Sergio Oksman. rRalizador

"Esto no es un homenaje, es un intercambio de cariño

  • Jurado de Alcances, premiado, mención de honor y, este año, homenajeado, el director cuenta su paso por el festival y su visión del documental.

Dice Sergio Oksman que camina por este mundo asumiendo la absoluta incertidumbre a la que estamos destinados. "Tengo pocas certezas", confirma el realizador brasileño afincado en España desde 1999 que este año recibe el homenaje de la Muestra Cinematográfica del Atlántico. "Las cosas van surgiendo", prosigue. Como surgió que se dedicara al cine documental, "o como quiera llamarse a lo que hago", como surgió abandonar el periodismo, como surgió el Goya, como surgió esta misma entrevista, como surge cualquier relato construido que, en todo o en nada, se parece a la realidad. Sergio Oksman dice que se construye en la duda. Eso lo tiene claro.

-¿No es muy joven para un homenaje?, ¿cómo sienta?

-Extrañísimo... Cuando me lo dijo Javier Miranda le pedí que cambiase el nombre porque esto no es un homenaje, es un intercambio de cariño entre el festival y yo porque mantenemos una relación desde hace muchos años. Es un pretexto para volver un año más.

-En Alcances ha sido jurado, ha sido premiado, ha conseguido un mención...

-Yo vine por primera vez al festival acompañando a Elías Querejeta en su homenaje y, desde entonces, volví. Es curioso que yo aquí vine en momentos muy distintos de mi vida, con gente muy importante en mi vida y, también, conocí en Alcances a personas que aún hoy son amigos íntimos. Amistades de esas que ya uno ni se acuerda cuando arrancaron, y cuando empiezas a rascar te das cuenta, ¡coño, si nos conocimos en Alcances!

-¿Ha cambiado mucho Alcances desde su primera vez?

-Alcances es un festival que va a más mientras que en España están desapareciendo festivales o empeorando por cuestiones de presupuesto. Alcances se va reciclando y su programación cada vez es mejor. De hecho, pienso que todo documentalista en España es feliz cuando su verano acaba en septiembre en Cádiz.

-De las películas que se están proyectando en su retrospectiva me llama la atención 'La esteticién' por ser la más antigua y por ser la única de las cuatro que rodó en Brasil. Ahora que ha pasado el tiempo, ¿cómo la valora?

-Cuando la terminé en 2004 estuvo en algunos festivales y, rápidamente, empecé a renegar de ella. La vi como una película fallida, como un intento de película donde, realmente, no supe descifrar qué película había. Pero diez años después la recuperé, se puso en el Festival de San Sebastián, y empecé a cogerle cariño porque en esa imperfección está el germen de lo que hago hoy. Supone un punto de inflexión muy grande, pasé de ser un periodista que hacía documentales a ser otra cosa, que no sé como se llama, pero que empezaba a encontrar su voz... Y esto me recuerda a algo importante que quería decirte...

-Adelante, dígame

-Pues que este año existe una coincidencia entre el nombre del homenajeado y el mío. Que no son el mismo.

-¡¿Y eso?!

-Pues porque cuando tu nombre aparece como el de director de una película no es tu nombre, es la suma de muchos nombres, porque mis películas están hechas con el esfuerzo de mucha gente. Y va en serio, no es falsa modestia. Yo estaría absolutamente perdido si empezase a creer que el homenaje es hacia mí. Se hace a mi nombre que contiene los nombres de la gente con la que he trabajado en los últimos años.

-Pues sí que está usted obsesionado con el tema de las identidades. En su cine está presente desde siempre, ¿no?

-Yo creo que después de hacer las películas se construye el discurso sobre ellas. De repente se ponen esas cuatro películas juntas y te preguntas, ¿qué tienen en común? Y yo creo que en los cuatro casos, en los cuatro personajes, está lo que son, está lo que quieren ser, y está el discurso que construyen sobre ellos mismos... Hay muchas capas. Capas en el sentido de ¿qué hay detrás de la máscara? ¿Qué hay detrás del personaje de Hemingway que él mismo creó? ¿Qué hay detrás de esta esteticién que narra una historia que probablemente le pasó? ¿Qué hay por detrás del abuelo Monster, de su maquillaje? ¿Qué hay detrás de ese actor de Hollywood fracasado...?

