El pintor Manuel Olivas convierte el agua del Guadalquivir en un recorrido por Sanlúcar

La esencia de Sanlúcar de Barrameda se despliega sobre el papel en la nueva exposición del pintor local Manuel Olivas. Bajo el título “Sanlúcar”, la muestra reúne 27 acuarelas que invitan a recorrer la ciudad desde la Algaida hasta la Jara, deteniéndose en bodegones, escenas cotidianas y paisajes marinos que capturan la luz y la atmósfera del litoral gaditano.

El escenario no podría ser más simbólico: el Centro de Visitantes Fábrica de Hielo, en Bajo de Guía, abrirá sus puertas de 9:00 a 20:00 horas, del 2 de agosto al 15 de septiembre, para acoger una propuesta que es al mismo tiempo homenaje y declaración de amor a la ciudad natal del artista.

Olivas, que ha convertido la acuarela en su lenguaje más personal, ha añadido un gesto poético a cada pieza: todas han sido pintadas con agua recogida en la playa de la Jara durante la bajamar. “Cada obra lleva un pedacito de Sanlúcar”, afirma. Esta conexión tangible con el entorno convierte la muestra en algo más que una colección de cuadros: es un diálogo íntimo con el río Guadalquivir, las marismas, los atardeceres y las calles que dan forma al imaginario sanluqueño.

La exposición propone al visitante un viaje visual que va de lo pequeño a lo inmenso: desde un gorrión de manzanilla junto a una tapa de ajo hasta un horizonte marino teñido de crepúsculo. Con un estilo figurativo de delicadeza hiperrealista, Olivas logra que lo cotidiano adquiera un aura casi poética, invitando a mirar la ciudad con nuevos ojos.

Manuel Olivas, de Sanlúcar para Sanlúcar

Manuel Olivas (Sanlúcar de Barrameda, 1979) descubrió su pasión por la pintura durante su estancia en Liverpool, en pleno confinamiento de 2020. Autodidacta en sus inicios y miembro de la Asociación Española de Pintores y Escultores, ha participado en numerosos certámenes nacionales, cosechando menciones y selecciones que avalan la calidad y sensibilidad de su obra. Su pintura, de acuarela figurativa con un toque hiperrealista, refleja un vínculo emocional profundo con su tierra: paisajes, rincones y escenas que respiran la esencia misma de Sanlúcar.

Con un estilo delicado y minucioso, Olivas ha logrado dar vida a la luz y el color del litoral gaditano, pero es su gesto distintivo —usar agua del Guadalquivir en sus pinturas— lo que convierte cada cuadro en un auténtico pedazo de su ciudad natal, otorgándole una dimensión física y simbólica que fortalece ese nexo entre artista, obra y paisaje. Su trabajo no solo es un testimonio visual, sino una expresión íntima de amor y pertenencia que trasciende la técnica para convertirse en poesía líquida.