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“El ciudadano chino no es una persona encargada de ocultar una gran verdad”

Luis Galán | Director de cine

El realizador de Barbate cuenta por premios, ya lleva una veintena, su participación en festivales con el documental ‘Wuhan Zona Cero’, un muy humano acercamiento al inicio de la pandemia

El director barbateño Luis Galán durante un rodaje en Beijing.
El director barbateño Luis Galán durante un rodaje en Beijing. / Cinemagalan.com

Bután, Chile, Reino Unido, Italia, Rumanía, India, República Checa, Eslovaquia, Grecia... Festivales de cine de estos países han reconocido con sus premios y menciones, una veintena ya, el documental Wuhan Zona Cero, un certero y humano acercamiento al inicio de la pandemia de coronavirus que el director de cine de Barbate Luis Galán (sí, un gaditano) ha construido a partir de un inédito material de imágenes tomadas por una televisión local china. Un documento excepcional del que Galán nos habla en profundidad.

–¿Cómo surge, cuál es el origen de ‘Wuhan Zona Cero’?

–Yo estuve en China rodando un largometraje documental, que no es este, en 2019. Me vine y empezaba a hablarse del coronavirus, en septiembre de ese año, y seguí trabajando en ese proyecto desde Madrid. Por ese proyecto, como ya tenía visado y experiencia en rodar directamente en China, una productora española me llamó para decirme que tenían un material grabado allí en China y que les gustaría que yo lo evaluara para ver si ahí había cine. Si lo compraban, era para lo hiciera yo. Me enseñan un montaje en bruto de lo que ha estado grabando la televisión de Hubei, la provincia a la que pertenece Wuhan y que tiene unos cien millones de habitantes. Les pido ver todo el material y les propongo hacer una película nueva porque vi mucho potencial en ese material. Comenzamos una negociación a tres bandas, con la productora española y con otra inglesa. A partir de ahí me llegó un disco duro con todo el material, y a trabajar varios meses en ello.

–¿Las imágenes eran del interior de hospitales, había conversaciones, diálogos, entrevistas o eran imágenes solo?

–Había mucho material, y era lo que me fascinaba. Había material de dentro de los quirófanos incluso, entrevistas a médicos desde que llega gente enferma y no saben qué tiene. Y no solo entrevistas, sino médicos hablando en los pasillos desde ese momento en que no saben qué pasa hasta junio, o así, cuando acompañan a enfermos a la puerta, sonrientes porque les han dado de alta..., muy completo. Y también en las casas de los familiares de los enfermos y en las calles. Elegí los personajes en los que quería basar la historia, y uno de ellos es un periodista. Eso me permite seguir al periodista cuando iba al principio a cubrir noticias a pie de calle y de repente su padre, que es el que conduce, se enferma y va a quirófano. Él y su madre se curan, su padre pasa por cuatro momentos críticos hasta que acaba falleciendo. Y podemos seguir toda esa historia de una persona desde que le hemos visto entrevistar a gente cuando estaban cortando las calles y que le hemos visto visitar la habitación de su padre en el hospital.

–¿Ese el hilo conductor del documental?

–Es uno de ellos. Hay un periodista, una enfermera, una doctora, un enfermo terminal al que vemos despertar y un taxista que es como el líder de su comunidad y que se dedica, incluso desde el hospital, a gestionar los pedidos de las comidas para los que estaban confinados en su vecindario. Eso se da mucho allí, porque es una sociedad muy comunal, y es bonito. Y vemos hacerle videollamadas a su padre que está ingresado en otro hospital y que muere; él sobrevive. Es el compendio de los personajes que elegí para hacer la historia. Pensé que era lo mejor, porque si poníamos imágenes, entrevistas a médicos, datos... eso no le llega a nadie.

–Buscó la parte más humana.

–Sí, sí, y además como llevaba tanto tiempo escuchando historias sobre que los chinos tenían la culpa, que debían ser castigados y había gente que se apartaba por las calles si veía unos ojos asiáticos...

–¿Digamos que el documental pone en su lugar lo que pasó y pone en su lugar a Wuhan y China?

–No sé si en su lugar... Para mí la intención era buscar el lado humano, dejar muy claro que son personas igual que nosotros, y que esta historia que en principio podía resultar muy rara, muy distante, como se dice en el prólogo, que estas cosas pasan en otros sitios.

