Julián Delgado muestra su mirada más íntima
La galería Rafael Gordon acoge una exposición de 24 desnudos, donde la belleza clásica se fusiona con la actualidad
Los trazos más íntimos de Julián Delgado se dejaron ver ayer. La galería Rafael Gordon abrió al público su serie Miradas al desnudo, donde el formato clásico por excelencia se funde con elementos de carácter contemporáneo, sembrando ante el espectador un panorama "de equilibrio". Al menos es ésta la intención del artista gaditano: "El desnudo ha sido uno de los grandes referentes en la historia del arte, es el ideal de la belleza y es lo que perseguimos todos. Y para alcanzar este equilibrio con la actualidad introduzco en mi obra el código de barra y el código binario". De hecho, ambos elementos compositivos se han convertido en todo un referente en la obra de Delgado. El código de barras, como excusa para contar al mundo "que todo está normalizado, automatizado y controlado", mientras que el código binario surge a raíz del descubrimiento de los números "que siempre dicen algo, sólo hay que traducirlos".
Se trata, en definitiva, de lo que Julián Delgado denomina la "deconstrucción" de sus creaciones. Es decir, "empiezo con el desnudo clásico con todos sus elementos y luego la deconstruyo, intentando que se integre con el fondo, para que todo tenga un peso específico, que todo sea uno y así se alcance el equilibrio".
El fin del autor, recientemente premiado por la Fundación Vipren, es "romper con la rutina actualizando el retrato clásico". Y lo hace aportando miradas muy distintas de todo tipo de desnudos -en total 24 y en su mayoría femeninos-, desde el maternal al más sensual, pasando por la desnudez de una mirada profunda. Alejandro Botubol, amigo de Delgado, lo expresa así en el prólogo de esta exposición: "Julián selecciona a su anónimo objetivo, apropiándose de imágenes encontradas... consiguiendo seguidamente extraer el carácter reflexivo y el erotismo de la mujer con un marcado rigor estético". Figuras que el autor corona maravillosamente con tonos azules y ocres, colores "inevitablemente vinculados a la tierra, su luz y carácter alegre". Tonos bien distintos a los que emplea en la muestra que sobre los taxis de Nueva York, Yelow cabs, está preparando para exponer el próximo otoño en Caja Inmaculada.
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