Autorretrato de Tiago da Cruz en 'La Isla'
La Sala Rivadavia acoge la muestra fotográfica del artista portugués que juega con personajes oscuros y espacios compositivos
La exposición La Isla llega la sala Rivadavia como culmen de un proyecto mimado y macerado entre las manos del fotógrafo portugués Tiago da Cruz. Una sucesión de imágenes tomadas en lugares conocidos que no son reconocibles y a personajes de la calle que asoman por cada una de las ventanas de esta exposición a modo de "autorretrato, porque finalmente se trata de un trabajo muy personal".
Así lo definía ayer su autor en el acto de presentación de la exposición y del libro que bajo el mismo título puede adquirirse en la sala Rivadavia, que contó con la presencia de la diputada provincial de Cultura, Pilar Pintor, Eduardo Rodríguez, y Alberto Galán, como representante de la UFCA, colectivo al que pertenece el fotógrafo.
El título de la muestra, La Isla, hace referencia a Isla Verde, nombre árabe del islote situado frente a la costa algecireña, donde reside Tiago da Cruz, alejándose de cualquier carácter localista, en una particular visión de todo cuanto le rodea.
El fotógrafo nacido en Lisboa da vida así a toda una serie de personajes nocturnos influenciados en la técnica por el cine negro y oscuro que tanto le han marcado culturalmente. Así, las dos salas que integran Rivadavia está colmada de dípticos donde representa personajes junto a ambientes que nada tienen que ver, además de espacios aislados. Esta idea está también vinculada al concepto del "no lugar", como explicaba ayer Alberto Galán, en relación a esos lugares que no son fácilmente identificables, pese a pertenecer a rincones de Getares, el baño de chicas de la Escuela de Arte de Algeciras, la Politécnica o una cafetería de Cádiz. Espacios reconocibles o no, donde surgen personajes de la noche en su vida cotidiana, que recogen algo de sus primeras series, Espacios (2002) y Paraíso Perdido (2004).
Y es que Tiago da Cruz dio el salto de las ausencias a las presencias con personajes llenos de fuerza, que ante el espectador se presentan como un chico malo de la calle "que luego resulta ser un cacho de pan", dice con un acento muy gaditano; personajes de sexualidad que no parecen definidas; emigrantes, cantantes de heavy o incluso un mono del zoo de Castellar.
Una especie de cartografía imaginaria de la ciudad que el autor muestra en esta serie de dípticos de personas y espacios, enmarcados entre simbólicos elementos como las paredes, puertas y ventanas que los aislan, en alusión a la separación del sujeto del mundo; en un juego intencionado de encuadres y composiciones que trabaja desde luces artificiales, líneas y sombras con las que marca su terreno, su isla más intimista.
Una exposición fotográfica donde Tiago fijó ayer su punto de partida y punto actual alcanzado, desde las fotografías que ha querido traer expresamente en las que refleja desde la fachada de un edificio que retrató en analógico en su tierra natal, Lisboa, "de donde vengo", y otros espacios de Cádiz, "dos fotografías que he querido poner porque hasta aquí he llegado".
Son algunas de las instantáneas que confluyen en su libro -a a la venta por 30 euros-, que fue el verdadero punto de partida de este proyecto que nació a finales de 2010 y que pronto contó con el apoyo de la UFCA, "haciendo las cosas alrevés, como nos gusta", decía Alberto Galán. Un libro que se presentó en Lisboa, Madrid y Sevilla, del que partió esta exposición que ya ha pasado por Algeciras, Madrid y ahora Cádiz. En una ciudad, una sala, Rivadavia, "en la que cada vez nos sentimos más cómodos, en la que hemos encontrado nuestra casa", dijo Alberto Galán.
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