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Exposición de fotografía 'Zoocosis' en la Sala Rivadavia de Cádiz
A Estela de Castro (Madrid, 1978) sólo le habían pedido una obra, sólo había pensado trabajar algo menos de un año en la propuesta y sólo en un solo lugar. Sin embargo, cuando la fotógrafa madrileña comprobó en primera persona cuáles son los estragos que causa la privación de libertad en los animales, en vez de visitar sólo el zoo de Madrid visitó cinco en diferentes ciudades, en vez de un año le dedicó tres y además de una fotografía para Capital Animal, nació todo un proyecto personal, Zoocosis, que hasta el 2 de julio se puede visitar en la Sala Rivadavia.
“La zoocosis es el síndrome que desarrollan los animales al estar encerrados. Desarrollan conductas estereotipadas como vueltas alrededor del mismo sitio, ese deambular con la cabeza de un lado a otro, lamer los barrotes, comer excrementos... Todo eso lo genera el estrés de estar encerrados o de estar en soledad o bien cuando sufren una climatología impropia de su propia naturaleza, como un pingüino en agosto en Madrid, imagínate...”, explica la artista que en 2017 fue invitada por la periodista y activista Ruth Toledano y el gestor cultural Rafael Doctor a participar en su proyecto por los derechos de los animales.
“Éramos como 100 artistas y me invitaron a hacer una denuncia sobre la situación de los animales en las granjas, en los circos... Y yo decidí irme al zoo de Madrid y sacare el pase anual para trabajar en una imagen. Al final estuve yendo durante tres años y también sumé Faunia y los zoo de Barcelona y Valencia, porque quería ver si lo que había visto se repetía en otros lugares. Y, así fue”, comprobó la reconocida retratista a la que no engaña “que en algunos de estos lugares, como ocurre en el de Valencia, se intente recrear un espacio más natural, pero no sirve para nada, es lo mismo, están igualmente encerrados”.
Así, a través de una serie de fotografías en blanco y negro, Zoocosis nos invita a la reflexión sobre la realidad que viven los animales en los zoos, mostrándolos casi “como muñecos”, “como seres inertes” colocados en unos espacios que se nos antojan “casi como maquetas”, “como casitas de muñecas”, lamenta la artista que ha continuado explorando esta relación entre el hombre y el animal en su siguiente trabajo The Animals.
Así, si en este Zoocosis nos encontramos con uno de los resultados de la visión más antropocéntrica del mundo (el hombre está en el centro y todo, incluso otros seres vivos como los animales, están a su servicio), “después de este trabajo necesitaba explorar esos otros espacios que ha creado el ser humano para salvarles la vida”. Por ello, como la otra cara de una misma moneda The Animals tiene como protagonistas a los animales de esos “santuarios, centros de rescate, protectoras...”
En total, 170 animales que sin embargo “arrastran historias más duras que los de Zoocosis”. “Ha sido un trabajo más duro en cuanto a que estos animales han sido explotados y maltratados. Vienen de criaderos ilegales, mataderos, víctimas en sus casas, de atropellos, del tráfico ilegal, de la experimentación... El libro que se va a editar de estas fotografías cuenta la historia de cada uno de ellos y, bueno, lo que empezó como algo para ver la cara amable de esta relación del hombre con el mundo animal, al final me ha dado las historias más terribles”, confiesa la fotógrafa comprometida no sólo con los derechos de los animales, también con los derechos humanos, no en vano, a la vez que trabajaba en la génesis de Zoocosis, creó PHES-Fotografía Española Solidaria con el objetivo de ayudar a la asistencia de las personas que huían de sus países como para el trabajo de ayuda a los animales que quedaron atrapados en Siria por la guerra; y en 2018, con el proyecto 33.293, dio voz más de cien personas de diecisiete nacionalidades que habían sido desplazadas de sus hogares.
“Que el arte sirva para algo más que para llenar el ego de alguien me parece algo maravilloso y útil pero el arte también genera otras historias súper necesarias y que no siempre tienen que ver con la denuncia. El arte no tiene por qué estar atado a la denuncia social exclusivamente pero sin embargo sí creo que las personas que tienen algo de voz deberían de alzarla. Hay causas muy silenciadas, realidades que no tienen una voz propia y ahí debería estar la voz de las personas conocidas. O eso es lo que yo, al menos, he elegido”, reflexiona.
Porque De Castro, como la bautizó Ruth Toledano, es la fotógrafa de los invisibles. Una labor, sin embargo, que la ha hecho muy visible. Así, junto a reconocimientos como el reciente segundo premio de la Fundación Enaire por su retrato de Ares, un animal tan humilde como un gallo y que, sin embargo, rezuma belleza (“me encanta ese retrato, es de los pocos que tengo colgados en casa y fue el primero que saqué en la primera impresora que me compré”, revela), el trabajo de De Castro llamó la atención de la Familia Real que la eligió para realizar sus últimas fotografías oficiales. Eso sí, una pandemia se cruzó en la repercusión de este trabajo. “Bueno, pero ahora que hay un poco de luz me están saliendo proyectos por la popularidad de ese trabajo. Y siempre lo diré, me trataron muy bien y aprendí muchísimo, sobre todo, a delegar”, ríe.
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