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Provincia de Cádiz

El 'juicio del petardo' de Jerez acaba con testigos imputados por mentir

  • Fiscalía y acusación particular piden que se deduzca testimonio a dos jóvenes

El juez titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Jerez, Luis de Diego, recibió ayer la petición de que se inicien acciones legales para comprobar si mintieron de forma descarada varios testigos del juicio que ayer se celebró para saber quién le 'voló' el ojo a la joven Rocío Vázquez hace ya casi seis años en Los Albarizones durante una nochevieja. Esa fue justamente la petición del fiscal, a la cual se adhirió la abogada de oficio de la familia que ayer ejercitó con solvencia la acusación particular, Inmaculada Gilabert.

El caso colocó en el banquillo a dos hombres, padre e hijo, de nombres Manuel C y Francisco Javier C. Ambos se declararon inocentes antes de ser interrogados y no sin que antes su letrado, el conocido abogado Gregorio Gómez Revuelto, denunciara sin éxito una vulneración de derechos fundamentales en torno a las dilaciones indebidas (casi seis años) padecidas en el caso.

Los grandes protagonistas de la vista fueron algunos de los testigos, jóvenes que en su mayor parte eran menores de edad cuando acaecieron los hechos que causaron gravísimos daños a esta joven cocinera cuando estaba en la puerta de su casa. Dichos testigos se dedicaron a tirar por tierra todo cuanto dijeron en la comisaría y en los Juzgados. De los policías dijeron que "los presionaron" y de lo dicho en sede judicial arguyeron que "no recordaban" y que "había mucha polvareda". Cuando las excusas se suceden de esta forma las sospechas de que los testimonios pueden estar previamente 'pasteleados' se levantan en la sala.

Fue por ello por lo que el magistrado, Luis de Diego, con paciencia infinita hasta ese punto en el que hay que adoptar medidas, recordó a los testigos que debían decir la verdad y no mentir. Parece probable, que los testimonios en sala sean desechados y se adopten por buenos aquellos que prestaron con todas las garantías legales en los Juzgados. Y es que hubo tal coincidencia de expresiones que llegó a parecer que todo estaba preparado.

Rocío, la víctima, fue clara. En la puerta de su casa no pudo ver a la persona que le causó la evisceración de un ojo y graves daños en su rostro. Su hermana fue más afortunada pues, según dijo, vio venir "una bola de fuego" y se agachó. Ésta después impactó en el rostro de Rocío.

El padre acusado dijo que compró los cohetes en un kiosco de Lebrija, que cuando salieron a la calle los llevaban en las manos. Dijo que no encendió ninguno tras colocarlos en una barandilla de la plazoleta y que no lo hizo tras escuchar el escándalo que se originó al impactar el cohete contra Rocío.

Anecdótica, pero realmente importante, fue la solicitud que realizó el juez a los testigos para que diferenciaran entre petardos y cohetes, ya que según se vio hubo casos en los que se llamaba de una forma a un artefacto pirotécnico que no era la correcta.

Hubo quien aseguró que el padre vendió cohetes; otro testimonio señaló que en el lugar los agentes de la investigación encontraron una bolsa que contuvo los referidos cohetes, conocidos como del tipo 'trueno', unos cohetes que según la acusación particular necesitan de una manipulación cuidadosa.

Justamente lo contrario dijo el abogado defensor, que aludió a que por entonces la legislación no era tan precisa como ahora.

Al final, tanto el fiscal como la acusación particular mantuvieron sus solicitudes de pena de 2 años de cárcel para el hijo y 3 para el padre. El ministerio público solicita 60.000 euros de indemnización y la 'defensa' de los intereses de la víctima reclama 300.000 por daños morales, a los que habrá que unir el coste de la sanación de la víctima una vez que concluya.

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