Cultura

La agonía de los insectos

Hay novelas que más que un desarrollo presentan un pulso. Un rasgo que termina siendo su más que acertada expresión, ya que es precisamente en el aliento donde estas obras encuentran su sentido último. La novela de Fleur Jaeggy entraría dentro de esta clasificación. Con una trama de amor idealizado entre dos adolescentes, el argumento de partida llama, inevitablemente, a unas Criaturas Celestiales difuminadas. Con un poco más de tremendismo, con un poco más de desesperación, la novela se habría dejado de huellas y sugerencias para entrar de lleno en el territorio de la distorsión, de las obsesiones y los afectos enfermizos, tal que terminó sucediendo en la obra -y en la vida- de la escritora Anne Perry.

Los hermosos años del castigo presenta un inmejorable ejercicio de composición narrativa y análisis sentimental, esbozando todo aquello que es capaz de fermentar bajo la escarcha, bajo esos universos de soledad imprisionada. El silencio que late, en definitiva, en los mundos propios de telarañas e insectos.

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