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40 aniversario elecciones

El 'porro vulgaris', las concejalas, las monjas y el DIU

  • Tres ediles de la primera legislatura, Josefina Junquera (PSOE), Blanca Alcántara (PCE) y Remedios Parodi (Grupo Independiente), comentan las vivencias de la época

Remedios Parodi, Josefina Junquera y Blanca Alcántara.

Remedios Parodi, Josefina Junquera y Blanca Alcántara. / Lourdes de Vicente

El encuentro entre Josefina Junquera, Blanca Alcántara y Remedios Parodi tiene lugar en redacción. De las reproducciones de primeras páginas que hay en las paredes, a todas les llama la atención la del 23F. “No fui consciente de la gravedad del asunto hasta que mi pareja me llamó y me dijo si tenía listo el pasaporte –comenta Remedios Parodi, concejala en la primera corporación del ayuntamiento de Puerto Real–. Y lo primero que pensé fue:¿adónde voy a ir yo, si mis padres no me dejan ir a ningún sitio?”. Josefina Junquera estaba también en el ayuntamiento, en su caso, durante el primer mandato de Carlos Díaz. Y Blanca Alcántara estaba en la Facultad de Derecho, dando la inmunidad parlamentaria.

El golpe de Tejero las pillaría ya casi al final de esa primera legislatura, que las llevaría a ser, además, las primeras mujeres que estrenaban tribuna dentro de los consistorios gaditanos. Lo de mujer tenía que ser lo soltaría más de uno. Y, encima, jovencísimas. Cascarón de huevo.

Remedios Parodi se haría cargo del área de Cultura y, después, de Educación. Josefina Junquera, de Bienestar Social y Educación. Y Blanca Alcántara pasaría por Patrimonio antes de ir a Sanidad –dos competencias que ahora suenan rarísimas a nivel municipal–, en el ayuntamiento de Pedro Pacheco en Jerez. “Patrimonio me era durísimo –comenta–, pero tenía un aspecto que interesaba muchísimo, y por el que la gente se peleaba muchísimo: quién se quedaba con los quioscos”.

En su primer día en la oficina, y en los que siguieron, todas se sentían muy perdidas. “Me sentía muy ignorante –comenta Blanca–. Estaba en la Comisión de Hacienda, que cada reunión era un dolor de cabeza, porque los funcionarios (pienso que a propósito) utilizaban un criptolenguaje. Fui la única que se atrevió a decir que no entendía nada. Y luego, todo el mundo: La comunista esa ha dicho que no entendía nada”.

“Yo me quería morir cada vez que llegaban los presupuestos”, confirma Remedios.

“Había que aprender, lo primero, qué hacía cada funcionario, cuáles eran sus competencias y cuáles las tuyas –explica Josefina Junquera–. Había un montón de esos papelitos, con declaraciones juradas de:‘Gano 500 pesetas al mes’. Todo eso había que ordenarlo, comprobarlo, legalizarlo...”

“Realmente, al empezar a ejercer tal vez no eras muy consciente, entonces, del paso tan tremendo que significaba –apunta Remedios–. Pero sí que nos sentíamos, creo, muy optimistas. Y, desde luego, sí que tenía claro que tenía el derecho legítimo de estar allí, y que tenía que aprovechar esa oportunidad, aunque no pensaba que fuera nada extraordinario”.

Lo curioso del caso es que ninguna venía de la nada. Remedios, que insiste mucho en que su trayectoria no era tan enjundiosa, ya se había sacado Magisterio, ya trabajaba con 21 años, y conocía a muchísima gente joven por estar implicada en movimientos sociales y parroquiales. Blanca Alcántara también participaba en movimientos sociales y era miembro del PCE,y Josefina Junquera había ayudado a montar toda la estructura del partido socialista en Cádiz. “Lo curioso es que yo había estado ahí desde el principio, había estado en el partido en la clandestinidad y estaba implicada en todo tipo de cosas, en discutir el programa, los candidatos, la forma de vender el mensaje... –cuenta Josefina Junquera–, y a nadie se le ocurrió decirme:Oye, ¿tú quieres ir en las listas? Así que me ofrecí yo”.

Comentamos, al azar, noticias de la época. El 22 de marzo de ese año, en plena campaña electoral, tres militantes socialistas –entre ellas, la mujer de Enrique Múgica– fueron agredidas mientras pegaban carteles. ¿Pasaron miedo alguna vez?

“Fíjate, yo te diría que mis padres pasaron más miedo por mí con la muerte de Carrero Blanco que en el golpe de Estado... –comenta Josefina–. Sí que recuerdo, claro, a la Policía a caballo por Madrid, y que pedían el carné al entrar en la facultad”.

