Memorable noche de rock en el Castillo de Bornos. Los holandeses Focus y los cordobeses Mezquita colmaron de calidad y emoción al público que acudió al encuentro de los grandes músicos que anunciaba la luna llena. Los legendarios Focus, liderados por los supervivientes Van Leer y Van Linden e impulsados por savia nueva, mostraron sus credenciales hasta en el almuerzo de bienvenida a los participantes, donde el impar Thijs Van Leer se arrancó con su flauta traviesa al compás de las nubes flamencas junto a componentes de los resucitados Mezquita y los emergentes Marujita. Un momento irrepetible, uno de los instantes que brindó el Festival Lago de Bornos a los aficionados al rock progresivo, a la música sin edad. Hubo tiempo para todo. Mezquita dejó extasiado al público sobre las tres y media de la mañana, tras una extraordinaria, vigorosa y guitarrera actuación, treinta años después. En plena forma, los más rápidos del rock andaluz tocaron temas de sus dos discos y alguna composición nueva, la gente vibró con la dureza y transparencia del sonido, los ecos andalusís del farfisa de madera, las texturas de voces y acordes de los cordobeses y el ambiente que supieron crear. En otoño editarán nuevo disco estos cordobeses que entusiasmaron a propios y extraños, desde El bizco de los patios hasta los inevitables y fantásticos recuerdos de su tierra. Antes, Focus había desplegado su virtuosismo, en sensacional concierto plagado de detalles, destreza, precisión e incluso buen humor. Lo mejorcito de toda una carrera de rock, canto tirolés incluido, escaló por las piedras viejas del castillo palacio de Los Ribera, iluminado de inspiración y buenas vibraciones, público joven y algunos veteranos impenitentes, gente llegada de numerosos puntos de Andalucía. Los Marujita, por su parte, ofrecieron la sorpresa agradable de la velada, amén del guitarrista Loboblues, bornense de amplia cultura musical. Los catalanes Marujita, con cantante serrana al frente, causó una grata impresión, no en vano su prestigio crece en directo.

Thijs Van Leer, al día siguiente, amanecía a la vera del Lago bornenses tocando una notas a la melódica, ajeno al mundanal ruido, y se disponía a buscar la maleta que extravióse en el aeropuerto jerezano por mor de los duendes interplanetarios. Horas antes, el célebre músico comandó su nave con sabiduría y magia. Mucho Pocus, grandes Mezquita, larga vida al Lago de Bornos.

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