'Macbeth': la sangre corre de nuevo
La versión de la obra de Shakespeare, con Fassbender y Cotillard está en las carteleras El director Justin Kurzel busca "una relación más íntima con el texto" que las adaptaciones previas
Tras cautivar a directores como Orson Welles, Akira Kurosawa y Roman Polanski, Macbeth, el personaje trágico de Shakespeare, vuelve a oír la profecía de las brujas y a dejarse arrastrar por la ambición. El australiano Justin Kurzel ha concebido la historia de este guerrero que codicia ser rey como un western ambientado en el crudo invierno escocés, y para el empeño ha reclutado a dos de los actores más respetados del momento: un vulnerable Michael Fassbender que se mancha las manos de sangre instigado por Marion Cotillard, que presta sus facciones a Lady Macbeth. Proyectada en la última jornada en Cannes -también se vio en Sitges- y recibida con diversidad de opiniones por la crítica, que celebra la plasticidad de la propuesta o la acusa de ser demasiado esteticista, la versión de Kurzel llega mañana a las salas españolas.
Interesados en la mirada renovada que intérpretes como Jude Law, Tom Hiddleston y Benedict Cumberbatch estaban aportando sobre la escena al repertorio de Shakespeare, los productores del proyecto se atrevieron a sacar adelante otro Macbeth, conscientes además de que el material poseía una vigencia extraordinaria en un tiempo en el que la codicia y la corrupción parecen haberse erigido en una suerte de valores morales. Los responsables de la película querían aportar "un punto de vista mucho más moderno y cinematográfico", la certeza de que Macbeth y su mujer son un "producto del mundo en el que habitan".
Los productores encargaron la dirección a Kurzel, convencidos de que las virtudes que se apreciaban en su primer largo, Snowtown, una lograda atmósfera y un evidente interés en la profundidad psicológica de los personajes, podían facturar un Macbeth rotundo. Una vez embarcado en la propuesta, el realizador trabajó el personaje como si fuera un guerrero con estrés postraumático, "una especie de soldado abandonado que sufre un trauma. Damos a entender que Lady Macbeth y él han perdido a un ser querido. Por ello, la profecía y la intención de matar al rey asumen una resonancia distinta, y ello permite a esos dos personajes, en tanto que pareja, avanzar y pasar página".
Fassbender se sirvió de esas pistas para un personaje para el que, según algunas reseñas, parece haber nacido. "A Macbeth le abruman alucinaciones que le llevan hasta la psicosis. En la secuencia del banquete se dice a sí mismo: Si alguien de aquí me conoce, sabrá que me embargan estas crisis extrañas. Este hombre ya padecía esta patología antes de los hechos que relata la pieza, y ello me ha ayudado mucho a comprender al personaje, su vida y cuanto ocurre en su cabeza".
El actor, que acaba de estrenar Steve Jobs, el papel por el que es uno de los favoritos al Oscar, se entregó de tal manera a Macbeth que se convirtió en una especie de inspiración para el equipo en un duro rodaje realizado en exteriores en pleno invierno. "Se implica de tal modo en lo que hace, posee tal fuerza física y se centra tanto en su personaje, que se volvió un auténtico jefe para todos nosotros", cuenta la productora Laura Hastings-Smith. "Nos decíamos que si Michael llegaba, también podíamos llegar nosotros".
Macbeth supone un nuevo desafío para un actor que no ha parado de crecer, y que ha brindado un puñado de papeles extraordinarios en los últimos años en películas como Shame, Un método peligroso, Jane Eyre o 12 años de esclavitud. "Su interpretación no tiene nada de teatral: se percibe perfectamente el estado de ánimo de este hombre. Se ve cómo la locura se va apoderando de él, y sabemos que no hay nada que hacer, que no se le puede ayudar", sostiene el productor Iain Canning.
La sintonía que surgió entre Kurzel, Fassbender y Cotillard ha motivado que ahora repitan en la filmación de Assassin's Creed. La actriz de La vida en rosa y De óxido y hueso está ya acostumbrada a rodar en inglés, pero en Macbeth tuvo que enfrentarse a la complejidad del texto original. "Shakespeare puede ser difícil de comprender, incluso para los ingleses, pero ello ha suscitado una energía que nos ha animado a lo largo de todo el rodaje", defiende la francesa. Su compañero matiza: no han aligerado la obra. Han hecho como con cualquier guión, apunta Fassbender. "No se ha querido sabotear este texto magnífico sino utilizarlo para el proceso y hacerlo propio. Desde el principio, Justin quería una relación más íntima con el texto en comparación con las adaptaciones previas".
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