Música

Alrumbo crece hasta el desbordamiento

  • El enorme éxito de público generó desajustes en la organización.

La séptima edición del festival Alrumbo que dió comienzo en la tarde del jueves 14, deja a un público agotado tras tres días de fiesta continua que se acostó con el sol mañanero y se levantó ayer a mediodía con una luz cegadora. Más de 10.000 acampados echaron raíces en la hierba de la urbanización roteña de Costa Ballena.

El camping, a pesar de la falta de previsión de agua para las duchas y el poco espacio para tal multitud, consiguió contagiarse de un ambiente digno del entorno enmarcado. Tan acogedor fue el espacio para algunos que el perderse cabezas de cartel no tuvo importancia. "No pasa na, aquí estamos a gusto", se escuchó a algunos, no a muchos, como se demostró con la asistencia a los grandes conciertos programados, que superaron incluso las previsiones más optimistas.

El recinto para acoger el festival presumía de grandes dimensiones, una extensión que pudo haberse utilizado para aislar el sonido de un escenario a otro, echando tierra de por medio, pero entre los asistentes, hubo quejas por deficiencias en el sonido en algunos conciertos. Alrumbo ni siquiera ha pretendido esconder esas opiniones negativas, ya que se pueden leer bastantes en el propio facebook creado por la organización.

Durante los tres días de festival hubo una aglomeración considerable en la entrada hacia el mismo recinto. No se agolpaban por entrar, sino que se improvisó un botellón que no conoció hora de apertura ni de cierre. Gentileza la de vendedoras de hielo ambulante que no dudaron en asomarse tras la valla, que servía de delimitación entre festival y zona agraria. Esto provocó un trasiego constante entre entrada y salida para reponer líquidos por los que en el interior del Festival se pedía más de lo oportuno, según se puede leer, al igual que en las quejas dejadas por algunos asistentes al festival, en las que se lamentaban de los altos precios para adquirir bebidas dentro.

Pero de lo que no se han encontrado quejas es del cartel planteado este año y que ha tenido en el esperadísimo grupo inglés de The Prodigy a los protagonistas absolutos de la última noche. Fueron los responsables de que la animada zona de botellón descendiera en público e hiciera vencedora a la de los escenarios.

Una verdadera masa de personas cubierta por la arena, que anoche se levantaba, acudía a bailar de forma anárquica los temas más conocidos de la música electrónica actual.

El grupo granadino Lori Meyers tomó el relevo de Vetusta Morla e hizo saltar al mismo público que aupara a los madrileños, pese a que a los Vetusta en determinado momento se les fuera el sonido provocando algún que otro cabreo. Hicieron las delicias de los fans indies con el himno Emborracharme, letra tomada al pie de la letra por algunos de los festivaleros, si bien la tónica general fue de sana convivencia sin grandes incidentes que destacar.

No pasó desapercibido el estreno del grupo formado por Juanito Makandé y el Canijo de Jerez, que hicieron del público del festival su experimento con Estricnina, haciendo una música diversa a la acostumbrada por ellos en solitario.

El personal de seguridad que facilitaba la organización del festival mostró disposición, paciencia y amabilidad a pesar de las largas horas de guardia de las que tuvieron que hacerse cargo y que más de uno llegaba con un considerable cabreo por las dificultades de aparcamiento o por las colas.

Ayer, la labor del servicio de limpieza se vio dificultada por las inclemencias del viento acuciante, que hicieron que las playas no amanecieran impolutas. Esto alimentó las quejas de los vecinos haciendo tensar la predisposición para la celebración del futuro festival en el mismo lugar.

Aún así, la organización, que ya este año ha acometido una importante inversión para enfrentarse a su crecimiento, recuerda los beneficios económicos para la zona, habiendo logrado hacer de Chipiona uno de los puntos clave del verano musical de nuestro país. En los próximos días, Ayuntamiento y organización ofrecerán su balance de tres largos días de fiesta.

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