Un ex preso de Puerto III: "En los patios todo el mundo hablaba de las compraventas de permisos"

Un ex preso de Puerto III relató cómo funcionaba por dentro la prisión dos años antes de la investigación de la Guardia Civil

"Era el director el que decidía cómo te iban a tratar", aseguró

Cadena de favores

Protesta de familiares ante Puerto III durante la pandemia.
Protesta de familiares ante Puerto III durante la pandemia.
Pedro Ingelmo

24 de junio 2024 - 07:00

Cádiz/"El sistema penitenciario español es un desastre". Esta frase la podría decir cualquier director de prisiones, funcionario, preso o familiar de preso, pero quien la dice es Guillermo, un licenciado en Derecho que lo ha sufrido en primera persona. Guillermo cometió con 21 años un delito de tráfico. Atropelló a otro joven en una fiesta en Conil en 2008. La víctima sufrió algunas heridas de las que se pudo recuperar y Guillermo fue condenado por intento de asesinato. La habitual demora de la justicia hizo que Guillermo empezara a cumplir su condena seis años después cuando ya había encauzado su vida. Tenía trabajo, una novia con la que planeaba casarse y estaba terminando la carrera de Derecho. Su ingreso en Puerto 3 en 2014 dinamitó todo aquello. Perdió la novia, el trabajo y, durante su estancia en prisión, falleció su padre. Esto hizo que parte de su estancia en prisión lo hiciera bajo una profunda depresión. 

En 2022, cuando ya llevaba unos años fuera, había terminado la carrera y había encontrado un nuevo trabajo accedió a hablar con este medio para la elaboración del podcast Preso Pacheco, sobre la estancia del ex alcalde de Jerez en prisión. Pedro Pacheco había ayudado a Guillermo en sus estudios de Derecho. Guillermo explicó cómo era Puerto 3 por dentro y ahora aquel testimonio cobra actualidad ante los hechos que están saliendo a relucir tras la investigación de la Guardia Civil en el centro. 

Guillermo habló de los favoritismos en prisión: "En los patios todo el mundo hablaba de lo de la compra venta de permisos. Que no sé quién iba a quedar con fulanito y su madre le va a dar un sobre con unos miles de euros y a los pocos meses se iba a ir de tercer grado... Favoritismo muchísimo, de meter móviles, los que le caen en gracia comen pizza, en mi módulo había alcohol, burger king, pollo asado, que todo eso estaba prohibidísimo… Pues unos lo tenían y otros no".

Según él, era el director de la cárcel, Miguel Ángel Rodríguez, el que decidía cómo de vivible o invivible podía ser tu estancia en prisión: "Era el director el que decidía si te trataban mejor o peor porque si estás en el módulo de respeto bien, pero si te castigan en el módulo del escupitajo, como le llamaban al módulo 8, porque todo el mundo allí escupe en el suelo, te puedes ir preparando. Y allí puedes acabar por cualquier tontería. El módulo 8 era el del anti respeto. Allí es todo chillando , se te cuelan en las llamadas, en el economato, un ruido escandaloso. Allí no hay actividad ninguna. Consiste en pasar la mañana fuera, en el patio, que está lleno de basura, mendrugos de pan, gaviotas... Era como vivir en un estercolero".

También denunciaba la arbitrariedad en la junta de tratamiento: "Tú puedes entrar en prisión y a los tres meses te hacen la clasificación inicial. Lo suyo para delitos menores tendría que ser que estás tres meses, descubres que la vida no es de color rosa y te pasan al Centro de Inserción Social, pero eso sólo lo hacía el director con sus cuatro amiguetes. En contra de eso estaban muchos funcionarios y te lo comentaban. Cuando se hacía la votación en la junta de tratamiento había que votar que sí por cojones a éste porque lo decía el director y si no te puteaba. Eso se hace con los cuatro votos del equipo directivo por un lado y los cuatro votos del equipo técnico por el otro. El equipo técnico es el psicólogo, la trabajadora social, el jurista y el educador, que la trabajadora social me ha visto un día, la psicóloga después de cinco mil cartas que le escribí me vio un día, el educador no me vio nunca, tener una entrevista nunca, y el jurista tampoco me vio nunca. Te vota gente que ni siquieta ha mediado contigo dos palabras. Y si uno dice que no a lo que dice el director pues ya tiene problemas. En definitiva, en la junta de tratamiento serían ocho, pero se hacía lo que decía el director. No veas tú cómo te sientes cuando entra una persona con más condena que tú y a los tres días ves que se va de permiso y tú no. No veas lo que te entra por el cuerpo. Te subes por las paredes del chabolo".

La prisión, un problema sanitario de primer orden

Uno de los grandes problemas del sistema penitenciario tiene que ver con la atención sanitaria a la población reclusa. Familiares de presos se quejan de la escasa información sobre el estado de internos que en un porcentaje muy superior al resto de la población sufren enfermedades difíciles de sobrellevar en el encierro. A la cabeza de todas ellas están las enfermedades mentales agravadas por politoxicomanías. Nuestras prisiones tienen mucho de manicomios encubiertos. Según la Confederación de la Salud Mental de España, cuatro de cada diez reclusos tienen algún tipo de dolencia psíquica, lo que supone cinco veces más que la prevalencia en la sociedad. Otro problema es el cáncer. Las cárceles no están equipadas para que un enfermo oncológico pueda ser tratado, por lo que se utilizan los hospitales en continuas salidas extracarcelarias. Según el Informe de Instituciones Penitenciarias en 2022 hubo 2.456 ingresos en hospitales públicos de presos con una estancia de 14.846 días, lo que da una idea de la gravedad de estas dolencias. La mortandad en las cárceles es alta. En el último año del que hay registros, el 2021, murieron en las cárceles españolas 183 reclusos, pero es una cifra engañosa, ya que no se contabilizan los que mueren en los hospitales siendo presos. Uno de los últimos casos ha sido especialmente inexplicable. Se produjo en Puerto 3, que cuenta con tres médicos para una población reclusa que supera las 1.300 personas. Se trataba de un hombre de más de 60 años condenado a una leve pena por un delito de tráfico vial cometido hacía seis años. Era un enfermo de alto riesgo que los propios funcionarios entendían que no tenía que estar allí, sino en el CIS. Pero un desacertado informe del médico forense dio con sus huesos en la cárcel. "Las enfermedades que padece no constituyen una entidad clínica que tenga mal pronóstico a corto plazo ni que requiera cuidados hospitalarios frecuentes". Durante su breve estancia en prisión tuvo que ser hospitalizado en una ocasión y cuando le faltaban dos semanas para salir cayó fulminado. Un hombre enfermo y mayor entró en prisión e Instituciones Penitenciarias devolvió un cadáver.

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