A unas cuatro horas del 'voraz'

Si en Barbate están pendientes del regreso al caldero marroquí por la pesca de los preciados boquerones, en este mismo puerto y el vecino de Conil, son muchos los barcos que esperan ese regreso para la pesca del 'voraz', que es como familiarmente se denomina en esta parte costera andaluza a un pez muy parecido al besugo.

Esta especie, que comparte captura con el pez sable, es muy demandada por los restaurantes. Su pesca se produce mediante el palangre, un sedal grueso al que se unen unos anzuelos con la carnada, y que se sueltan a lo largo de varios centenares de metros a unas ocho millas frente a la costa marroquí.

Para llegar a esa zona de pesca, según ha relatado José Cantillo, patrón del pesquero Nuevo Río Salado, con base en Conil, se precisan unas cuatro horas de navegación para recorrer las 35 millas que separan el puerto conileño de la zona que tienen asignada de pesca. Su salida a la mar se prevé realizar de lunes a viernes sobre las 00:30 horas, para estar en el caladero sobre las 4:30 de la madrugada. Tras unas cinco horas de faena, precisan de otras cuatro horas para llegar con sus capturas al puerto de Conil. Una vez descargadas, tienen un corto espacio de tiempo para llegar a sus casas, ducharse y descansar un par de horas para retornar del nuevo al caladero.

La ventaja que tiene el acuerdo de pesca con Marruecos, es que los barcos no están sometidos a unos topes de pesca, y por tanto, si el día, o en este caso, la noche se da bien, pueden traer sus bodegas repletas de pescado fresco. Incluso, si quisieran podrían pescar hasta los fines de semana, algo que de momento no se plantean para que descanse el personal y esté en familia.

En el caso de la pesca de palangre, el importe de la licencia también va en consonancia con el tonelaje del barco, aunque suelen ser embarcaciones pequeñas, con tres o cuatro tripulantes. De media esperan abonar al trimestre unos 480 euros.

José Cantillo, que tiene como armador a su hermano Pedro, recuerda que cuando salieron de manera precipitada del caladero marroquí en diciembre de 2011, ya tenían pagado por adelantado un trimestre, un dinero que espera que ahora no se les cobre.