Cultura

"La ironía sirve para decirnos cosas que de otro modo serían patéticas"

  • Enrique García-Máiquez presenta esta tarde 'Con el tiempo', su último poemario, en el ciclo Letras Capitales · En él, el autor recurre al poder de la literatura y el humor como armas de supervivencia

Un recorrido a medio camino entre la melancolía y la ironía como arma de supervivencia. Así define Enrique García-Máiquez Con el tiempo, el último poemario que ha publicado con la editorial Renacimiento y que hoy presenta en la Biblioteca Provincial, dentro del ciclo Letras Capitales.

Un libro cuyo origen y espina dorsal está en la "crisis de los cuarenta": "La idea principal sería eso que dice Cernuda en Ocnos, que hay un momento en la vida en que el tiempo nos alcanza -explica el autor-. Pero llega un momento también en el que andamos con el tiempo y este no nos sobrepasa".

Entre uno y otro estado, "acompasarse es durísimo y exige mucho -continúa García-Máiquez-. De hecho, de todos mis libros, este es el que tiene un mayor peso de amargura, un carácter más melancólico: habla de los amigos que te traicionan, de las esperanzas que no se cumplen, de los estragos de la rutina... "

No en vano el poemario se inició con la muerte de la madre del autor "como desencadenante, ante la idea de encontrarte, por primera vez, solo ante el peligro". Sin embargo, Con el tiempo mantiene un tono de humor subyacente muy importante: "Todo lo que escribo tiende a ser humorístico -comenta el autor-, así que aquí era también inevitable, aunque la poesía tienda a ser más melancólica. No quita, precisamente, el hecho de que el humor sea muchas veces una técnica de defensa, una manera de quitarle hierro a las cosas. La ironía sirve para decir cosas que, si no, sería muy patético decírselas".

García-Máiquez señala, en este sentido, a maestros que "utilizaban el humor en la lírica", como Manuel Machado o un determinado Lope de Vega. "Y es que -apunta- , en el fondo, el mensaje del libro es alegre. Por ejemplo, hay un poema al hijo que no tenía, pero mientras escribía el poemario mi mujer se quedó embarazada y el último texto habla ya de la niña, y es una manera de decir que el tiempo vuelve a empezar... Lo bonito de este libro es que, sin planearlo, ha hecho de catarsis. Se nota que el tono melancólico está en la primera mitad, y después ya se pasa a la metaliteratura, al poder de la poesía como gran aliada y paño de lágrimas. Como dice Vicente Gaos, cuando la vida es dura y no hay consuelo, saca el pañuelo de la literatura".

Enrique García-Máiquez escribió su primer poemario, Haz de luz, hace ahora quince años. Desde entonces, sus textos han ido ganando -cree el autor- "en naturalidad y desnudez. En Haz de luz se notaba la obsesión por la brillantez y los juegos de palabras y las figuras retóricas. En este libro, sin embargo, hay mucho menos artificio, hay menos brillo y más transparencia".

Una evolución hacia "el menos es más" que es común en muchos autores: "El escritor joven tiene una inseguridad que le fuerza a defender cada verso con todas las armas que tiene, algo que se pierde cuando empiezas a olvidarte de defenderte -comenta García-Máiquez-. En mi caso, en los primeros títulos, por ejemplo, también creo que había una persecución más clara de la risa, mientras que ahora persigo la sonrisa".

Enrique García-Máiquez colabora como articulista tanto en Diario de Cádiz como en otras cabeceras, un hecho que "ha contribuido a que a la poesía llegue sólo la poesía: antes había poemas mucho más cargados de ideología". Poemas, artículos y entradas en su blog -cuya siguiente entrega verá la luz en papel también de la mano de Renacimiento, bajo el título ¡Qué lucha tan buena!- conforman, de momento, la producción de García-Máiquez, que afirma sentirse más cómodo en las "distancias cortas": "Y tengo suerte, porque me da la sensación de que la literatura actual va por ahí, por el predominio de lo breve y hacia un lector entrenado también en lo breve", afirma.

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