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tribuna de opinión

Imágenes de cine en la prensa de Cádiz

  • Un homenaje a los maestros del fotograbado en la capital gaditana

En el mundo de la tecnología digital y la inculta desmemoria en el que vivimos, se nos hace muy difícil conocer y valorar en sus justos términos muchas de las técnicas que, como las "artes gráficas", practicaban en Cádiz grandes artesanos, algunos de los cuales aún viven entre nosotros. Técnicas y personas gracia a las cuales, entre otras cosas, la cultura de la imagen fue ganando terreno en la prensa local y en nuestras vidas.

El fotograbado, la compleja técnica por la que una fotografía, o un dibujo, terminaban siendo grabados metálico (para situarlos entre los "tipos" metálicos de las letras que componían los textos) que se entintaban e imprimían sobre el papel del periódico, ya empezó a utilizarse en el Diario de Cádiz en 1895, aunque de forma muy esporádica.

Durante las primeras décadas del siglo XX aún los periódicos gaditanos tenían mucho texto y escasísimas imágenes. Situación que fue cambiando en los años cuarenta y, sobre todo, en la década de los cincuenta del siglo XX, cuando el despegue de la sociedad de consumo reclamó mayor uso del fotograbado para elaborar las imágenes de los anuncios publicitarios.

En Cádiz, durante los años cincuenta, el procedimiento fotomecánico se realizaba en los talleres del Diario de Cádiz, en la calle Ceballos, nº 1, en los talleres de ESCELICER S.A. (Establecimiento Cerón y Librería Cervantes), en la calle Obispo Calvo y Valero (hoy Hospital de Mujeres), nº 6, donde se imprimía La Información del Lunes, y, entre 1949 y 1952, en la imprenta del semanario La Voz del Sur, situada en la calle Fernando García de Arboleya (hoy Plaza de Viudas), nº 9 . Tanto Diario de Cádiz como Escelicer también realizaban trabajos de fotomecánica para los clientes particulares que lo demandaran, labores en las que Escelicer hacía valer la mejor calidad técnica de sus fotograbados.

Concretando el uso de esta técnica en la publicidad de las películas que aparecían en los periódicos, debemos decir que esta se limitaba a los estrenos excepcionales, que era cuando las empresas de los cines contrataban la inserción de viñetas con imágenes, ya que habitualmente la publicidad de las películas se limitaba a insertar su título, acompañado de un breve texto, en las secciones de "cartelera" o "espectáculos".

Por aquellos años, las dos grandes empresas exhibidoras que competían en Cádiz por los espectadores eran, la empresa Cine Gades, que regentaba además del Gades, el Teatro Andalucía, el Cine Municipal, el Cine Imperial, y los de verano Terraza y Delicias, y la empresa Moreno, que además del Gran Teatro Falla tenía los cines de verano San Carlos y Avenida. A los que se sumarían en el transcurso de los años cincuenta, el Cine Imperial y el Popular Cinema, de invierno, y los cines de verano Caleta, España y Brunete. Aunque los cines de verano no solían proyectar películas de estreno que requirieran especial publicidad.

Cuando a los periódicos llegaban los encargos de publicitar con viñetas las grandes películas (sobre todo a Diario de Cádiz, el más demandado con diferencia, dada su gran difusión), lo primero que había que confeccionar era un dibujo a tinta sobre papel, en el que se integraran imágenes y textos, utilizando como modelos para las imágenes los afiches publicitarios con que las distribuidoras cinematográficas acompañaban a las películas.

A continuación, el dibujo se pasaba a los talleres de fotomecánica, que en Escelicer dirigía Francisco Armida y Francisco Rosales en el Diario de Cádiz, al que posteriormente sucedería Eduardo Geneiro.

El procedimiento fotomecánico se iniciaba tomándole una fotografía al dibujo, es decir elaborando un negativo fotográfico del mismo tamaño que tendría la futura viñeta (negativo que originalmente era sobre placa de vidrio y posteriormente sobre cliché de acetato). Dicho negativo fotográfico se revelaba, fijaba y lavaba.

Paralelamente, se tomaba una plancha metálica (de una aleación de zinc, plomo y calamina) y se cubría con una emulsión de albúmina bicromatada. Una operación delicada, en un "torniquete", para que la plancha se cubriera de forma homogénea y sin burbujas, que luego dejó de hacerse cuando empezaron a venderse las planchas ya emulsionadas.

A continuación, se superponía el negativo fotográfico sobre la plancha metálica emulsionada, en una prensa de contacto, y se proyectaba sobre ella una potente luz. Condiciones en las que la imagen del negativo se transfería a la superficie emulsionada de la plancha.

Seguidamente, se entintaba con un rodillo toda la superficie de la plancha y se la sometía a un baño de agua y amoniaco. En estas condiciones, el amoniaco levantaba las partes "no insoladas" (es decir, las "zonas blancas"), permaneciendo sobre la plancha, sobresaliendo y entintados, los textos y los dibujos.

A continuación, se sometía la plancha a un baño de resina en polvo que se adhería a los trazos y las zonas entintadas, pasándose una llama por detrás de la plancha para que dicha resina se endureciera.

Finalmente, se pasaba la plancha por un baño de ácido nítrico y agua, para que el ácido "se comiera" las partes de la plancha no protegidas por la resina endurecida, es decir, las partes "blancas" sin textos ni dibujos. Aunque como este ácido era tan corrosivo, previamente había que proteger los perfiles de todas las zonas sobresalientes, de dibujos y textos, tarea que se realizaba con polvo rojo de "sangre de dragó".

De esta forma se obtenía una plancha metálica con la imagen y el texto grabados, aunque invertidos de derecha a izquierda. A continuación, se fijaba la plancha a un taco de madera de sus mismas dimensiones, y se situaba en la caja de imprenta entre los "tipos" de las letras que componían los textos del periódico. Conjunto metálico de textos y viñeta que era entintado e impreso.

En aquellos años, la película que en Cádiz tuvo mejor tratamiento publicitario en la prensa fue, sin duda, el esperadísimo film norteamericano (de 1939, retenido por la censura franquista) Lo que el viento se llevó. Once viñetas en Diario de Cádiz y dos en la Información del Lunes para los 23 días que estuvo en la cartelera del Gran Teatro Falla, entre el 4 y el 27 de enero de 1952. Unas "simples" viñetas, cuya difícil y meritoria elaboración queríamos exponer para que también fuese un merecido homenaje a sus anónimos autores, maestros del fotograbado en Cádiz.

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