruina. La gran foto preside la nueva sala y, por tanto, la exposición Las mil noches de Fernando Quiñones, formada por un conjunto de 17 paneles que recorren la vida y la plural obra de un escritor que vuelve a tener espacio propio junto a su playa caletera, uno de los miles de espacios en los que supo disfrutar en vida.

El congreso sobre Fernando Quiñones que ayer se cerró en la Universidad de Cádiz hizo un paréntesis en su programación para hacerse presente en el acto de apertura de este nuevo espacio municipal dedicado al escritor. Y es que sus tres directores, Nieves Vázquez, Alberto Romero y José Jurado, son también los comisarios de esta exposición que el Centro Andaluz de las Letras que dirige Juan José Téllez estrena en Cádiz, que después viajará a Chiclana y cuya vocación futura es convertirse en muestra permanente en las dos ciudades. La concejala de Cultura, Eva Tubío, completó la nómina de representantes oficiales que compartieron cita junto a la familia de Quiñones, con su viuda Nadia y su hija Mariela presentes; Blanca Flores, de la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones; Ángela Cabello, de la Fundación Fernando Quiñones, y el arquitecto Julio Malo de Molina, diseñador de la muestra junto a su compañero Carlos Sánchez-Polack.

Los paneles de la exposición se agrupan en torno a diez áreas temáticas que logran dar una visión global pero también detallada de la vida de Quiñones y de su prolífica producción literaria, además de su resaltar su papel como dinamizador cultural con la creación de Alcances y sus relaciones con otras facetas artísticas.

Así, los panales muestran una amplia cronología de su vida y después se detienen en analizar, con abundante documentación de fotos y textos, la poesía de Fernando, sus novelas, los relatos, los artículos periodísticos, el teatro, su relación con el flamenco, con el mundo del toro y del cine, para cerrar la muestra con el cosmopolita panel titulado De Cádiz al mundo.

"Meno male", dijo Nadia Consolani durante su intervención. La viuda de Quiñones -y nuera de Cádiz, en palabras de Téllez- echó mano de su italiano natal para recordar que Fernando siempre se había volcado con Cádiz y que, en cierto modo, ya tocaba que Cádiz le devolviera de alguna manera lo que le había dado. Nadia, además, destacó el espacio destinado a llevar su nombre, junto a La Caleta, al decir que Fernando "forma parte de este sitio". Su viuda, que confesó sentirse emocionada al ver en los paneles su vida al lado de Fernando, hizo un ferviente llamamiento a la Universidad para que se estudie en profundidad su poesía, en especial la que anida entre los versos de sus Crónicas.

En las próximas fechas se presentará una breve pero bien seleccionada antología de la obra de Fernando Quiñones y también el catálogo de la exposición inaugurada ayer, en el que una treintena de escritores dibujan una breve semblanza del autor chiclanero.

Precisamente junto al nuevo Espacio Literario Fernando Quiñones arrancará hoy, a las diez de la mañana, la octava edición de la Ruta Quiñones. Junto a la estatua del escritor que guarda la puerta del paseo que conduce al Castillo, ahora cerrado por los efectos del temporal, comenzará esta nueva ruta que recorrerá, con distintas paradas e intervenciones, los lugares del casco histórico que más relación tuvieron que con el autor de Las mil noches de Hortensia Romero.