Más juntos, más grandes, más fuertes

El ECCO inauguró la muestra permanente 'El Valle de los Caídos', legado de la pareja artística y sentimental Costus En ella se exponen varias de las piezas más icónicas de la movida

El productor Miguel Ángel Arenas 'Capi', presente en la inauguración, contempla una de las mesas expositivas.
El productor Miguel Ángel Arenas 'Capi', presente en la inauguración, contempla una de las mesas expositivas.
Pilar Vera Cádiz

22 de junio 2013 - 05:00

Decía, precisamente, Alaska que hacer tuyo el insulto es fundamental para construirse. Para saber estar, para poder estar en el mundo hay que decirse a uno mismo: friki, neurótico, cuarentona, cincuentona, maricona. Sí, eso es, eso soy yo. Presente. Tras toda heterodoxia, tras el afán de provocación, tras lo estrambótico, en el trabajo de Enrique Naya y Juan Carrero hay una continua declaración de principios. Hay veces que ser es la mejor manera de reivindicar. Desde su mismo nombre, Costus (costureras) se ve ese afán de dignificar lo que no encontraba espacio, de sublimar jugando muy en serio.

Hace ocho años que Ricardo Carrero -hermano de Juan- llegó al Ayuntamiento gaditano con una propuesta en torno a la trayectoria y la obra de la pareja artística. Un proyecto que, desde entonces, ha ido definiéndose y concretándose hasta llegar a ser, al fin, lo que clamaba: una exposición de carácter permanente en un espacio (el ECCO) que pudiera cobijarlo sin chirriar, reuniendo, por un lado, una veintena de piezas de la colección de El Valle de los Caídos y, por otro, varios bocetos, recuerdos y objetos personales cedidos por las familias de ambos artistas -entre ellos, los fabulosos cuadernos adolescentes de Enrique Naya-.

Un muy emocionado Ricardo Carrero recordaba, en la inauguración de la muestra, que sus padres se conocieron en Cádiz y que, aunque su hermano Juan nació en Palma y él, en Madrid, "la primera playa que vio Juan fue La Victoria". Y en Cádiz decidió que quería estudiar Artes y Oficios, donde conocería en tercero de carrera a Enrique Naya. "Ambos se marcharon luego a Madrid, compartiendo piso con Fabio McNamara, y lo demás es historia". "No podemos pedir más que se los recuerde con gracia, cariño y amor", añadió.

"Los implicados en este proyecto han hecho mucho más que colgar unos cuadros en las paredes -explicaba, por su parte, Ubaldo Naya-, sino que les han dado un sitio en la tierra que formó a ambos, y queremos pensar que su presencia aquí servirá como refuerzo a posteriores renovaciones estéticas".

No hay que olvidar, sin embargo -como escribían los propios Juan Carrero y Enrique Naya al describir sus propuestas para El Valle de los Caídos-, que Cádiz les sirvió a ambos como primer escenario, pero que la colección que ahora puede verse en el Espacio de Creación Contemporánea surgió como un homenaje a Madrid: la ciudad en la que, por primera vez, pudieron "ganarse la vida" con su arte y en la que, también, hicieron "un buen grupo de amigos", cosa que "no hubiera sido posible en nuestro lugar de origen".

Costus planteaba El Valle de los Caídos, que tomaba como referencia el monumento franquista, como una reinvención de simbología e iconos varios. Así, vírgenes, arcángeles, alegorías y Cristos se iban encarnando en modelos transgresores. Tino Casal posó como El Caudillo. Alaska sirvió de alegoría a la Patria en una composición que rememora a La Piedad. Bibi Andersen fue una sobrenatural Virgen del Carmen. Lucía Dominguín y una Bimba niña protagonizaron una actualización de La Virgen y Santa Ana.

Todas estas piezas pueden contemplarse en las salas del ECCO, en una muestra dispuesta en dos formatos de recorrido, con iluminación blanca o negra -resaltando esta última de manera espectacular el colorido de las piezas-.

"Los Costus eran jóvenes entonces, y hoy día seguirían siendo jóvenes, intrépidos. Creadores de un pensamiento nuevo del que un día fueron exponentes -comentó en la inauguración la alcaldesa, Teófila Martínez, acompañada por el teniente delegado de Cultura, Antonio Castillo, y la responsable del ECCO, Lorena Benot-. Trabajar para contar de manera permanente con esta colección ha sido un reto y un estímulo, y es un ejemplo de que no sólo hay que potenciar una historia de tres mil años: hay que construir nuevas historias para las generaciones futuras".

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