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Marco Flores | Bailaor y coreógrafo

“La emoción puede ser peligrosa, creo que no debe imperar por encima del arte”

  • El artista arcense presenta hoy en el Teatro Falla, dentro del Festival Patrimonio Flamenco, ‘Sota, caballo y reina’, una pieza que tendrá en Cádiz su estreno en escenarios andaluces

El arcense Marco Flores en una imagen promocional.

El arcense Marco Flores en una imagen promocional. / Alberto Romo

El bailaor y coreógrafo Marco Flores (Arcos, 1981) llega esta noche por primera vez al Teatro Falla con propuesta y compañía propias, pues sus actuaciones anteriores lo fueron como miembro de algún cuerpo de baile. Se trata de Sota, caballo y reina, una pieza en la que recrea el concurso de cante jondo de Granada de 1922. La obra se estrenó en octubre en Madrid y hoy llega a Cádiz en lo que será su estreno andaluz.

–Estrena ‘Sota, Caballo y reina’ en Andalucía y lo hace en el Falla, con una obra en la que sobrevuela el compositor gaditano que da nombre al teatro.

–Sí, sí, Falla está muy presente en toda la pieza porque se inspira y toma como referencia el concurso de cante jondo de 1922 en Granada. La organización de este concurso, entre varias personas ilustradas y artistas de la época, la encabezaron Falla y Federico García Lorca. También Ramón Gómez de la Serna, Edgar Neville, Andrés Segovia, gente del flamenco de la época como La Niña de los Peines, Pepe Pinto, Ramón Montoya, Tomás Pavón, Niño Ricardo... Fue un evento trascendental y, lo mejor de todo, es que una vez más se demuestra que el flamenco puede unir a distintos artistas de otras disciplinas, incluso las artes plásticas.

–¿Por qué escoge Marco Flores este certamen del que se van a cumplir cien años?

–Porque llevaba tiempo en esa época, en la pre-república, entre 1922 y la Guerra Civil, con mi trabajo que he hecho anteriormente sobre el músico burgalés y compositor Martínez Palacios, y también porque llevaba tiempo estudiando la obra de Lorca. Y no solo centrado en Lorca, sino en todos los artistas coetáneos de los que él se rodeaba, de la Generación del 27 y demás. Y aparte de esto también he estado haciendo cosas de música clásica, por lo que he estado tocando a Falla. Y era el centenario del concurso, así que el tema estaba ahí. Aunque he tenido que hacer un trabajo de documentación fuerte, era algo en lo que ya venía trabajando.

–¿Cómo ha sido el proceso creativo para pasar un festival de 1922 a un escenario de 2021?

–Sobre todo, inspirarse en qué fue lo que pasó en ese concurso y en la filosofía que llevó a sus organizadores a hacer el concurso.Ellos lo hacían como una manera de ensalzar lo jondo, que ellos creían que se estaba perdiendo, descafeinando, y que el cante jondo de raíces se estaba perdiendo... Ese era el motivo de ellos. Y ahora, mirándolo desde la distancia temporal, se puede ve cierto aire de romanticismo. Entonces, nosotros nos fijamos en ese motivo y hacemos nuestra propia reflexión de lo jondo, un jondismo actual. Y para nosotros, lo jondo no se rige por ninguna estética, ni ningún contenido, ni a ninguna forma predeterminada... El flamenco es jondo cuando puede transmitir, cuando puede hablar, cuando puede retratar la situación que vivimos hoy en día, cuando puede hacer un encuadre sociocultural; y nosotros es lo que hacemos, un encuadre sociocultural de lo que estaba pasando en 1922 y lo comparamos con lo que está pasando ahora, igual con el flamenco.

–¿Y sale ganando o perdiendo ese flamenco?

–Sale igual porque para nosotros, en aquel momento, tenían el flamenco que necesitaban y ahora tenemos el que necesitamos, un flamenco actual. Ellos tenían ese romanticismo con el jondismo pero en verdad el flamenco ya estaba cambiando, es algo natural en las artes, que se adaptan a lo que se va viviendo social y culturalmente.

