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Historia

Revelaciones e incógnitas del Castillo de La Isla

  • El investigador Juan Antonio Fierro resume en un libro la historia y la recuperación de la fortaleza medieval del Logar de la Puente

Juan Antonio Fierro posa en la plaza de San Juan de Dios con su libro sobre el castillo de San Fernando.

Juan Antonio Fierro posa en la plaza de San Juan de Dios con su libro sobre el castillo de San Fernando. / Álvaro Jaén

San Fernando tiene un castillo con historia. Hasta aquí, nada nuevo. Conocido popularmente como el Castillo de San Romualdo, el edificio fue felizmente recuperado hace ya bastantes años para el patrimonio isleño, y el investigador gaditano Juan Antonio Fierro Cubiella aprovecha la jubilación de Antonio Sáez Espligares, que fuera director del Museo Histórico de San Fernando y una persona “capital” en el proceso de recuperación del castillo, para homenajear a su figura y, de paso, resumir en un pequeño libro la historia de un conjunto monumental, con sus revelaciones y sus incógnitas, al que para empezar titula con su nombre original: Comentarios sobre la fortaleza medieval del Logar de la Puente.

El propio Fierro explica la génesis de su texto: “La obra nació como un artículo dirigido al homenaje que se le está haciendo al director Antonio Sáez, y se me ocurrió actualizar un poco lo del Castillo de la Puente. Es una revisión de lo dicho y un volver a decir que a mí no me coinciden los datos históricos con los arqueológicos, que aún hay mucho que estudiar”.

La primera curiosidad surge en su nombre, pues en La Isla y la provincia es conocido como Castillo de San Romualdo. Fierro entiende que antaño hubo una confusión surgida en el siglo XIX: “La gente lo conoce por San Romualdo. Parece ser que es un error de Pascual Madoz, de su diccionario estadístico, geográfico e histórico, que identifica San Fernando con San Romualdo. Hasta ahora no hay un origen de ese nombre tan extraño en Andalucía. Yo intento recuperar su nombre antiguo, el castillo del Logar de la Puente, que es el auténtico, el que pervive. Lo que pasa que a finales del XIX Madoz impuso lo de San Romualdo. Hay autores que lo relacionan también con monjes, pero ahí realmente no ha habido nunca una estructura conventual ni religiosa”.

Fierro sitúa históricamente la construcción del castillo en el siglo IX, aunque recuerda que lo usual es creer que se levantó en el siglo XIII, con lo que tampoco está de acuerdo. “Se identifica con un ribat –señala el autor del libro–, pero como no coincide la cronología, vienen a decir que es un castillo construido en fase cristiana pero por alarifes musulmanes, lo que a mi entender es un poco contradictorio”.

Fierro, además, une el origen de las fortificaciones en San Fernando con el de Cádiz, en una época en la que las poblaciones no son tan distintas: “Yo lo relaciono con los ataques normandos, cuando empiezan a fortificar la costa, y la ciudad de Cádiz se fortifica y también San Fernando, que hoy los vemos como municipios distintos pero que entonces formaban parte del mismo sistema defensivo de una isla. Había que proteger la puente, pero no para la idea de hoy en día, sino que tenía que tener una cabeza de turco dentro de la isla para facilitar la entrada de gente desde el continente para defender la isla. No es al revés, no es un castillo para defender el puente, sino para facilitar el paso en caso de que hubiera otra invasión. Se ve muy bien esa historia con el asalto inglés a Cádiz, cuando el castillo queda en manos de los españoles que están esperando que lleguen refuerzos, las tropas del duque de Medina Sidonia, pero no llegan y la plaza cae”.

El investigador también deja hueco en su obra a los antecedentes romanos del puente Zuazo y de su entorno: “Pienso que no tenemos conciencia de que todavía se conserve el puente romano, que lo han estudiado gente especializada, y el puente Zuazo está cimentado y tiene bastante aprovechado de restos romanos, de eso no se tiene conciencia. Ese es el paso del acueducto, pero también de la calzada hacia el continente. Algún tipo de zona de descanso o asentamiento tuvo que haber. De hecho, los restos romanos que se están localizando no son grandes elementos estructurales, sino de hábitat normal. San Fernando era un lugar de expansión, el acueducto necesitaba un puente para pasar y era la zona más cercana al continente, y es más que probable que por allí fuera la calzada”.

Recuerda finalmente Juan Antonio Fierro cómo en la década de los 90 en este castillo había talleres, reñideros de gallos, algún bar... Fue una ocupación que, reconoce, al menos mantuvo en uso el edificio, tuvo “un mínimo mantenimiento”, pero sin que se le diera el valor que tenía y que, entre otras cosas, motivó su recuperación para la ciudad con una rehabilitación, como suele ser habitual, que tuvo sus críticas, y que tampoco gustó a Fierro: “Apareció un castillo dentro de otro castillo, una serie de estructuras que yo, creo, que son las del siglo noveno. Un castillo embutido en otro castillo, que lo habían reforzado y aprovechado. Eso era muy bonito”.

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