"La Constitución del 12 fue nuestra diada: un episodio fallido"

Rafa Marín, Fritz, Juan Luis Rincón y Lola Garmont presentaron ayer 'Moreno', penúltima entrega de la serie '12 del Doce'

Presentación del cómic en la Casa de Iberoamérica.
Presentación del cómic en la Casa de Iberoamérica.
Pilar Vera / Cádiz

23 de noviembre 2012 - 05:00

El Cádiz que se dibuja en Moreno, la penúltima entrega de '12 del Doce' es una estampa de ocaso: conforme se recupera la normalidad, diputados y protagonistas vuelven a sus lugares de origen. La realidad toma asiento y los sueños de progreso se topan con antiguos corsés.

Moreno -explica Rafa Marín en el prólogo- es el apellido que usaban en Cádiz los esclavos liberados. Y sobre la condición de esclavo trata esta entrega, en analogía con el presente: Moreno comienza con una estampa actual y retrocede en flash back al pasado, en lo que pretende ser una "pequeña colleja a la situación de entonces y a la situación de ahora -especifica Marín, guionista de la colección-. El tema de la esclavitud, que no se aboliera en la primera Constitución, es una de las cosas que siempre chocan, uno de los débitos del texto. Y sí que hay que ser ecuánime y ver que no todo fue tan maravilloso, pero también tenemos que darnos cuenta de que, en muchas ocasiones, las asignaturas pendientes de los que nos precedieron son nuestras asignaturas pendientes".

"Hoy día -continúa Rafa Marín- está claro que también tenemos esclavos, algo que podrían representar los vendedores ilegales. De hecho, en guiño, los dos gaditanos pícaros que hemos visto en entregas previas, en la actualidad serían policías costeros".

Moreno -que fue presentado ayer en el Palacio Provincial por sus creadores, Rafa Marín, Juan Luis Rincón, Lola Garmont y el director artístico del proyecto, Ricardo Olivera 'Fritz'- es el álbum que enfoca los ángulos ciegos de la Constitución del Doce y de la sociedad de la época. Como indica José Joaquín Rodríguez en el comentario histórico del cómic, la esclavitud fue el tema sobre el que más ostentosamente se miró para otro lado en Las Cortes pero el texto presenta -a nuestros ojos- otras carencias que entonces ni siquiera se contemplaban. La Constitución de 1812 adolecía de rémoras como el papel preeminente que se le otorgó a la Iglesia católica o el nulo protagonismo de la mujer en la vida política y social.

"Por supuesto que La Pepa tuvo cosas muy positivas -prosigue Marín-, pero parece que nadie cuenta que fue un episodio puntual, un proyecto fallido. A veces, escuchando hablar a los políticos, parece que hubiéramos vivido de esas rentas hasta el Franquismo, cuando no fue así. La Pepa duró lo que duró: fue nuestra diada. Hay quien dice que si se hubiera proclamado entonces una República, por ejemplo, aún seríamos una potencia de ultramar. Aun así, el espíritu de progreso quedó, el liberalismo quedó".

A pesar de todo: la nota crepuscular de esta entrega culmina en el último número de la serie, El Deseado, "con Fernando VII hablando, en un discurso en el que no se justifica -adelanta Rafa Marín-. Su forma de ser lo lleva a ser el malo de la historia: es el rey y asume que su misión es la de cortar cabezas".

El Deseado pondrá fin a una iniciativa que comenzó a relatar, en 2009, los hechos históricos de los años de la Guerra de Independencia, y que ha contado con la participación de diversos historietistas del panorama nacional. Doce entregas con un mismo hilo narrativo que a todos los colaboradores les "gustaría ver reunidas en un volumen conjunto", apunta Marín.

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