Mapa de nuestras queridas macetas

La artista sevillana lleva a la sala Neilson Gallery de Grazalema la exposición 'Cartografías de afectos vegetales', con una pintura de clara iconografía floral con variados desenlaces

La artista Rocío Arregui, durante una anterior exposición en Sevilla.
La artista Rocío Arregui, durante una anterior exposición en Sevilla.

26 de julio 2014 - 05:00

Muchos son los valores que se observan, desde su creación, en el transcurrir de la galería que dirigen Maru Redondo y Jack Neilson en la bella Grazalema; absoluto heroísmo en los tiempos que corren y en una población de la sierra de Cádiz. Creo, no obstante, que de todos ellos sobresale la gran labor que vienen planteando en apoyo del arte andaluz. Nombres de artistas andaluces, de muy dispar naturaleza creativa, de todas las tendencias artísticas y de todos los planteamientos estéticos se han venido sucediendo, sin solución de continuidad, en el bello espacio artístico de la calle Mateos Gago de la localidad serrana. Desde el sevillano Manolo Salinas, uno de los más grandes pintores abstractos españoles a la joven cordobesa María Ortega Estepa, una de nuestras más firmes artistas del momento, pasando por David López Panea, Chema Cobo, Jesús Marín Clavijo, Yeyo Argüez, los miembros del grupo Vendaval, Juan Ángel González de la Calle, Ruth Morán, María José Gallardo, Ramón David Morales, entre otros, así como la que, ahora, ocupa las paredes de la galería, la artista sevillana Rocío Arregui.

A la artista nacida en la bella localidad de Osuna la llevamos conociendo desde hace tiempo, de los momentos iniciáticos de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, de su transcurrir, con paso firme, por la pintura figurativa de amplia conformación, hasta llegar a la actualidad donde, ya, observamos la evolución clara, serena y pausada de una pintura que ha abandonado parte de su primer carácter formal y de su sentido expresivo a favor de un especial planteamiento conceptual.

La muestra de Rocío Arregui en Grazalema nos presenta una serie de dibujos, pinturas y una vídeo performance en las que se observa una protagonista muy especial: la planta de interior, ese íntimo ser que convive con todos y al que se somete a muy diversas circunstancias, desde elemento de decoración y objeto de compañía hasta realidad afectiva de intimísima emotividad.

La exposición que responde al título de Cartografías de afectos vegetales nos hace transitar por una pintura de clara iconografía floral con variados desenlaces conceptuales. Desde un punto de vista representativo, se trata de una obra que ilustra, con todo rigor pictórico, una serie de plantas de las que habitualmente tenemos en nuestros domicilios; representación natural a la que se añade unas referencias geográficas sobre los lugares de procedencia de las mismas. Pero, tras la imagen expresiva de tan particular flora, la artista ursaonense plantea un desarrollo conceptual mucho más comprometido que el que desentraña desde el cuidado sistema formal. Existe un ejercicio de identidades, lo inmediato, la planta cercana y cotidiana, esa que tenemos en el alfeizar de la ventana, en el rincón del salón o en la encimera de cocina, tiene su contrapunto de suma mediatez, la procedencia de cada especie que la autora rastrea y señala en una especial cartografía, y que, además, sirve como elemento decorativo en las estampaciones florales de los vestidos. Encontramos, al mismo tiempo, un sentido de relación, de lo cercano y lo lejano, de la raíz esencial y su destino final y, sobre todo, ese concepto de afectividad que tienen las macetas de flores de nuestro entorno, de esos patios andaluces llenos de plantas que, más que simples adornos o elementos de la cultura popular, son objetos de afecto a los que se les cuida, se les habla, se les mima y se les quiere.

Muy sugestivo y que compendia todo el sentido de la muestra es la vídeo performance Autosostenible, protagonizada por la propia artista que lleva a sus espaldas un carrito cargado con las macetas del hogar, llevándolas con toda ella a todos los sitios. Se trata de un paso adelante en ese contundente juego de ambigüedades que encontramos en toda la exposición.

De nuevo, lo mejor del arte andaluz llega a Grazalema, a una galería que, otra vez, se convierte en estación de destino de lo más significativo de nuestra creación.

Neilson Gallery Grazalema

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