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Provincia de Cádiz

4 meses para cambiar el chip

  • Unos 600 jóvenes se preparan en el Centro de Formación de Tropa de San Fernando para llegar a ser soldado profesional

Una compañía de unos treinta jóvenes corre por la pista deportiva del CEFOT 2 (Centro de Formación de Tropa) de San Fernando. Todos al mismo paso. Eso intentan, aunque alguno se queda atrás. Flexiones, abdominales, subir y bajar escaleras... "Venga, venga, vamos, que están aquí las cámaras, que no se diga", alienta un profesor a los chicos, y alguna que otra chica, que se esfuerzan al máximo. Así lo reflejan sus caras. Cerca, otro grupo aprende a manejar el armamento, a formar con sus escopetas, un elemento que será cotidiano para ellos en poco tiempo, puede ser que en el Líbano o en Afganistán, donde tengan que ir. Todos, casi 600, se preparan para formar parte de la Tropa del Ejército de Tierra. Lograron su plaza en la última convocatoria del Ministerio de Defensa pero tendrán que superar un curso para llegar realmente a sus destinos. Tienen cuatro meses para ello, para cambiar el chip y convertirse en soldado profesional.

 

Y es que a pesar de los duros ejercicios físicos, de las horas de estudio o de estar lejos de su casa todo este tiempo de formación, lo más difícil para los nuevos será cambiar de "ciudadano normal a ciudadano militar", comentan los responsables del CEFOT, en el acuartelamiento de Camposoto. "Hasta que no estás dentro quizás no se entienda esto, pero los militares somos ciudadanos diferentes y eso se nota cuando entras en un cuartel. Ellos lo perciben y por tanto es un crack, un cambio de chip para adaptarse a la vida militar", apunta el director del centro, el coronel de Artillería Fernando Caballlero. De hecho, la mayoría de las bajas se producen principalmente por inadaptación a esta nueva vida, sobre todo en las dos primeras semanas, que acaban de pasar ya. "Son gente que querían estar, pero que finalmente no encajan", agrega. "Si estás acostumbrado a otra vida, te choca, aunque para que una mujer pida irse tiene que estar muy mal, aguantan todo lo que tengan que aguantar, porque las pocas que se presentan lo hacen porque les gusta realmente eso ", añade el jefe de estudios del CEFOT, el teniente coronel de Infantería Juan Dionisio Sanz.

En una vuelta por las dependencias del centro se observa el ritmo frenético que se vive todas las mañanas, de actividad continua desde las siete, cuando toca la trompeta. Cientos de alumnos divididos en compañías de unos 30, con sus correspondientes tutores, se mueven todos a una y se disponen a realizar la tarea que les toca. La enseñanza de los aspirantes a militar de Tropa consta de dos fases, una primera de formación general militar y una segunda más específica. Así que en estas próximas semanas en el CEFOT recibirán clases teóricas de formación cívica, táctica, topografía, transmisiones, primeros auxilios o armamento. "Muy poquitos saben tirar, alguno porque le gusta la caza o ya estuvo en el ejército, así que empezamos con aire comprimido y luego en un simulador que ve los fallos hasta que llegan al campo de tiro", va explicando el teniente coronel Sanz en el recorrido.

Los futuros soldados también tendrán que demostrar sus capacidades físicas y su destreza en el Orden cerrado y Orden de combate, con instrucción nocturna incluida, o en jornadas de marcha de hasta 25 kilómetros. Además realizarán ejercicios tipo Alfa en el campo de maniobras de Ronda, antes de pasar a la especialización en las últimas siete semanas, a las que accederán solo los que hayan superado la primera fase, tras jurar bandera. Del centro saldrán para infantería ligera, infantería mecanizada, artillería, artillería de costa, ingenieros y transmisiones o caballería. Los que ingresarán en la Brigada Paracaidista deberán ir además a Murcia a hacer el curso básico de paracaidismo.

El objetivo final de todo esto es formar, y no instruir, apunta el coronel Caballero. "Formamos personas en sus tres aspectos fundamentales, en moral, técnica y física, porque todo está relacionado. A más formación física más confianza en ti mismo, más valor moral, más capacidad de combate, mejor uso del armamento, más espíritu del sacrificio. Todo está interrelacionado".

Los alumnos aprenden rápido, mucho más que antes. "Estamos solamente en la segunda semana de formación y ya se nota", sigue contando el director del centro. "El nivel cultural es más elevado y la capacidad de aprender también. A eso se une una mejor forma física. El otro día, cuando yo vi lo que hacían ya todos juntitos me sorprendí y si antes tenías a diez alumnos que no pasaban una carrera ahora son dos, o uno, o incluso ninguno". El jefe de estudios asiente. "Por la situación actual hay mucha gente con carrera que apuesta por la vida militar como un medio para sobrevivir. Seguramente cuando acaben el primer compromiso de tres años encontrarán algo en la calle de su carrera, o bien siguen por la vía militar pero ascendiendo, ingresando en las academias de suboficial u oficial", explica.

Para guiarlos, en San Fernando están "los mejores", presume con orgullo el coronel. El equipo docente del CEFOT está formado por unos 50 profesores más un equipo de apoyo de alrededor de otros 30 militares de otras unidades que han sido seleccionados para enseñar. "Mis profesores son los mejores de sus unidades. Son de las pocas vacantes que hay de libre designación en el Ejército para oficiales. Se hace un consejo y en función de varios parámetros, como si tienen experiencia en operaciones, idiomas, el destino de donde proceden o su informe personal, se hace la selección", asegura. Las mejoras son constantes en los docentes. "Si no hay curso, siguen haciendo gimnasia obligatoriamente y potenciando el tiro, fundamentalmente. Esta es una de las habilidades del soldado, un soldado tiene que saber tirar, y nuestros profesores tienen que tirar por lo menos igual, si no mejor, que sus alumnos". En el centro no se para y si no hay alumnos se siguen aumentando conocimientos o se hacen las reformas y obras necesarias "para estar preparados para cuando los haya".

Poco antes de la una de la tarde en una de las aulas del CEFOT 2, una compañía recibe nociones de primeros auxilios y cómo ayudar a un compañero herido en combate. En otra, un grupo atiende a una explicación sobre el uso del armamento, todas las armas están puestas encima del pupitre. En la pista deportiva, uno de los aspirantes lucha por seguir el ritmo de la carrera de sus compañeros. Le quedan unas trece semanas para lograrlo.

El merecido descanso llega media hora después. En la puerta del comedor, una larga cola de jóvenes, todos pelados y uniformados, espera para pasar al almuerzo tras una dura mañana. Ansiosos pero en orden, un orden que se intenta no perder en la enseñanza en el CEFOT, ni siquiera para ocupar las mesas.

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