26 de mayo del 85, una fecha grabada afuego

Una detonación en el tanque de nafta casi vacío del 'Petrogen One' en el pantalán de la refinería de San Roque provoca la mayor tragedia marítima vivida en España

26 de mayo del 85, una fecha grabada afuego
26 de mayo del 85, una fecha grabada afuego
Araceli Muñoz / San Roque

23 de mayo 2010 - 05:01

En casi todas las catástrofes, los testimonios de sus supervivientes coinciden en que un pequeño acto en el momento adecuado puede salvar vidas. Juan Guerrero Fernández, conocido como Amancio en La Línea de la Concepción y en Cepsa, recuerda hoy, 25 años después de la tragedia marítima más importante ocurrida en España, que el gesto de compañerismo de llevarle una cerveza para el almuerzo a un compañero le salvó de la explosión de dos buques que mató a más de 30 personas, muchos de ellos aún desaparecidos y afectó a unos 70, con heridas de diversa consideración.

La mañana del 26 de mayo de 1985 el personal del pantalán entró a trabajar como de costumbre, a las seis de la mañana. Era domingo y el día muy apacible, con un Levante suave que invitaba a quedarse al sol. Todos los compañeros se disponían a almorzar en la plataforma B, próxima al Petrogen One y al Camponavia, cuando Juan quiso llevar una bebida al compañero que se encontraba en la plataforma A, donde estaba el Camporubio. Francisco Ponce Valle -empleado de una contrata-, acercó a Juan en un Land Rover, cuando éste último se ofreció a cubrir unos minutos al compañero, Francisco Fernández Luna, para que descansara junto al resto de sus compañeros de turno.

"No, el día está muy bueno, prefiero quedarme aquí al sol", recuerda Juan de aquel día -de hecho, afirma que aún se acuerda exactamente de todo lo que hizo desde que comenzó aquel turno-. Finalmente, decidió quedarse también y Ponce volvió en el vehículo cuando, de repente, se oyó la primera explosión. Eran las 11:10 de la mañana. Las tres detonaciones se pudieron oír en todo el Campo de Gibraltar, hasta la costa malagueña.

"Yo estuve malo porque aquello fue una guerra. Viéndote allí, entre llamas, sin saber por dónde salir, viendo a los muertos, ardiendo, nadando... Por último salí corriendo a la otra punta y vino un remolcador, nos recogió y nos llevó al Camporubio, que no se vio afectado y que nos llevó después al astillero de Campamento. Hasta que subí por una escala de gato a tierra firme no pensé que me había salvado, porque creí que no lo contaba", cuenta el superviviente, el único que aún vive tras la tragedia. Él y su compañero, Francisco Fernández Luna, fueron los dos únicos trabajadores del pantalán que sobrevivieron. El segundo continuó trabajando allí hasta su jubilación. Falleció hace unos meses.

El archivo de Diario de Cádiz cuenta que el Petrogen One explotó ante una posible entrada en contacto de aire con los gases que estaban en el interior del tanque de nafta del buque de bandera panameña y con tripulación oriental, que estaba casi vacío. La segunda explosión fue en el Camponavia, un barco español de la compañía Campsa con personal gallego en su interior. Tras los estruendos, la nafta y el combustible ardieron, provocando una columna de humo que podía divisarse desde lejos.

Ese día hubo varios valientes, entre ellos los remolcadores que actuaron como ambulancias improvisadas, pescadores y vecinos, entre ellos, el joven Francisco Javier Beza. Un auténtico héroe para los náufragos gallegos, ya que con una pequeña embarcación a remo rescató a ocho de los hombres que lograron mantenerse a flote agarrados a una boya, según cuenta la hemeroteca y le reconoció el mismo Rey el día después de la tragedia. Este diario localizó a Beza, que rehusó rememorar aquel episodio de su vida.

La tragedia fue tal que don Juan Carlos visitó a los 14 heridos ingresados en la Residencia Sanitaria Guerra Zunzunegui, pilotando un helicóptero de la Fuerza Aérea Española que aterrizó en el Estadio Municipal de La Línea. Junto al Monarca viajaron el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla. Al marcharse tras más de una hora, sobrevoló el pantalán de Cepsa para conocer desde el aire los efectos del siniestro. El obispo de la Diócesis, Antonio Dorado, celebró una misa en la parroquia de Nuestra Señora de la Palma, en Algeciras, por las víctimas.

"El problema fue en los barcos, en la refinería siempre hubo mucha seguridad", cuenta Juan Guerrero al lado de su esposa, Francisca Sánchez Núñez, que aún se emociona al recordar aquel día en que, como muchos otros campogibraltareños, notaron el ruido y el temblor de las explosiones.

"Un barco es como una casa, nunca se sabe lo que ha ocurrido dentro", explica el trabajador, ya jubilado, que hoy cuenta 68 años, con 35 de experiencia laboral en Cepsa, donde trabaja uno de sus hijos. Aquel suceso marcó su vida y nunca pudo volver a faenar en el pantalán. "Yo volví a mi puesto de trabajo pero al poco tiempo pedí que me cambiaran y me pasé a Lubrisur, a la cadena de montaje. Me dio igual ganar menos dinero", contó Guerrero.

El fatal accidente no afectó a la actividad habitual de la refinería porque funcionaron sus medidas de seguridad. Cepsa inició entonces una investigación sobre el accidente. El proceso judicial posterior, tras más de 10 años de actuaciones, concluyó con su archivo.

La mayor tragedia conocida hasta el momento en España por un accidente de este tipo provocó el desconcierto en la comarca. De ese día quedan el recuerdo de los fallecidos y la profesionalidad del personal que intervino.

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