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Crítica de arte

Pintura con absoluta personalidad

  • Por las obras de Ramón Muñoz transcurre un mundo esencial, sin reveses, casi aséptico; un universo de imposibles posibles que asume las circunstancias de una realidad inquietante

  • El artista expone en Casa de Indias, en su Puerto natal

Algunas de las obras de Ramón Muñoz.

Algunas de las obras de Ramón Muñoz.

Uno de los grandes problemas del arte en general y de la pintura en particular es la falta de personalidad. Hoy todo se parece a todo; los artistas que han encontrado unas maneras diferentes y sustentadoras de aciertos por su calidad, sus formas únicas y sus conceptos acertados son seguidos y copiados hasta la saciedad, con burdos planteamientos que, a veces, sonrojan por la poca consideración a lo que, de verdad, se ha realizado con criterio, sentido de lo artístico, conciencia plástica y autenticidad. Son muchos los artistas que conocemos que, en poco tiempo, han visto crecer como setas imitadores que no tienen reparos en ofrecer parecidos –por no decir iguales– argumentos de aquellos que han visto alcanzar posiciones de sabia trascendencia. Algunos de ellos, con grandes dosis de osadía y poca vergüenza, son capaces hasta de considerarse descubridores de la penicilina. De esta manera nos encontramos infinidad de pintores que recrean, a su manera esquiva, los excelsos argumentos distópicos de Paco Pomet o las espectaculares representaciones de Santiago Ydáñez, o, en otro sentido, fórmulas abstractas de pobres resultados plásticos mirando de reojo a la esencialidad manifiesta de Rubén Guerrero, por poner sólo tres ejemplos con artistas de la zona, que ven cómo sus cuadros son inquietantemente reproducidos por inconscientes que, además, se postulan como inventores de no sé muy bien qué.

Por eso, unos planteamientos personales, manifestados con un lenguaje lleno de identidad, portador de las máximas particularidades y de los esquemas de mayor pureza, no son excesivamente habituales en una plástica –sobre todo en la pintura– donde la igualdad es una de las más evidentes consideraciones.

Es Ramón Muñoz un joven pintor portuense, con pocos años en los ambientes artísticos pero con una fortaleza plástica fuera de toda duda. Licenciado en Bellas Artes en la Facultad hispalense, ya sabe lo que es exponer en galerías de solvencia y haber debutado con fortuna en la plaza madrileña, allí desde donde se irradian los plácemes para seguir caminando o se escuchan los silencios para aquellos que poco se han demostrado. Es, por tanto, uno de esos artistas de los que se consideran emergentes; algo que traducido resulta que es alguien con posibilidades y que a los que nos interesa esto debemos seguir.

César Jiménez, el que mejor sabe apostar, con bien y para bien, en el arte contemporáneo de la zona, se ha traído quince muy buenas piezas del artista portuense hasta su espléndido y particular espacio de la que fue casa natal de Pedro Muñoz Seca, hoy afortunadamente, convertido, no en bloque de pisos turísticos sino en una especie de centro artístico donde podemos encontrarnos con una buena exposición, una residencia para artistas o unas bellas habitaciones donde pasar el tiempo en El Puerto.

La realidad tiene muchos esquemas representativos; infinitos diría yo; lo que pasa es que, en este arte tan igual y adocenado, todo lo sentimos parecido. La obra de Ramón Muñoz destaca por representar una figuración distinta, no sujeta a aquello tan usual de “a la manera de”. En su pintura, la representación pierde sus connotaciones habituales para manifestar un nuevo estamento ilustrativo. El artista parte de un paisaje humano normal, pero extrema la situación de la figura y la hace especial; argumentada desde otro prisma conceptual y dejando que ella prorrumpa en una situación extraña a lo que la mirada –poco creíble por captar siempre lo mismo– descubre. Ramón Muñoz crea un estamento humano a contracorriente; un personaje que deja de ser inmediato para adoptar una nueva realidad indefinida que la hace particularmente personal.

El artista portuense Ramón Muñoz. El artista portuense Ramón Muñoz.

El artista portuense Ramón Muñoz.

La humanidad de Ramón Muñoz es mediata, circunda lo real sin abandonar una existencia, que parece ficticia pero que contiene elementos cercanos. En su obra todo está magnificado. Sus personajes nos adentran por las esculturas poderosas de Paco Leyro, por las poliédricas formas del arte arcaico o por los estamentos estáticos que se encuentran en las obras de Edward Hopper. Por sus obras transcurre un mundo esencial, sin reveses, casi aséptico; un universo de imposibles posibles que asume las circunstancias de una realidad que crea las mayores de las inquietudes.

En Casa de Indias nos volvemos a encontrar con un arte a contracorriente; con unos esquemas artísticos que ponen en evidencia que la realidad del arte tiene infinitas fórmulas y que insistir en las mismas es algo aburrido y poco edificante. Ramón Muñoz nos demuestra por dónde puede circular una figuración abierta, atractiva, alejada de epidérmicos efectismos y posicionada para que el espectador vea en ella uno de los muchos caminos por donde la buena creación artística puede circular sin tediosas manifestaciones. Es un artista con personalidad, con mucha personalidad; con un lenguaje particular; unas ideas claras y un desarrollo artístico que descubre a un autor convencido y convincente.

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