Espacios surreales
La exposición mantiene esa estructura conceptual que caracteriza la obra de González de la Calle, con la imagen sacada absolutamente de su contexto.
Juan Ángel González de la Calle. Galería Estampa. Madrid.
Que Juan Ángel González de la Calle es de nuestros artistas con mayor proyección fuera nadie lo debía poner en duda a estas alturas. Digo lo debería porque siempre queda un reducto recalcitrante al que los celos no dejan ver la realidad. Esto es, por otra parte, bastante habitual en una profesión donde las envidias son demasiado manifiestas. El artista jerezano expone, de nuevo, en la Galería Estampa de la madrileña calle Justiniano, esta vez coincidiendo con ARCO, quizá la fecha con más trascendencia artística que existe en la capital de España. El especial universo pictórico de Juan Ángel se hace presente en una muestra variada con esa pintura que ha ido madurando con el tiempo, que se ha desprendido de registros para hacerse más esencial, más pintura pintura y más hacia dentro; en definitiva, más obra de arte.
La exposición mantiene esa estructura conceptual que, últimamente, caracteriza el trabajo de Juan Ángel González de la Calle con la imagen sacada absolutamente de su contexto representativo para posicionarse en un escenario de supremas ambigüedades. Ahora, la realidad y sus circunstancias son sometidas por el pintor a una nueva dimensión. El discurso de lo real pierde su sentido y asume un nuevo planteamiento donde los elementos compositivos se yuxtaponen con un carácter diferente generando un paisaje ilustrativo distinto que potencia un juego de posturas bellamente imposibles. Así nos podemos encontrar obras que, tras la primera impactante impresión por su belleza formal, crean máxima inquietud. La gran nave central de una iglesia, una manada de elefantes vista desde el interior de la cristalera de una marquesina ferroviaria, una catarata de agua o una magnífica estación de trenes, ven parcialmente transformadas sus soberbias representaciones por unas coloristas pompas de jabón o burbujas que marcan un distanciamiento visual y significativo con una realidad sabiamente descontextualizada. Además, un espléndido cuadro de una geisha adopta una disposición especial y atípica en la puerta de un edificio barroco, un gran cuadro con la única leyenda wet floor (suelo mojado) preside una espléndida escalera, unas bandadas de pájaros vuelan majestuosamente en un paisaje interior y una serie de obras -las últimas realizadas por Juan Ángel- donde se nos presentan horizontes llenos de nubes o paisajes polares que aparecen bellamente alfombrados. Este absoluto juego visual, con lo real sutilmente dispuesto, para que se produzca una transformación semántica y su sistema significativo adopte un espíritu de marcado surrealismo; organigrama pararreal muy bien posicionado desde ese poder pictórico tan determinante que goza la pintura de este artista, con unos ilimitados y poderosos recursos plásticos que sirven de ideal soporte conformador para cualquier situación. Lo que hace que el espectador se sienta inmerso en las felices coordenadas de una pintura perfecta de composición, muy atractiva en cuanto a su ideario significativo y generadora de guiños cómplices para que la mirada transmita acertadamente al espíritu sus más emocionantes testimonios.
Una vez más la pintura de Juan Ángel González de la Calle crea esa inquietud que produce la imagen establecida en espacios distorsionados, sin sus límites habituales y con claras desvirtuaciones ilustrativas. El pintor jerezano madura dentro de su sabia madurez creativa. Estamos ante una exposición consciente en una galería seria cuyo catálogo de artistas es toda una auténtica referencia de buena pintura contemporánea -Guillermo Pérez Villalta, Dis Berlín, Luis Mayo, Ramiro Fernández Saus, Carlis Alcolea, Sara Huete, Eduardo Arroyo, José Luis Mazario, entre otros-. Y entre ellos el pintor jerezano.
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