Cultura

Pamplona continúa rendida al vallisoletano Joselillo

  • El diestro castellano corta una oreja a un gran toro, en la muleta, de Dolores Aguirre · Salvador Cortés y Alberto Aguilar, en blanco, pasan de puntillas

GANADERÍA: Corrida de Dolores Aguirre, muy desigual en presentación y juego. Todos mansearon en los primeros tercios, aunque cuatro de ellos dieron juego en la muleta; destacando el tercero. TOREROS: Salvador Cortés, de azul y oro. Estocada (silencio tras dos avisos). En el cuarto, casi entera y descabello (silencio tras aviso). Alberto Aguilar, de blanco y plata. Pinchazo y casi entera caída (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos). José Miguel Pérez 'Joselillo', de grana y oro. Estocada (oreja). En el sexto, estocada (vuelta al ruedo tras petición minoritaria). Incidencias: Plaza de toros de Pamplona. Sábado 9 de julio. LLeno. Pedro Mariscal sufrió un varetazo en el muslo derecho por el primer toro.

La ganadería Dolores Aguirre, que en la pasada Feria de Abril naufragó en su presentación en Sevilla, llegaba a Pamplona como divisa triunfadora de los pasados Sanfermines. En esta ocasión, el encierro no fue tan espectacular para el público, sobrecargado de mansedumbre; pero sacó buenas cualidades para el torero, con cuatro toros que embistieron, en distinto grado, en la muleta; destacando el tercero, al que José Miguel Pérez Joselillo cortó una oreja.

Joselillo es un ídolo en Pamplona, público con el que mantiene un idilio. El mocerío lo sacó el año pasado a hombros tras desorejar a un toro de la misma ganadería de ayer: Dolores Aguirre. "Jo-se-lillo, illo, illo...", suelen cantar los pamplonicas, en ese fervor que sienten por este diestro.

El vallisoletano tuvo en suerte, en buena suerte, al mejor toro del encierro, el tercero, del que consiguió un generoso trofeo. Porque Joselillo estuvo por debajo de Langosta, muy bueno por su nobleza en la muleta. El torero realizó una faena que no pasó de correcta y en la que faltó reposo. Recibió al astado con una larga cambiada de rodillas en las rayas. Y con la franela, tras una tanda de rodillas, que abrió con un molinete, consiguió hilvanar una serie buena por cada pitón. Mató de buena estocada y eso fue decisivo para conseguir la única oreja del festejo, un premio menor en consonancia a las cualidades del astado.

El sexto fue todo lo contrario, un astado con malas intenciones. Joselillo se entregó en un trasteo guerrero, que comenzó con un muletazo por la espalda y terminó con una estocada. Dio una vuelta al ruedo por su cuenta.

Salvador Cortés, otro de los toreros predilectos del público navarro, y su compañero Alberto Aguilar, pasaron de puntillas. Con el manso que abrió plaza, pero que metió bien la cara tras la muleta, con el defecto de salir suelto, Salvador Cortés realizó una labor muy larga, sin acierto y sin frutos. El sevillano comenzó de manera explosiva, con unos muletazos con la diestra, rodilla en tierra, en los medios. Continuó en esos terrenos. Pero sólo fue al término del trasteo, junto a tablas, cuando el astado se entregó con cierta fijeza. El toro, tras un espadazo, propinó un varetazo a Pedro Mariscal en el muslo derecho, cuando apuntillaba. Y Cortés escuchó dos avisos.

El cuarto toro, mal construido, cuesta arriba, resultó complicado. Salvador Cortés se mostró pundonoroso en una labor en la que al cerrar un natural el toro hizo por él y le persiguió haciendo hilo; librándose por tablas de la cogida.

Alberto Aguilar tuvo como primer oponente a un manso que persiguió la muleta con movilidad, aunque sin clase. El trasteo, pese a que el torero estuvo voluntarioso, no dejó huella. Recibió al quinto con una arriesgadísima larga cambiada de rodillas. El toro persiguió la franela por ambos pitones, metiendo bien la cara en algunas tandas. Aguilar realizó una labor larga y carente de enjundia.

La tarde, en su balance artístico, dio poco de sí. La divisa de Dolores Aguirre mantuvo el tipo, con cuatro toros que en distinto grado ofrecieron embestidas en la muleta. Y, por encima de todo, quedó patente que Pamplona continúa entregada a Joselillo, quien contó con el mejor toro del encierro, el tercero, al que cortó únicamente una oreja.

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