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kike Guaza y Nacho Guerreros. Actores

“La clave está en que se habla de algo de lo que no se suele hablar en el teatro”

  • La obra ‘Juguetes Rotos’, nominada a seis premios Max de las Artes Escénicas, llega esta tarde a El Puerto, donde emocionará y hará reflexionar al público en el teatro Pedro Muñoz Seca

Los actores Nacho Guerreros y Kike Guaza durante la representación de 'Juguetes Rotos'.

Los actores Nacho Guerreros y Kike Guaza durante la representación de 'Juguetes Rotos'.

Un golpe de realidad. Puro y duro. Sin tapujos y sin miramientos. Ese premio es el que se llevan los espectadores después de ver Juguetes Rotos. Entran en el teatro con una idea en la cabeza sobre la transexualidad repleta de tópicos típicos -quien esté libre de pecado, por muy moderno que sea, que tire la primera piedra-, y sale tras la función con una amplitud de miras y consciente de una realidad que, hasta ese día, directamente le había pasado desapercibida. La culpa de este despertar la tiene principalmente la dramaturga y directora Carolina Román. En esta obra, de Producciones Rocambolescas, la argentina se ha apoyado en los actores Kike Guaza y Nacho Guerreros para abordar “desde las entrañas” este tema. Ellos estarán hoy en El Puerto con esta obra, que será representada en el teatro Pedro Muñoz Seca. Su éxito en Madrid, concretamente en el Teatro Español, es indiscutible. Desde el 1 de febrero hasta el 4 de marzo del año pasado, el cartel de ‘Entradas agotadas’ se colgaba día sí y otro también en la taquilla. “Estamos muy contentos. No teníamos ni idea de todo lo que esta obra nos iba a traer. Sabíamos que estábamos haciendo una obra arriesgada, no excesivamente comercial, pero las última seis nominaciones a los premios Max ha sido una catapulta”, explica Nacho Guerreros, el conocidísimo actor que interpreta al conserje Coque Calatrava en la serie La que se avecina, y que después de muchos años regresa al teatro con el personaje de Mario, una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre en la Barcelona de la dictadura franquista. Allí, conocerá a Dorín, una chica en la misma situación pero que, a diferencia de él, sí se atrevió a dar el paso. Este personaje, segunda pieza indispensable de esta obra, es interpretado por el actor Kike Guaza, quien tampoco llegó a imaginar la repercusión de esta obra cuando se sumó al proyecto. “Estamos contentísimos. Que nos hayan considerado de una manera tan amplía no lo imaginábamos”, explica Guaza que, al igual que Guerreros, ha sido nominado como Mejor Actor Protagonista.

Nacho Guerreros interpreta a Mario, una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre en la Barcelona franquista. Nacho Guerreros interpreta a Mario, una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre en la Barcelona franquista.

Nacho Guerreros interpreta a Mario, una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre en la Barcelona franquista.

La magia entre ambos sobre el escenario es innegable. Junto a ellos un equipo bien conectado y en la misma onda, donde se palpa que, el viaje que emprendieron hace apenas un año, está siendo muy agradable. Cuando se les pregunta por el secreto de este éxito, las respuestas son muy dispares. “Creo que la clave está en la sencillez con la que se cuenta. Se habla de algo de lo que no se suele hablar en el teatro, pero Carolina lo hace de una manera muy elegante donde, a pesar de lo dramático y de los aspectos más sórdidos, hay un final optimista”, explica Nacho. Igual opina Kike quien, sin duda alguna, también señala directamente a la autora de este drama como responsable. “Es verdad que Carolina lo sabe hacer elegante, pero escribe desde las entrañas. No empieza la casa por la estructura. Ella primero lo vomita y luego, desde ahí, llega a un lugar más íntimo”.

En la obra 'Juguetes Rotos' Kike Guaza realiza un magnífico trabajo al interpretar hasta cuatro personajes distintos. En la obra 'Juguetes Rotos' Kike Guaza realiza un magnífico trabajo al interpretar hasta cuatro personajes distintos.

En la obra 'Juguetes Rotos' Kike Guaza realiza un magnífico trabajo al interpretar hasta cuatro personajes distintos.

La conexión entre los tres fue instantánea. Al principio, en los orígenes y entre borradores, tan sólo estaban Nacho y Carolina. Entonces, el planteamiento era totalmente distinto: realizar un monólogo sobre el bullying desde el punto de vista de la adultez. Sin embargo, la irrupción de Kike durante un ejercicio de improvisación lo cambió todo. Nacho y él no se conocían de nada. Tan sólo tenían en común a Carolina. Pero Nacho, también productor de la obra, tuvo muy claro que Kike tenía que estar dentro de ese proyecto sí o sí. Un verano después, y con el texto ya definitivo, las tres partes aún tenían por delante un año de profunda investigación y documentación de la mano de la asociación 26 de diciembre. Con ellos, todo el equipo ha descubierto la otra parte, las cientos de historias que fueron calladas y ahogadas. Relatos impactantes que dan explicación a una realidad actual donde no se ven personas transexuales de cierta edad “porque morían jóvenes, quizás por la propia autodestrucción de no sentirse aceptados”, aclara Nacho. “Ha llegado un punto en el que todo el mundo que ve la obra, en cierta manera se ve identificado”, explica Kike. “A nosotros, nos ha pasado lo mismo. Carolina tiene una forma de trabajar atípica. Eso, poco a poco, se mete en ti y crea puentes entre lo que le ocurre al personaje y al actor. Al final, las cosas que te pasan en tu vida son regalos necesarios que debemos hacerles al personaje, para conseguir que estén sustentados y trabajados desde la realidad”.

En este punto, la cosa se pone un poco difícil. La línea entre actor y personaje se vuelve muy fina, sin saber muy bien dónde empieza uno y dónde acaba el otro. “Más que peligroso es sanador”, asegura riendo Kike. “Cuando te preparas un personaje de este tipo, buscas en partes tuyas que no están tan profundizadas. Todos tenemos un personaje en la vida y esa documentación e implicación necesaria cuando preparas un personaje, amplía también tu conocimiento en la vida real. En definitiva: te ayuda a crecer como persona”. Cuando se apagan las luces y se levanta el telón, el diálogo entre público y actores es constante. Los actores trabajan duro por conseguir ponerse en la piel del otro. Desde ahí, pretenden arrastrar al público con ellos, al otro lado de la historia. La versión menos conocida. “En general la sociedad ha avanzado en este punto, pero aún queda mucho por hacer”, opina Nacho. “Prefiero quedarme con la parte positiva. Aunque la obra es un drama, tampoco hay que fustigarse”.

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