“¿Miedo? Una vez entró la Policía en mi casa, de madrugada –cuenta Blanca–. Recuerdo también que, en vez de a la extrema derecha, cuando el atentado de Atocha empezaron a perseguir a las juventudes comunistas. Cuando el de Carrero Blanco, se estaba desarrollando, el paralelo, el Proceso 1001, y venga a quemar papeletas, propaganda... Lo quemabas en el váter y, más de una vez, explotaba”.

Hay anuncios míticos: las famosas Trillizas de Oro, publicitando Ponche Caballero. El lavavajillas como el regalo absoluto para el ama de casa. Josefina y Remedios resaltan el trato “extraordinario” de sus compañeros de política. Blanca no parece tan convencida. Sin embargo, el tratamiento de los temas “de mujeres” era otra cosa: “Nunca parecían tan importantes como otras cuestiones –dice Josefina Junquera–.Por eso costó tantísimo sacar adelante el Centro Asesor de la Mujer, por ejemplo. Yo, muchas veces, llegaba a casa llorando”.

Y de liberarse, nada. Todas doblaban jornada:“Cuando miro atrás, y recuerdo esa época en que tenía ayuntamiento por la mañana y clases por la tarde... –Blanca pone los ojos en blanco–. Y, al principio, embarazada de mi hijo pequeño. En las clases de la tarde tenía a todos los rebotados que, por supuesto, me tomaban el pelo como querían. Hasta que un día, pillé tal cabreo que me quedé con la mitad de los alumnos, jajaja. Cuando echo la vista atrás, no sé ni cómo sobreviví. También tuve mucha suerte con mi marido, que era muy consciente del tema de la casa y los niños. De hecho, debió ser de los primeros en empujar un cochecito por Jerez. La gente se paraba literalmente a mirarlo. Ahora veo a las nuevas generaciones y creo que algo hemos avanzado”.

“Pero también porque tus hijos han tenido un buen modelo –comenta Remedios–. No sé... Yo sigo escuchando muchísimo: ‘Me ayuda un montón en casa’. Pero, ¿cómo que te ayuda? ¿Ayudar? ¿Es que no vive también en casa?”.

13 de marzo de 1979. Declaraciones de Santiago Carrillo: “Si los hombres parieran, el aborto se legalizaría y los obispos serían más liberales”. El año de los primeros ayuntamientos democráticos, el divorcio se veía como una realidad –bajo determinados supuestos–, pero se daba por hecho que el aborto seguiría tipificado como delito.

“A los pocos meses de entrar en el ayuntamiento –comenta Blanca–, pasé a Sanidad. Muchas competencias de Salud en Jerez eran del entonces Hospital Municipal. Fui a ver qué hacían en Cataluña y Madrid, que se suponía eran los pioneros en el tema. Por aquella época –continúa–, hubo alguna reunión en la que lo pasé fatal, con la leche saliendo y yo tapándome. Mi otro hijo me veía salir por la puerta y me decía: “¡No, al partido no!”.

“Desarrollamos el Centro de Promoción de la Salud, que incluía el control de natalidad –prosigue–. Por entonces estaba aprobándose, o recién aprobada, la despenalización de los anticonceptivos, pero era un tema tan tabú que me decían: “Tú no hables de sexo, que la lías” “Pero... ¿de qué quieres que hable?”.

“En esa época –recuerda Remedios Parodi–, aún se firmaron acuerdos muy potentes del concordato entre Iglesia y Estado. La actitud era tremenda: podías llegar a una farmacia, pedir unos condones, y los farmacéuticos no dispensártelos”.

“Con el Centro Asesor de la Mujer, nosotros queríamos desarrollar un lugar que tuviera todas las garantías, con atención ginecológica, legal, psicológica... además de informar de medidas de tipo social –desarrolla Josefina Junquera–. Trabajamos a partir de lo que era la antigua Maternidad Municipal, pero eran monjas muy comprensivas. Cuando alguna mujer iba a implantarse un DIU, le preparaban una manzanilla y todo. Teníamos muy buena relación. En el tema de las mujeres y los niños, todos nos uníamos”.

De los primeros consistorios democráticos, todas destacan la generosidad:“Había una forma muy consensuada de trabajar. En diez días, ya estaban las comisiones formadas –comenta Remedios–. Y era tremenda la implicación de asociaciones y de movimientos vecinales:la gente tenía muchas ganas de participar... Por eso, cuando ahora dicen: ‘Hemos venido a democratizar los ayuntamientos’... Dan ganas de contestar:‘No estáis descubriendo la pólvora’. Por definición, además, la democratización de los ayuntamientos se produjo cuando se produjo”.

21 de abril de 1979. “El ‘porro vulgaris’, la droga más fumada en España”. Risas.

Remedios: “Uffff. Los progres fumaban muchísimo”

Josefina: “Sí. Mira, una tradición que no se ha perdido”.

Blanca: “Y algunos, la mantienen desde entonces”.

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