Los negocios de Micaela Aramburu reclaman que se adecente la avenida
Denuncian los desperfectos en la calzada, el deterioro del hospital San Juan de Dios, y piden reponer las palmeras
La avenida Micaela Aramburu de Mora no está su mejor momento. La que fuera antaño una entrada de ensueño a una ciudad que encantaba al visitante, ofrece hoy una imagen desangelada, deteriorada y triste en algunos aspectos. Por no hablar de los peligros que representa su maltrecha calzada para los usuarios, una solería que desde las obras de reforma sufridas por la avenida ha ido de mal en peor. Los dos años largos que duraron las obras dañaron a los comercios del lugar, que sufrieron pérdidas durante muchos meses, pero una vez concluida la intervención la avenida no recupera el pulso y muchos comerciantes y ciudadanos perciben que recibe un trato de segunda, impropio de una avenida histórica con valor patrimonial y monumental, que fue un día Vergel del Conde para los portuenses. Uno de los negocios que está sufriendo el lamentable estado de abandono de Micaela Aramburu es la bodega La Antigua Aduana, un establecimiento de hostelería que abrió sus puertas hace 14 meses. Su propietario recaló en la ciudad procedente de Sitges para instalar el negocio. Día tras día está viendo el aspecto que ofrece la avenida, en primer lugar por el deterioro del firme, tanto a lo largo de la propia avenida como en la esquina con la calle Palacios, donde hace dos semanas una vecina sufrió una caída en la que resultó herida con lesiones de consideración.
El propietario del negocio, que atendió personalmente a la vecina afectada, se pregunta por qué motivo no se reparan los adoquines y bloques sueltos en la calzada de Palacios "cuando se están gastando fondos públicos en actuaciones de mucha menos importancia". La calle está "totalmente levantada y con los adoquines sueltos" y no ofrece un mínimo de seguridad a los viandantes y conductores en general. Otra deficiencia que hace que la avenida ofrezca una imagen tercermundista son los alcorques de las palmeras, que han quedado muy dañados después de una intervención que sirvió para quitar los tocones, pero que no se ha visto seguida por una replantación y arreglo de los desperfectos. Según ha podido saber este diario, el Ayuntamiento habría recibido incluso la cesión de unas palmeras para proceder a su replantación, pero carece de fondos para el traslado de los árboles desde Almuñecar. "El asunto de las árboles es muy importante, porque la imagen del palmeral a la entrada de El Puerto daba una gran vistosidad y tapaba las fachadas deterioradas".
Además de este valioso patrimonio, que se perdió devorado por el picudo, se está cayendo, víctima de la desidia, el antiguo hospital de San Juan de Dios, edificio monumental perteneciente al Ayuntamiento, de gran valor artístico y cuya fachada ofrece un aspecto penoso, a pesar de que se podría adecentar con pocos recursos, "aunque sólo fuera para darle un lavado de cara con el blanqueo de fachadas y de la iglesia, aunque lo haga personal del Ayuntamiento".
Anexo a La Antigua Aduana, se añade la imagen decadente de un edificio en estado de ruina. "El Puerto es un sitio muy bonito, emblemático", reconoce el dueño del negocio, que observa que pese al gran potencial de la avenida tampoco se organiza ninguna actividad aprovechando la amplitud de sus aceras, como si no perteneciera a la ciudad. Otro problema de la avenida es la saturación de tráfico, agravada con el paso de más autobuses desde que se trasladó a la avenida Micaela Aramburu la parada de la Plaza de las Galeras y se cerró el tránsito rodado por la Bajamar. El traslado de la parada coincidió, según observa el hostelero, "con la apertura de un negocio de hostelería en La Bajamar en el que tiene participación un miembro del equipo de Gobierno".
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