-Como realizador, ¿cuesta atravesar esa máscara?

-Es que en las películas como las que yo hago, el 90% del tiempo no sé lo que estoy haciendo. Empiezas con un tema pero no sabes cómo te tienes que acercar y estás durante mucho tiempo inmerso en dudas, perdido... Cuesta mucho... Este proceso de trabajo es una construcción pero también estás construyendo quién eres durante el proceso y, entonces, es costoso, bueno, es la vida. Te vas construyendo a ti mismo enfrentándote a tus dudas.

-Nombraba antes a Elías Querejeta, ¿quién era para usted y qué significó que sus caminos se cruzasen?

-Yo lo conocí cuando llegué a España. Tenía la idea de un proyecto y le llamé. Yo no sabía que era tan imporante, si lo hubiera sabido no habría hecho esa llamada. Le mandé el proyecto y me dijo: me gusta pero ahora mismo no me interesa. Yo le dije que lo quería conocer en persona y aceptó. Quedamos para cinco minutos, un hueco que tenía para un café. y el café duró cinco horas y poco después me invitó a dirigir un capítulo para una serie que estaba haciendo... Me resulta muy difícil hablar de Elías porque empezó siendo un jefe y terminó siendo un amigo. Aprendí mucho con él, sobre todo, que lo que importan son las películas, tardes lo que tardes en hacerlas. Eso es muy difícil que te lo diga un productor porque la pistola del mundo real, en general, no te permite dejar que las cosas se vayan cociendo en su tiempo necesario. Lo aprendí en los cuatro años que estuve con él.

-Por eso después fundó su propia productora. ¿Cómo le va?

-Es una productora pequeñita para hacer mis proyectos. De momento no he producido a otra gente aunque me encantaría.

-Ante el panorama de recortes presupuestarios y con la subida del IVA cultural, ¿es gesta de titanes dedicarse al documental?

-Totalmente... Es una cosa de guerrillas. Haces documentales y, ¿de qué vives? Mira hace poco estuve en Brasil rodando mi última película y conocí a documentalistas allí que me contaron algo que me dejó con la boca abierta, ¡cobran por hacer documentales! Es mi trabajo, me dijo uno, cómo no voy a cobrar. Es decir, que hay lugares donde la gente es documentalista y puede vivir de ello. Sorprendente. Yo tengo que dar clases.

-¿Y esa nueva película?

-Pues se ha rodado durante el Mundial de Brasil y está la figura de mi padre al que no veía desde hace muchísimos años. Poco más te puedo contar...

-¿Es una batalla perdida llegar a las salas de exhibición?

-No, ¿por qué? A ver, es frustraste porque cada vez tienes menos ayudas públicas para hacer obras que no tienen un recorrido para el gran público.

-¿Pero qué le pasa al gran público con el documental?

-Pues que no tiene acceso, por eso, estos oasis como Alcances son super importantes. Pero el gran público no sabe que existe. Se sigue asociando documentales a lo que la 2 ponía después de comer o a documentales sociales. Y es el género más rico del cine porque es el territorio donde más puedes crear.

-Ni hablemos de traspasar barreras entre ficción y realidad...

-Ah yo no creo que se deba catalogar qué es ficción, qué es realidad. Todo es ficción. Todo es una construcción.

-Pero al público, en general, le crispa no poder disolver una de otra. No sé, fíjate lo de Évole el cabreo que se cogieron muchos

-A mí me pareció bien lo que hizo pero podría haber sido más elegante. Hubiera sido más interesante si no hubiera desvelado que era una mentira. Que hubiese sido más radical.

-Entonces, no le obsesiona la búsqueda de la verdad

-¿La verdad? ¿Qué es la verdad? En La esteticién, por ejemplo, me dijeron que tenía que contactar con gente que probabara que lo que contaba la señora era verdad. ¿Y por qué? Como documentalista no estoy obligado a comprobarlo. Al contrario, hay que asumir la absoluta subjetividad. No hay verdad, hay versiones.

-¿Volverá a Alcances?

-¡Claro! El año que viene.

-¿Y a Cádiz a rodar?

-A lo mejor, tú me propones una historia...

-Lea mañana el periódico...

-Adelántame una.

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