literatura

Concha Pérez presenta 'Ukraína', su propuesta "entre la vigilia y el sueño" sobre el Holocausto

  • La autora hablará del título, surgido a partir de un recorrido por Ucrania, mañana sábado en la librería La Maga 

Concha Pérez Rojas es, también, especialista en didáctica de la Shoá.

Concha Pérez Rojas es, también, especialista en didáctica de la Shoá. / Francisco Neyra

Aunque publicado en 2022, Ukraína -aclara su autora- no tiene nada que ver con la guerra actual de Rusia, "a pesar de que -afirma Concha Pérez Rojas-, lamentablemente, los conflictos siguen vigentes en sentido amplio, no dejan de reeditarse, en todo tiempo y lugar, en cada generación". De hecho, el libro que se presenta mañana en la librería La Maga, nace en el verano de 2017, a partir de un viaje por Ucrania, "con un grupo de docentes y profesionales argentinos (algunos de ellos, descendientes de supervivientes), guiados por Mario Sinay, uno de los más grandes expertos en Shoá en la actualidad". El recorrido les llevó por todo el país, "visitando campos y guetos, lugares de masacres y de memoria".  Las notas realizadas en el viaje y la posterior labor de investigación fueron dando forma al título, "aunque la verdad -continúa Pérez Rojas-, es que me he pasado media vida estudiando e investigando sobre el Holocausto". 

Ukraína (Huerga y Fierro Editores) alterna capítulos sobre el Holocausto con otros más intimistas: "Me resulta muy difícil separar la escritura de la vida -explica-. Y, en este sentido, creo que estamos y somos en los que escribimos, mucho más allá de lo anecdótico e incluso de lo que ahora llaman autoficción. Ukraína no es un libro de ficción, tampoco es crónica ni es ensayo; ni siquiera lo veo, como muchos lo han visto, como poesía. Hay algo así como un hiperrealismo descarnado, una simbiosis de lo real y lo onírico, de la vigilia y el sueño. Los capítulos que hablan de Shoá –que recuerdan episodios que efectivamente ocurrieron– se alternan con otros, de carácter más intimista, más lírico y simbólico. Y ambas vertientes están profundamente imbricadas, se entrelazan y entrecruzan. Están presentes lo personal y lo universal, y eso, en lo individual y en lo colectivo, nos apela y nos concierne".

Sería, añade, “un libro para todos y para nadie, como decía Nietzsche de su Zaratustra". El filósofo alemán hablaba también de la escritura "de la sangre" que es, afirma la escritora, la que le interesa: "Creo que hay dos formas de acometer la creación artística, en general, y literaria, en particular -desarrolla-. De un lado, está la escritura que llamo funcionarial, esa que nace de la voluntad, que se decide: uno planifica, escribe, sabe incluso cuándo va a terminar la obra, cuándo y quién la va a publicar. De otro lado, está la escritura que nace de la necesidad, de la urgencia: uno escribe porque no puede no hacerlo, porque –decía un amigo hace muchos años– “escribo o me escribo encima”. Y esa escritura es la que me interesa: la que nace de las tripas; esa escritura que lo decide a uno, que lo embiste y contra la que nada se puede. De la otra, la escritura lúdica, esa que se hace por vanidad o por divertimento, están llenos los estantes de las librerías, pero está condenada de antemano, no hay para ella vida, no hay futuro". 

"Me produce lástima y asombro que seamos capaces de sentar cátedra"

En el texto de Ukraína, se dan cita víctimas, perpetradores y observadores, judíos y gitanos, partisanos, nazis: "No siempre los personajes son consistentes; casi siempre, aparecen desdibujados, como símbolos, más que como caracteres o como personas -añade la escritora-. Sin embargo, no estoy segura de que sus voces no sean, todas ellas, una única voz, que es mi voz porque nace de mi mirada. Sí sé que a las víctimas les debemos la memoria, la necesidad de recordar; olvidar es volverlos a matar". 

Concha Pérez Rojas es profesora de Comunicación Audiovisual en ciclos formativos en Granada, pero también se graduó en Yad Vashem en el año 2011 en didáctica de la Shoá: "Como decía, es evidente que los conflictos, se reeditan, lo mismo que la dignidad humana y la mezquindad -explica-. Y no deberíamos olvidar la banalidad del mal, de la que hablaba Hannah Arendt. Los actos heroicos son acometidos por seres humanos, y también, el mal. Los nazis eran padres cariñosos, cuidaban y amaban a sus hijos y a sus perros; pero eran capaces de forrar los libros de los niños con piel humana. Creo que, a menor escala, cualquier persona puede convertirse en un héroe o en un monstruo". 

"En cuanto a lo que está pasando hoy en Ucrania o en Oriente Medio -continúa-, me produce lástima y asombro que seamos capaces de sentar cátedra, de pretender que sabemos todo –o que sabemos algo–, de levantar pancartas, sin ser conscientes de que sabemos muy poco o nada, de que la realidad es compleja y la escala de grises es infinita. Y, sobre todo, sin ser conscientes de estar siendo vapuleados por una propaganda que en nada envidia a la de los años más oscuros del pasado siglo. Si algo tengo claro es que los pueblos quieren vivir en paz, nadie quiere sentirse amenazado ni que le maten a sus hijos; pero hay poderes, élites, fundamentalismos interesados en que eso no ocurra".

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