–Y al final nos ha superado a todos, a ellos y a nosotros.

–Claro, cuando el ébola y demás: ¿cuándo sale en las noticias? Cuando vino un caso a España y entonces mataron a un perro, y cómo podía ser..., pues cuando nos afecta a nosotros. Honestamente, todos lloramos más si se nos muere nuestro gato o nuestro perro que si escuchamos en el telediario que una bomba en Kabul ha matado a 50 niños en un colegio; no nos emociona.

–Cuenta que hay cinco historias fundamentalmente: ¿eso le ha llevado a descartar otras tantas o más historias? ¿Hay mucho descarte en ese material?

–Sí hay descarte, podía haber hecho una serie (ríe).

–No es la intención.

–No, no, no...

–No va a haber segunda temporada.

–Ojalá no: ‘Wuhan dos, la vacuna’ (ríe).

–Pero ha habido otras historias que ha tenido que dejar de lado.

–Sí, sobre todo mucho contenido de entrevistas que no están relacionadas directamente con las historias de ellos o no nos aportan más o no les hemos conocido a través de las historias de ellos. Tenemos a un cirujano que ha tenido que ver en el proceso de un paciente, entonces tiro de él para verlo luego en un simposio, pero el simposio no es el tema, el simposio se convierte en tema porque es la primera vez que pueden enseñarle a los demás lo que ha pasado con los cuerpos de los fallecidos. ¿Por qué nos puede llegar eso, por qué nos puede emocionar? Porque hemos conocido a personas que han fallecido y que acaban de donar su cuerpo y vemos fotos de la autopsia de cómo están por dentro, que es de lo poquísimo que me han llegado a quitar de un primer montaje. Había imágenes muy fuertes de quirófanos que no se han tocado y estas otras sí me han dicho que, por favor, las quitase. Era muy poquito, pero lo he entendido. Todo va en relación a personajes que conozcamos, que nos pueda emocionar su historia porque queremos que les vaya bien.

–¿Ese material, en parte, se ha podido ver en China?

–Allí habían mostrado parte a través de la televisión de Hubei, de hecho algunas de las imágenes están repetidas entre lo que yo he hecho y lo que ellos han mostrado. Pero después de que mandáramos el primer montaje nuestro, decidieron retirar su película y a partir de ahí tuve que empezar a trabajar en las ediciones internacionales cambiando subtítulos con matices en algunas frases. La versión que se va a ver en China también es esta. No existe ninguna otra película con este título o similar.

–Hay título en español y título en inglés.

–Sí, hay dos, y los dos los hemos puesto desde la productora española. Para la versión internacional The First Outbreak, que es el primero que puse, y Wuhan Zona Cero para los hispanohablantes. Esto es muy común, la inmensa mayoría de las películas tienen dos títulos y tiene que ver con la promoción y demás. La productora consideró que en español la palabra Wuhan era importante que estuviera, y para el mercado internacional se pensó que era más potente hablar directamente del primer impacto, del primer brote.

Una escena de ‘Wuhan Zona Cero’ con imágenes en el interior de un hospital de Wuhan.
Una escena de ‘Wuhan Zona Cero’ con imágenes en el interior de un hospital de Wuhan. / cinemagalan.com

–¿Cómo queda China con este documental? A nosotros nos venden, por un lado, que ha habido una transparencia absoluta y, por otro, hay un cúmulo de reticencias y sombras importante. ¿Aclara lo ocurrido?

–Sí y no. Seguramente no como a la gente le gustaría, no nos metemos en los laboratorios a ver si han trabajado con murciélagos o se han inventado el virus, que no es el objetivo. Sabía que a poco que me metiera en esos temas iba a ser una discusión en lugar de una creación conjunta y no era mi interés. ¿Cuál era la mejor manera de ver cómo había ido el coronavirus en China? Pues yendo a las personas. Los políticos son el 0,01% de una población, estamos hablando de un continente de 1.350 millones de personas, y digo continente sabiendo que me equivoco. Yo quiero ver cómo lo ha pasado la gente. Al final, hablas con un ciudadano chino y es una persona como tú, no es una persona encargada de ocultar una gran verdad ni nada por el estilo, y el coronavirus es algo tan global, y a mí me interesa tanto hablar de los temas que nos unen y no de los que nos separan, en un momento además con tanta crispación política, que creo que lo interesante era decir a la gente: son como nosotros. En ese sentido, es un documento único, porque no se ha visto nunca cómo se vive en China y cómo sufren estas cosas. Se ven padres de familia y cómo lo pasan. La responsabilidad de un padre de familia, el marido de la enfermera por ejemplo. A la enfermera la hospitalizan para dar a luz, le hacen test por si tiene coronavirus, la separan de su hija inmediatamente, y el marido para poder ir al hospital, sólo para dejarle comida casera en la puerta del hospital, ni siquiera entrar, no ve a su propia hija recién nacida, sino que la deja en casa de una prima por miedo a contagiarla. Lo hace por la responsabilidad de que no va a traspasar el virus a nadie. Así es como China reaccionó a esto, una responsabilidad impresionante de encerrarse, de no ver a nadie. Y, en este sentido, sí creo que retrata a China.