–En otras artes parece que se entiende mejor: nadie pinta ahora como en el Renacimiento, por ejemplo, pero en otras cosas se insiste mucho en las raíces, en lo puro, en lo que no puede mutar...

–Exacto, pero va saliendo de forma natural.De todas maneras, de ahí lo de Sota, caballo y reina, en este espectáculo entendemos que para hacer un flamenco actual o un arte actual, nosotros no nos quedamos solamente con un arte que es cultura de un pueblo, que responde a una etnia, sino que realmente cada intérprete es diferente y viene de distintas procedencias; unos vienen de un flamenco más tradicional, otros venimos quizás más de un flamenco de investigación, otros más actual... Pero da igual, dan igual las estéticas, las formas; si la dirección de ese arte se pone como objetivo algo, lo consigue sin tener una estética determinada o pertenecer a una corriente.

–¿Pero el objetivo es producir emoción o sentimiento?

–Creo que no es el fin... Para mí la emoción puede ser peligrosa, la emoción a veces nos puede llevar por caminos..., nos podemos perder en la emoción. Creo que el arte y el flamenco, como todas las artes, tiene piel, es humano, claro que tiene emoción, pero la emoción no puede imperar por encima del arte. Yo creo que no tiene que ser el objetivo, eso sale natural, pero en esta pieza el objetivo era tomar como referencia este concurso, los personajes que estuvieron, las circunstancias en que se dieron, las anécdotas, y a partir de aquí hemos creado un imaginario nuevo que se llama Sota, caballo y reina.

–¿Es como contar una historia?

–Sí, contarla o dejarla entre líneas, como hacer un collages con todo eso. Por ejemplo, aparece la lluvia porque llovió en la segunda noche del concurso o aparece el momento social que estaba pasando en aquel momento España con la monarquía de Alfonso XIII, con el conflicto de Marruecos, la posterior dictadura, la aparición de extremismos, una época en la que iba a venir una España y Europa bastante convulsa. Todo eso está por ahí.

–¿Y el título? ¿Ese giro final a ‘Sota, caballo y reina’? Uno espera que sea sota, caballo y rey.

–El título es por eso, porque en el flamenco sería como la guitarra, el cante y el baile, y con ese contenido, con el cante, el baile y el toque nos metemos en todo este mundo. Siempre he sido una persona muy ambigua, mi propuesta siempre ha sido ambigua en el sentido de que no intenta etiquetarse o situarse en ningún sitio. Volvemos a los ‘ismos’, a lo puro, a lo moderno, a lo contemporáneo; ¿esto qué es, flamenco puro, contemporáneo, tradicional? No, esto es ambigüedad pura y puede tener de todo. Esa reina te está abriendo puertas y ventanas.

–¿Qué tal con la compañía, con la que lleva diez años? ¿El camino va siendo el correcto?

–Sí, sigo con mucha ilusión porque es lo que me gusta y lo que me llena. Cada vez que me meto en un proyecto, me lo tomo como un aprendizaje nuevo y es como una forma de crecer. Yo no veo un espectáculo como una obra, como un resultado final, sino que lo veo siempre como un proceso inacabado, que está abierto. Yo no tengo una compañía estable en el sentido de girar con un espectáculo, y lo que voy haciendo son proyectos y, según el proyecto, viene una serie de artistas y de equipo artístico. Ahí vamos luchando, me cuesta mucho, mucho...

–Y después de la pandemia...

–Claro. Si ya para las artes escénicas siempre ha sido muy difícil, ahora con este parón la cosa ha sido... Pero creo que el público, que es muy importante en todo esto, se ha dado cuenta que no es lo mismo ver una película en tu casa que verla en el cine, o ver un espectáculo en el ordenador o en un teatro rodeado de gente, porque ahí está la energía que se crea entre el público. Eso se vive ahí. Y el público ha vuelto. Creo que eso de estar en la casa todos, como conejitos, eso no es bueno ni como individuo ni como sociedad.

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