"El fracaso de Cádiz fue que se olvidó de media España"
Miguel Herrero de Miñón. Miembro permanente del Consejo de Estado
Uno de los padres de la que es la Constitución de mayor éxito de nuestra Historia publica un libro sobre los errores de la de 1812
-Esperó al año 201 para publicar un libro desmitificador sobre el Doce, Cádiz a contrapelo.
-Seguí el Bicentenario y sus numerosas aportaciones. Yo he realizado un distanciamiento crítico no para desmerecer un texto de una enorme importancia, sino para situarlo en su correcto lugar.
-Si ha seguido el Bicentenario, habrá observado complacencia.
-Demasiada complacencia. En Cádiz arrancaron conceptos muy valiosos: soberanía nacional, libertad ciudadana, la supresión de la tortura, un derecho penal ilustrado... Pero, más allá de la felonía de Fernando VII y la Santa Alianza, la Constitución de 1812 fracasó porque tenía errores que, sin ir más lejos, provocaron una emancipación traumática de las colonias.
-Frente a la idea de que Argüelles fue el muñidor ideológico, usted da protagonismo a un afrancesado 'chaquetero', Ranz Romanillos.
-Es un personaje fascinante que se conoce poco. Fue un hombre decisivo y sus aportaciones construyen el esquema de la Constitución. En las Cortes se escucharon bellos discursos, pero lo que quedó plasmado en la Constitución, como se ve en las actas, ya estaba en los escritos previos de Ranz Romanillos.
-¿Cómo pudo este hombre estar en dos escenarios tan distintos como Bayona y Cádiz?
-Y aportando mucho a ambos textos, que se parecen en muy poco. Era habilidosísimo. Le importaban poco las lealtades dinásticas. Creía en un proceso de modernización de España. Creyó primero que Bonaparte lo llevaría a cabo y, al hilo de su derrota, pensó que podrían hacerlo los patriotas.
-Los textos clónicos de Cádiz fracasaron en todas partes menos en uno, Noruega.
-A través de su comercio de madera y vino, allí llegaron ejemplares de la Constitución de Cádiz en inglés. En su estructura, la Constitución noruega sigue siendo hoy deudora de la de Cádiz. Era una sociedad más sencilla, menos estamental, al punto que pudo suprimir los títulos nobiliarios.
-¿Fue Cádiz una Constitución revolucionaria?
-Forma parte de la estirpe de constituciones revolucionarias, pero entre los liberales estaban desprestigiadas las constituciones francesas que llevaron a una caída sangrienta de la monarquía, la llegada del Terror y el poder dictatorial de Napoleón. Los liberales europeos de la época vieron en La Pepa el resultado de patriotas que vencen al bonapartismo con un casticismo añadido. Digamos que Cádiz consigue su éxito revolucionario disimulando su papel revolucionario.
-Algunos de sus pasajes más célebres, como los referidos a la felicidad o a ciudadanos justos y benéficos, parecen pura retórica.
-Sin duda. Esos pasajes son brindis al sol, pura ingenuidad. Mientras las constituciones anglosajonas defienden libertades reales para sociedades reales, en Cádiz hay mucho de utopía. La sociedad para la que se hizo esa Constitución no existía.
-Llama la atención el desprecio a la singularidad territorial, pese a ser la génesis del Reino.
-Es uno de los errores que, en cierto modo, aún pagamos. El desconocimiento de la diversidad fue un lastre para Cádiz, pese a existir una corriente liberal que sí que era consciente. Sin embargo, se impuso otra corriente, de clérigos y juristas castellanistas, que abominó de esa diversidad. Para las Indias tuvo costes tremendos, porque a virreinatos que demandaban autonomía se les tiraba la Constitución de Cádiz a la cabeza. En Nápoles ocurrió igual respecto a Sicilia. Allí también fracasó la Constitución de Cádiz. Y se repitió en 1836, cuando Argüelles ni siquiera dejó entrar a los cubanos y ese es el precedente del desastre de 1898.
-La creación de un legislativo unicameral es uno de los defectos que halla en Cádiz, pero en 1977 usted defendía esa fórmula.
-El bicameralismo sirve para una estructura de estado diferencial. Aquí los más que se podría hacer es un Senado autonómico, pero eso es muy difícil. En el Doce España era una sociedad estamental en trance de cambio hacia una sociedad de clases. Subsanar ese error de origen ha hecho que toda la historia de nuestro constitucionalismo consista en apartarse de Cádiz.
-¿Miraron en algún momento hacia Cádiz en el 78?
-El modelo constitucional de Cádiz ni se nos pasó por la cabeza.
-Destaco una frase de su libro: una Constitución no hace una nación. Pienso en Europa.
-El tratado europeo no salió porque los europeos votaron en contra y, desde entonces, los dirigentes europeos son reacios a preguntar a los pueblos lo que piensan. Una Constitución europea no puede inventar una nación.
-España votó a favor.
-Aquí relacionamos Europa con el afianzamiento de la demcoracia, pero un pueblo tan importante y adulto como el español nunca ha tenido un debate crítico sobre Europa, ni sobre la integración, ni sobre su alcance, ni sobre la moneda única... Quizá deberíamos preguntar.
-Alerta de que muchas voces no claman por una revisión del 78, sino por su destrucción.
-Todos los movimientos antisistema o como queramos llamarlos tendrían mucho más éxito si concretaran su propuesta. Quieren una revisión total de la Constitución de mayor éxito de nuestra historia pero no dicen en qué sentido. No basta destruir, hay que sustituirlo por algo. Por ejemplo, el sistema electoral. Vale, intentemos cambiarlo. Pero lo cambiamos por qué modelo.
-Los grandes partidos no alientan ese debate, prefieren que todo se quede como está.
-Porque les beneficia. Pero el sistema se cambiará más tarde que temprano porque es un clamor, pero será un clamor estéril si no se ofrece una alternativa viable. ¿Queremos listas abiertas, colegios territoriales autónomos....? ¿Qué queremos? Para llevar a cabo ese cambio será imprescindible alcanzar una solución pactada, como se llegó en el 78. Para hacer cambios es necesario un acuerdo que abarque desde la extrema izquierda a la derecha. En caso contrario, volvemos al escenario de Cádiz.
-Cádiz fue un trágala; la Constitución del 78 fue un texto pactado: ¿Es el motivo que explica los diferentes recorridos que tuvieron?
-No el único, pero sí el principal. El fracaso de Cádiz se encuentra en que se olvidó de media España, o más, que no estaba representada en esa Constitución.
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