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Cultura

La estética del silencio

  • Amplia visión del arte español bajos los planteamientos de Morandi.

PINTURA EN VOZ BAJA. Centro José Guerrero. GRANADA

Muy buena exposición la que nos encontramos en el bello edificio que alberga el Centro José Guerrero y que los veteranos granadinos recuerdan como la sede del antiguo diario Patria; una muestra que, por su importancia, nos retrotrae a los felices momentos en los que la programación expositiva de la Diputación de Granada era una de las más selectas de España y referencia absoluta para el conocimiento del mejor arte contemporáneo.

Giorgio Morandi fue un artista italiano al que se puede considerar de los más trascendentes y con más influencia de las últimas décadas. Nació en Bolonia en 1890 y fue artista en el que muchos autores del siglo XX, de forma mediata o inmediata, tuvieron como espejo donde mirar. Su concepto del realismo, diferente, novedoso, transgresor, ha interesado tanto más por el cuestionamiento que de él hace que por su determinante manifestación creativa del mismo. En la obra de Morandi el planteamiento ilustrativo de lo real, naturalezas muertas y paisajes, sobre todo, trastoca su función habitual, acercándose a un ente más ficticio cuya representación se aparta de los simples esquemas epidérmicos que ofrece lo concreto.

Morandi puso las bases para un nuevo tratamiento de la realidad; los artistas asumen sus creaciones como un nuevo sistema interpretativo digno de valorarse y participar de sus inquietantes proposiciones, tanto prácticas como teóricas. Autores de los más diversos credos y filiaciones estéticos tienen al artista italiano como punto de referencia; creadores de un amplio segmento cronológico han coincidido en muchos de los aspectos creativos que animaban el concepto del gran autor italiano.

La muestra, comisariada por Pedro Morales Elipe, nos presenta una amplía visión del arte español, con artistas de todos los segmentos, que han tenido, en mayor o en menor medida, la idea y los planteamientos de Morandi. Nada más entrar en el Centro de la Calle Oficios, el espectador se encuentra en los silentes espacios que produce la aplastante espiritualidad de las obras presentadas y que responde a esa paz interior que produce la estética de Morandi; un silente susurro se apodera del visitante y la mirada queda supeditada a la emoción de un arte lleno de infinita sensibilidad. En la sala baja, junto a los dibujos y las acuarelas del italiano, dos magníficas esculturas de Alfredo Alcaín, bodegones confeccionados con todo tipo de objetos -una hucha, un embudo, latas, un sifón...- predisponen el espíritu y nos acercan espectacularmente a los planteamientos de Giorgio Morandi. Además, dos obras insisten en esa estética del silencio que invade la escena, un armarito en bronce de Carmen Laffón y un extraordinario paisaje, Mosaico de tierra, de Juan Manuel Díaz-Caneja. Esta primera sala, probablemente, la que más sintoniza con la obra del italiano, predispone a unos mucho más extensos planteamientos que se expanden por las plantas superiores. La Gran caligrafía blanca y el Bodegón de la razón de Gerardo Rueda mantienen las máximas expectativas creativas de Morandi, con esa sensación de silente reposo y espiritualidad. Los cráneos de Cristino de Vera siguen la línea estética que se viene describiendo desde el principio; algo que se mantiene en los contenidos dibujos a tiza, carbón y lápiz del sevillano José Miguel Pereñíguez, con obras tan descriptivas como Naturaleza Perfecta, Bandera de la comuna y Espectro; lo mismo ocurre con las inquietantes esculturas de cartones de Ángel Bados que suscriben el misterio de lo real que Morandi siempre llevó a la práctica. Ascendiendo en el espectacular edificio que se enfrenta a la arquitectura eterna de la Capilla Real, Marcelo Fuentes plantea su particular visión de un escueto paisaje bellamente interpretado, Juan José Aquerreta dispone los simples postulados de lo real en sus tenues bodegones, Santiago Mayo hace más esencial lo mínimo, Gerardo Delgado acumula posiciones absolutamente minimalistas en El Caminante y el gran Joan Hernández Pijuán hace un magnífico guiño a la Granada que acoge la exposición en su extraordinario Granada nocturna. Para terminar el recorrido artístico bajo 'los ecos de Giorgio Morandi en el Arte Español', la planta alta, esa que se asoma espectacularmente al mejor paisaje artístico granadino, nos encontramos con la gran aportación de José Guerrero, con obras importantísimas de la casa: Solitarios, Crecientes Horizontales y ese otro paisaje de los primeros guerreros que es la gran Panorámica de Roma, del año 1948.

Junto a ellos obras de Fernando Almela, Antoni Llena, Joan Cardells, Miguel Galano, Jaime Lorente, Javier Codesal, Nati Bermejo, Jorge García Pfretzschner, Pedro Morales Elipe, Teresa Moro y Fernando Martín Godoy que componen un crisol de sugestivas propuestas en torno a la obra de un Morandi espectacular, sensible, y lleno de sensaciones disidentes.

Estamos ante un muy buen proyecto expositivo del Centro Guerrero. Una muestra que nos sitúa en los estamentos creativos del mejor arte contemporáneo, al que sólo se le pude poner una pega: la no comparecencia de artistas granadinos, salvo la de Guerrero. De todos modos, para no perdérsela.

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