Teresa Sanjurjo: "La identidad no ha de crearse a partir de lo excluyente"

La directora de la Fundación Princesa de Asturias visitó ayer las instalaciones de 'Diario de Cádiz' El Coro de la institución ofrece un concierto esta tarde en la iglesia del Carmen

Teresa Sanjurjo (izq.), junto a David Fernández, en la sala de hemeroteca de 'Diario de Cádiz'.
Teresa Sanjurjo (izq.), junto a David Fernández, en la sala de hemeroteca de 'Diario de Cádiz'.
Pilar Vera Cádiz

30 de abril 2015 - 05:00

Hacía tiempo que el Coro de la Fundación Princesa de Asturias no viajaba al sur. Que recuerden, la última vez que la formación se acercó a Sevilla fue a principios de los 90, aprovechando el efecto sumidero de la Expo. Ahora, veinte años después, el Coro ha ido ofreciendo un ciclo de conciertos que comenzó el pasado lunes en la Catedral de Sevilla y ha continuado en la seo de Jerez y en las iglesias conventuales del Carmen en San Fernando y Cádiz, donde recaba esta tarde. En su paso por la capital gaditana, los miembros del Coro realizarán una ofrenda floral al compositor Manuel de Falla en la que interpretarán el Ave Verum de Mozart junto al cuarteto de cuerda de la Orquesta Manuel de Falla.

Poner en marcha una coral desde la institución surgió como una "manera de aprovechar la tradición musical que siempre hemos tenido en Asturias", comenta Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias. La responsable protagonizaba ayer un encuentro junto al director de Diario de Cádiz, David Fernández, y el director adjunto de la cabecera, José Antonio Hidalgo.

"Lo de Ángel Nieto nos lo preguntan muchísimo -sonríe Teresa Sanjurjo-. Pero lo cierto es que, si nunca se le ha premiado, es porque nunca ha aparecido en las listas. Afortunadamente, hay muchos interesados en el premio". Y el que le hace ojos golosos, postula. El criterio de los Premios Princesa de Asturias no ha sufrido, en sus 35 años de historia, ni el más mínimo demérito. Un criterio que ha sabido ir más allá de lo convencional cuando lo ha considerado necesario, reconociendo en su momento la labor de artistas como Paco de Lucía o Leonard Cohen (Príncipe de Asturias de las Letras en 2011).

A los galardonados los seleccionan los jurados de cada categoría con quince días de antelación sobre la lista de candidatos. Recientemente, la institución ha considerado realizar una reducción del número de miembros del jurado (cada categoría cuenta con un máximo de veinte votos): "Tal vez podría hacerse, siempre siguiendo el criterio de diversidad de opiniones, en algunos apartados como Letras -explica Sanjurjo-. Pero hay otras categorías que engloban distintas especialidades, como Ciencias Sociales o Artes, en las que no es tan necesario".

Y si los más famosos premios de ámbito nacional son golosos también lo es su presupuesto: 5.300.000 euros para este 2015. De esta cantidad, 700.000 euros proceden de la administración pública y el resto, hasta un 85%, de patronos privados: ese mirlo blanco de la cultura. "También es cierto que siempre hemos tenido unos mecanismos de control, eficacia y mejora muy grandes con el presupuesto", apunta la directora.

Por no hablar de su impacto: "Ordenamos un estudio en el que se baremó la opinión de premiados, miembros del jurado, instituciones extranjeras, embajadores... Y resultó que los galardones otorgados por la Fundación Princesa de Asturias gozaban de más prestigio que de notoriedad".

Pero el prestigio del que gozan los galardones es mucho: sólo por detrás del Nobel en las categorías que se comparten con la Academia sueca. Un ejemplo de esto pueden ser las palabras de John Banville cuando visitó Oviedo el año pasado, llenas de retranca paddy: "Estoy más que satisfecho con este premio. No creo que nunca vayan a darme el Nobel porque no soy un antiguo escritor represaliado de algún país de órbita soviética. Y tampoco escribo precisamente en una lengua minoritaria".

Oviedo podría dedicarse a hacer rutas con encanto de los premiados. De la Mafalda de Quino sentada en un banco a la sombrerería tradicional que quería visitar Paul Auster ; de la tienda de diseño que montó un escaparate inspirado en la obra del arquitecto Frank O. Gehry a La Goleta, restaurante en el que Woody Allen zampaba croquetas. O incluso la misma Facultad de Ciencias, donde Peter Higgs y François Engler terminaron compartiendo botellines de cerveza con los alumnos.

Esta dinámica de implicación con la ciudad responde al mismo esfuerzo de la Fundación, que trabaja por hacer partícipes de la labor de los premiados a colectivos sociales "de base", como colegios o clubs de lectura. Pero, también, a la propia iniciativa de los ciudadanos: "No dejamos de recibir solicitudes de todo tipo que nos dicen: 'Queremos hacer cosas con los premiados'. De todo tipo -indica Sanjurjo-. Por ejemplo, elaborar una sopa que pudiera conquistar a Mafalda".

"Lo cierto -continúa-, y considero que es de lo más importante de estos premios, es que han conseguido establecer una conexión emocional con Asturias. La gente los percibe como una oportunidad de crecer, de escuchar distintas voces. Es un orgullo bien entendido por el que los valores de un lugar tratan de abrirse al mundo. La identidad propia no ha de crearse en la idea de que uno es mejor, no ha de ser excluyente".

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