Artistas de Cádiz | José Dodero

La otra cara de la realidad

  • La pintura de José Dodero recrea un mundo artístico muy adecuadamente resuelto para que deje constancia de sus múltiples posibilidades

José Dodero pinta en su estudio.

José Dodero pinta en su estudio.

La pintura figurativa tiene en la provincia de Cádiz ilustres hacedores que están en la vanguardia de este tipo de expresión artística que se hace en España. Los nombres están en el imaginario de todos. Carmen Bustamante, Manolo Cano, José Carlos Naranjo, José Antonio Chanivet, Paco Mármol, Javier Palacios, Pepe Baena, Eduardo Millán, Antonio Lara, Pepe Cano, Cecilio Chávez, Yeyo Argüez, Carmen Guerrero, Fermín García Villaescusa, Jesús Rosa, Rocío Cano, David Maldonado, Pablo Fernández-Pujol, Antonio Vela… y un largo etcétera que sientan las bases de un realismo moderno apoyado en los estamentos de la gran pintura de siempre, puestos en valor tanto en su contenido como en su continente. Uno de esos artistas importantes que basan su pintura en una representación excelsa, ilustrando lo real con abiertos postulados y amplios planteamientos significativos, es José Dodero; artista gaditano nacido en 1989, que se encuentra posicionado, por tanto, en esa joven madurez que aúna la sensatez que proporciona un conocimiento dimanado de la reflexión y la conciencia creativa, esa que se sustenta en las fórmulas por la gran pintura.

Porque José Dodero es un pintor clásico; entendiéndose tal concepto como un hacedor consciente, que domina el sentido pictórico, que basa la creación en los principios de una técnica rigurosa que aclara perspectivas y despeja horizontes. De esta manera su pintura surge exultante, sin resquicios, constituida con todos los principios de un arte verdadero, claro y entusiástico. Sin embargo, la obra de José Dodero no se queda en las excelencias de una figuración efectista y epidérmica sino que avanza hacia una representación donde la realidad exacta adopta nuevas circunstancias significativas. Su pintura amplía los horizontes de la realidad para que éstos patrocinen asuntos estéticos comprometidos con una voluntad metafórica que hace transitar por escenarios donde lo real desentraña posiciones mediatas que ofertan bellas posiciones ilustrativas. Por su trabajo transcurre una iconografía que rompe el hilo conductor que se desprende de lo que la mirada capta. Así sus obras dejan abiertos campos de visión que no se corresponden con los habituales episodios significativos de lo absolutamente concreto; aunque en la mayoría de las ocasiones se basa en los propios elementos de lo real para componer episodios donde lo más inmediato adopta una conformación visual distinta. Existe como un nuevo simbolismo, como una realidad que suspende sus límites para dejar que nos adentremos por espacios presentidos, que marcan registros novedosos donde los caminos de la mente dejan entrever realidades nuevas que, además, están bellamente descritas.

La pintura de José Dodero interpreta los cotidianos asuntos, los hace menos inmediatos; más sutiles, con una fuerte carga simbólica que los aleja de lo estrictamente canónicos. Por sus obras transita una humanidad muy bien distribuida, con sus estructuras formales perfectamente adecuadas en fondo y forma y con unos esquemas que redundan en ese realismo del que parten; también se nos ofrece un paisaje espléndido, íntimo, expectante; rigurosamente estructurado para que la realidad no supere a la ficción afectada.

Dos momentos perfectamente diferenciados sobresalen en la producción pictórica del artista gaditano; ambos se formalizan con un lenguaje claro y preciso; sin distorsiones visuales. Por un lado, nos encontramos una pintura exuberante, sin resquicios para la duda que, además, posiciona una realidad transmitida con registros que son reales, pero que varían su estructura distributiva habitual. En ella juega con el simbolismo de los propios elementos conformantes generando un nuevo sistema ilustrativo. Junto a su preclara pintura nos encontramos con un retrato de sabia conformación que ilustra, en fondo y forma, la propia disposición física y psíquica del retratado.

En un universo artístico en el que existe demasiada permisividad en cuanto a la formulación de una técnica pictórica que, muchas veces, se deja abandonada para conceder mayor entidad a los postulados del concepto, la pintura de José Dodero se sustenta en los parámetros esenciales de la forma plástica adecuadamente postulada en los sistemas contundentes de lo clásico –tomemos la idea de Juan Ramón Jiménez que apostaba por lo clásico como aquello que es eterno–. Desde ese poderoso y básico planteamiento, el pintor accede a cualquier formulación. Por eso su pintura recrea un mundo muy adecuadamente resuelto para que deje constancia de sus múltiples posibilidades.

La historia del arte reciente deja bien a las claras que sus espacios están abiertos a todo y a todos. Ahí radica la clara esencia del arte contemporáneo. Sin embargo, la verdad artística requiere un planteamiento más contundente que la mera presencia concreta en el propio estamento creativo. Esa verdad debe estar sustentada por una clara consciencia artística, una adecuación correcta entre todos los modos y maneras y un desarrollo adecuado del concepto. Todo esto son esquemas inequívocos de la pintura de un José Dodero que marca claramente los tiempos de una pintura atemporal, perfectamente formulada y sabiamente estructurada para que deje la huella absoluta de la verdad artística. En su obra los efectismos no son argumentos; la esencia de la creación abarca todos los límites de una realidad que ofrece su otra cara, esa que abre amplios caminos para que por ellos circule la gran pintura de siempre, la que no ofrece duda y se establece sin trampa ni cartón.

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