Cultura

Sólo falta ella

  • Mañana se inaugura en el Castillo de Santa Catalina la muestra 'Mariana de Cádiz, Mariana de la libertad', en homenaje a la querida cantaora gaditana

Rodeados de sus trajes, de su maletín de maquillaje, de sus discos y cassettes. Rodeados de su imagen, por todas partes, de bebé, haciendo la comunión, sembrá con 19 años en una caseta en la playa La Victoria, en su espléndida madurez, mirando a cámara como sorprendida en el apunte de la risa, llenito de felicidad su rostro. Rodeados por todo lo que guardó como hormiguita, por sus enseres más queridos y sus premios más importantes, una idea ronda la mente de los presentes, una reflexión compartida que nadie quiere decir en alto hasta que Luci Vera, una hermana más que una amiga, se atreve a darle forma. "Hay de todo aquí, ¿verdad? De fotos, de carteles, de trajes... Sólo falta ella..." Asentimos. Apenas hay un momento para dejar caer los brazos. Luci cuenta una anécdota de las suyas. Y estallan las risas en la sala baja de San Juan. La de Javier Osuna, otro amigo fiel y comisario de la muestra; la del técnico del Ayuntamiento Eduardo Bablé y la de Meli Agulló, hija de la queridísima Mariana Cornejo, que está y que falta, en el Castillo de Santa Catalina mientras se perfilan los últimos detalles de la exposición homenaje que se inaugura mañana a las nueve de la noche.

"Hay de todo, y lo que hay ahí guardado... porque es que todo no cabe", Meli no exagera. Cartelería, centenares de fotografías, discografía, objetos personales... Es complicado contabilizar el contenido de la exposición dedicada a la figura de la fallecida cantaora gaditana que se podrá visitar en la fortificación junto a La Caleta hasta el próximo noviembre.

Los artífices de la muestra explican los detalles, van descubriendo las historias que se esconden tras los objetos al igual que el valor añadido del que el visitante no se percatará a simple vista. "Todo lo que ves aquí -dice Javier Osuna- lo guardó ella. Quiero decir con eso que, cada recorte de prensa que ves está plastificado por ella, ese sobre del premio de Radio Cádiz de 500 pesetas lo conservó ella, aquel traje lo guardó con todo el cariño porque se lo puso cuando le dieron el carné de artista... Si Mariana no hubiera tenido esa forma suya, de conservar y guardar todos estos objetos, no hubiera sido posible esta exposición".

Su hija asiente y da un paso más. "A mí me decía, "el día de mañana te pedirán todas estas cosas para hacer un museo", claro, ella se refería a dentro de mucho tiempo cuando yo fuera viejecita...". Luci, siempre al quite, igualmente emocionada pero sacando fuerza de su ánge natural, no tarda en darle la vuelta al tono de la situación: "Mira, si tú supieras lo que era esta Marianita guardando... Hemos encontrado recibos de la luz del año 10. Y yo mirando para arriba peleándome con ella, "Mariana de mi corazón, ¿también guardaste las facturas de Movistar? ¡Qué de papeles, hija de mi alma! Qué de papeles y qué de gafas llevaba esa Mariana en el bolso, de cerca, del lejos, de sol... Mariana, ¿qué eres Ópticas Iglesias? le decía yo..."

Así, entre risas y alguna lágrima, las personas a las que quiso y quisieron a Mariana nos llevan de la mano por los trajes de Tere Torres, de Jorge Duende y de Antonio Ardón, que lució la artista en unos y otros momentos de su carrera. "Éste es su primer traje de artista, que se lo hizo ella misma", "estas son algunas de sus joyas y, éstos, sus mantones". Y, ¿esta jeringuilla?, preguntamos. "Pues es que ella ponía inyecciones, no me ha puesto a mí ninguna...", reía Meli. "Pues no te lo he dicho, chiquilla, ¡guardaba todo!", apostilla Luci.