–Desde luego lo que sí ha conseguido es el respaldo internacional con un buen número de premios en festivales. Y los que quedan.

–Quedan muchos. Es sorprendente; honestamente estamos sorprendidos. Moverlo por festivales fue cosa mía, la productora produce para vender, y en el tiempo que venden me daba tiempo a mí a enseñarlo en festivales porque creo que es una historia muy global y que son imágenes que no se han visto y con un tratamiento muy humano, que creo que a la gente le puede llegar. Inmediatamente empezaron a llegar premios y es un no parar.

–Y eso que ya estaba acostumbrado a los premios y selecciones en festivales, como Cannes, con sus películas anteriores.

–Sí, es verdad. Pero es una satisfacción, como una recompensa.

–¿Cuándo se podrá ver en España?

–Esa es la parte que no depende de mí, es algo que no está siendo fácil a pesar de los premios, incluso que se llegue a ver. En España decidimos venir en último lugar para que fuera lo más inédito posible y por intentarlo en algún festival concreto, potente, que requiere que sea estreno. A mí me cuesta particularmente ser profeta en mi tierra. No está parado, pero hay que ver si lo hacemos en alguna cadena o plataforma o en festivales. Yo quería que enseñarlo en televisión fuera bastante pronto, porque me parece importante y puede concienciar mucho, pero no creo que sea mañana.

–Luis Galán ha hecho publicidad, vídeos musicales, ficción, documentales, largos, cortos... ¿Es un director inquieto? ¿Los proyectos van llegando o parten de una idea?

–Mitad y mitad. Lo más difícil es lanzar los propios si quieres que sean rentables, porque lanzar un corto lo hago mañana, pero los proyectos grandes es mucho más fácil que me llamen de cualquier sitio y me lo propongan. Ahora bien: en todo lo que me mandan a hacer me meto desde la creatividad. Por ejemplo: “Tenemos esto para que le quites 20 minutos y lo dejes con una factura más cinematográfica...”. No, no: dame todo el material que voy a hacer una película nueva. Igual en los vídeos musicales, los hago, pero yo me invento la historia. O tomo las riendas del asunto o no me siento creativo, no me siento creador.

–Es un condicionante para todos sus trabajos.

–Sí, entrar desde la creatividad aunque sea un anuncio.

–Me decía hace unos años en una entrevista que en sus trabajos es un apasionado de las metáforas.

–Por supuesto. Hoy mismo me estaba escribiendo con un productor y le hablaba todo el tiempo de esto. ¿Qué quiero contar con esto? Cada vez que pongo la cámara..., que es algo con lo que menos caso con el cine español en general. Yo tengo que ir desentrañando todo lo que hago, cada posición de la cámara. Siempre tiene que ser porque quiero contar algo de una manera en concreto, siempre centrarme en la metáfora, ya sea un documental, un anuncio, una peli... En la ficción es más fácil. Como espectador uno cuenta lo que querría ver, y es tan fascinante estar desentrañando todos los mensajes que están dentro de una película.

–¿Y ha tenido que renunciar a la metáfora en ‘Wuhan Zona Cero’?

–No, para nada. Yo escribí un texto completamente nuevo, una voz en off con la que me tomé varias jornadas con el equipo de doblaje para dirigir a la actriz, que me dijeron que había batido todos los récords, que nunca se habían tomado tanto tiempo para doblar un voz en off...

–¿Estoy viendo que Luis Galán es un poco pejiguero...?

–(Ríe). Sí, bastante. Tenían calculado una hora y media para la voz en off, y cuando llevábamos ocho horas... (ríe).

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