Pero antes de llegar a los vestidos -al fondo de la sala- un reguero de imágenes nos hablan de la Mariana familiar, no de la artista. "Es que ese era una de los objetivos de la exposición. Está claro que había que mostrar la faceta artística de Mariana, pero hemos creído que aún es más interesante completar esa faceta conocida con la más desconocida, así tenemos aquí fotografías de cuando era pequeña, de su juventud, también imágenes más contemporáneas pero de fiestas familiares con su hija, con sus nietos, con su marido". Mientras el comisario de la muestra habla señala las fotografías, unas, colgadas de la pared; otras, dispuestas en unos bancos protegidos por un cristal. Y ahí está una pequeña Mariana con su abuela María ("mi madre tenía esta foto en el cabecero de su cama", detalla Meli), una de bebé en la cama, otra con sus primas y sus tías en una plaza del Palillero irreconocible, fotografías en la azotea de la casa (típicas imágenes que se tomaban en los años 50), otra junto al taxi de su padre, otra en un maravilloso medio perfil con once añitos...

"Meli, cuéntale la historia de Juan Luis", anima Osuna señalando al muchacho bien plantado que acompaña a Mariana en varias instantáneas a lo largo del tiempo. "Juan Luis era un gran amigo de mi madre, su confidente durante mucho tiempo. Era un admirador de ella desde jovencitos, yo creo que se proyectaba en ella. Era homosexual y siempre la aconsejaba de cómo se tenía que vestir, que peinar, cuando ella empezaba y también qué muchacho le convenía, cuál no... Juan Luis fue muy bueno para mi madre y para su familia, le quitó mucha hambre también, ¿sabes? Era lechero y siempre le traía cosas a mi abuela y eso en los tiempos de antes cuando la cosa estaba mala", va revelando la legataria de tantas y tantas historias y que no deja de agradecer a todos los que han hecho posible esta muestra. "Al gobierno municipal anterior y al de ahora, a los técnicos, a Javi Osuna, a Luci que me ha ayudado tanto..." "Lo de Luci no lo pongas, que yo soy familia y a la familia no hay que agradecerle nada", contesta la aludida.

La Mariana más íntima pasa, a cada paso del visitante, del blanco y negro al color. Cumpleaños con su hija Meli; una tarde con Vicente; dos tiernas imágenes en la misma pose con Luci y con Osuna cuya diferencia es de 25 años; una boda de la familia; una fiesta... Y con los amigos artistas. ¡Cuántas y cuántas imágenes! Ahí está con El Cabrero, allá con Sara Baras, en aquella Fosforito le acaricia tiernamente la mejilla, en la otra está con El Junco, allí cantándole a Leonor Márquez y a Lidia Diánez, otra en plena entrevista con Enrique Treviño, y en otra más compartiendo mesa y conversación con Fernando Quiñones. "Éste que le acompaña aquí es el tocaor Eloy Blanco, un guitarrista muy paradigmático de su época", llama la atención Osuna que confirma también una sensación que queda en el visitante tras ver la muestra. Que los objetos nos hablan de Mariana pero también del Cádiz de un tiempo, un Cádiz que se ha ido diluyendo a veces, para bien y, a veces, para mal...

Seguimos el recorrido. El montaje de Mariana Warhol nos da paso a otra estancia donde se custodia la partitura de Torre de arena con la que Cornejo ganó el primero premio de Canción Española. También están los galardones y reconocimientos y la cartelería de esa lejía y fregasuelos que ella anunciaba con tanto donaire en una coplilla que todavía se recuerda... ¡Y el rincón japonés! Todos esos recuerdos y cartas compartidas con su amiga Kayako, con la que se le ve también en una fotografía (y otra de arte de Mariana en kimono).

Y la cartelería. La cartelería que nos dice que en un momento era "la mascotilla de la radio", en otro "La Paquira" (por su tío Paquiro) y que ya desde el 56 empezó a ser anunciada como Marianita Cornejo. La cartelería que nos cuenta que actuó con La Perla, entre otras figuras del cante de Cádiz, y cómo fue ascendiendo su carrera pasando su nombre, cada vez, más arriba, cada vez, mejor rotulado, cada vez, más grande.

Mariana de Cádiz, Mariana de la libertad, se llama la exposición, como el remate de las bulerías que para ella escribió el comisario de la muestra. Una letra que el visitante puede leer en la pared de la sala, junto con el currículum de Mariana, escrito por ella, reproducida su rúbrica. Porque hay de todo en la exposición, hasta su firma. Pero, lástima, sólo falta ella.

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