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Entrevista | José Manuel Quintero

“La mayor discapacidad que existe es la mala actitud”

  • Deportista nato, una operación le dejó en silla de ruedas a los 13 años. A los 20, este joven chiclanero acumula campeonatos y aspira a participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020

Los niños de un colegio se arremolinan en las pistas del Estadio Municipal de Chiclana alrededor de un atleta. En el centro de este barullo, sobre una silla de ruedas, está José Manuel Quintero, veinte años y reciente campeón de España de atletismo. Les cuenta su historia de deportista, que comenzó casi desde su nacimiento, que se vio interrumpida dramáticamente a los 13 años por una operación en principio “fácil” que le dejó en silla de ruedas para el resto de su vida, y que recuperó gracias a un esfuerzo titánico que nadie adivinaría viendo su sonrisa franca y oyendo su hablar sereno. Los niños, al abandonar el Estadio se despiden de él: “¡Adiós, fiera!” le dicen. “¡Máquina”, le grita otro de los pertenecientes a esta especie de club de fans nacido de repente.

–¿Qué les has dicho a los chavales?

–Me han preguntado sobre el deporte, que qué me ha pasado. A los peques me gusta hacerles ver que todo es posible, que es cuestión de esfuerzo, y sacrificio y constancia. Porque de pequeños nos pensamos que todo es un mundo, que todo es difícil, que mira qué facilidad tienen otros, nos encerramos en quejarnos por todo. A mí me gusta mostrarles que tenemos que disfrutar, luchar por nuestros objetivos y que todo es posible. Hacerles ver que si yo en una silla de ruedas he sido capaz de estudiar, viajar con el deporte, tener grandes objetivos y cumplir mis sueños, ¿por qué no van a poder ellos? No soy ningún superhéroe.

–¿Pero tú consideras normal tu historia?

–Je, no, muy normal no es, desde luego. No es normal ni mi historia ni como la afronté. Como dice la frase, no es lo que te pase en la vida sino como lo afrontas. No es normal cómo asimilé el golpe a los 13 años.

–Entonces, sí hay algo especial en tu historia.

–La verdad es que estoy muy orgulloso de como supe reaccionar ante esa situación. A otra gente que está perfectamente tú les dices de un día para otro que van a estar todo lo que les queda de vida en una silla de ruedas y estoy seguro de que en muchos de los casos esa persona se hundiría y no solo él, sino también su familia y la gente de alrededor, como les pasó a mis padres, que tuvieron que afrontar que su hijo iba a estar en una silla de ruedas, o a mi hermana... Y que yo supiera afrontar ese golpe con 13 años... Soy una persona bastante positiva desde pequeño, ahora mucho más. Mi carácter se ha formado en base a una historia como la que he vivido.

–Ahora lo explicas así, muy serenamente, pero con trece años seguro que no reaccionaste igual.

–No, por supuesto que no, pero... es que fue... claro, no te he contado lo que me pasó ¿no?

–No, pero puedes contarlo ahora.

–Claro. Yo desde pequeño siempre he sido deportista. Me ha gustado siempre el deporte, porque soy una persona muy activa y lo necesitaba. A los 13 haciendo abdominales en el colegio me hice daño en la espalda. Fui al médico y me mandaron una resonancia para descartar una lesión deportiva. Y de casualidad vieron una manchita. Dijeron que podría ser un ependimoma, un tumor benigno que no me estaba afectando, pero que lo mejor era operarlo. Y bueno, de decirme que era una operación sencilla, que todo iba a salir perfecto, la cosa pasó a decirme en la UCI después de la operación: “Si en 72 horas no has vuelto a mover las piernas, estás en silla de ruedas para toda tu vida”. Al principio no me afectó tanto, ¿quién se lo va a creer? Pero pasan los días, los meses y no mueves las piernas, y te das cuenta de que aquellas palabras que te dijeron eran verdad, y llega el mayor bajón, que sí te vas a quedar en silla.

–Después de ese bajón, ¿hay un momento en el que te dices “de esta salgo”?

–Mira, lo peor sin duda fue volver a casa. Porque claro tú estás en el hospital y te crees que va a salir adelante... pero cuando volví tras el alta, después de que en el hospital para lesionados medulares de Toledo me dijeron, tras un largo año, hasta aquí podemos hacer... ese es el momento más duro. Lo pasé muy mal. Porque es cuando choca tu vida de antes con la de ahora, es cuando te enfrentas a tu casa, tu ciudad, a tu vida de antes, pero en una situación totalmente diferente, y sabes que lo que antes era fácil ahora será muy complicado. No quería ir al colegio, no quería hacer deporte, no quería hacer nada, ni salir... parecía que el mundo se me caía encima. Hasta que, con ayuda de mis padres, decidí que iba a salir a comerme el mundo. Con mucho esfuerzo, aquí estoy, compitiendo a nivel internacional, llevando una vida totalmente plena, soy muy feliz, he sacado mis estudios adelante...

–¿Para eso el deporte fue fundamental?

–Es lo que me dio esa chispita que yo necesitaba. Siempre digo que el deporte fue mi mejor medicina. Desde pequeño era deportista, y cuando te quedas en silla de ruedas... Yo era nadador y lo pasé muy mal. Cuando me dijeron en Toledo que iba a entrar en el agua, la noche antes yo estaba supercontento, pensando que iba a volver a mi medio, a mi deporte... Pero cuando entré en la piscina vi que las piernas se me hundían, que no era dueño de mi cuerpo como antes, que no podía nadar... fue un momento muy traumático. De los peores que he pasado. Porque pensaba que lo que tanto me llenaba desde los cinco años no podría volver a hacerlo.

–¿Cómo se supera eso?

–Probé otros deportes, algo que me devolviera la sonrisa y me hiciera feliz. No lo encontraba, a mí lo que me llenaba era la natación. Y ahí estuvieron mis padres muy encima, mi hermana, insistiendo. Psicológicamente rechazaba volver a la piscina de Chiclana y empecé en otras, en San Fernando, en Cádiz. Fue muy duro. Yo entrenaba antes a lo mejor antes mil metros por sesión, y ahora no era capaz de hacer 25 metros sin llegar a la pared exhausto. Ahí fue el momento de tirar de cabeza y de repetirme “vamos, vamos”. Ahora entreno tres mil metros mínimo al día. Así que todo es cuestión de actitud. Y así fue como el deporte me devolvió la sonrisa.

–Y ya no piensas en si las piernas se te hunden...

–Ya esas cosas las omito, no puedes quedarte mirando al pasado. Tienes que fijarte en lo que tienes ahora, en lo que puedes hacer, y a eso sacarle el jugo. Y sacar el cien por cien a tu vida. Es más, cuando miro atrás no lo hago para pensar en lo que he perdido, sino para ver donde estaba, el momento que estaba viviendo y cómo he sabido salir adelante, y ser quien soy hoy. A mí me da fuerza mirar al pasado. Y pensar en el futuro cercano: competir en los Juegos Paralímpicos del próximo verano de 2020.

–¿Qué posibilidades tienes de estar en esos Juegos?

–En Triatlón, para obtener la plaza segura tienes que ser de los diez primeros del mundo. Puede que entre más gente, pero mi objetivo es estar entre esos diez, porque yo quiero tener mi plaza asegurada. Actualmentes estoy en el puesto 17, y eso que estos años ha sido muy complicado compaginar mis estudios (dirección y administración de empresas en Cádiz). Este año he dado un parón en la universidad, me estoy formando en inglés, y estoy dedicando más tiempo al deporte por ese gran sueño de llegar a Tokio.

–Ese es tu futuro cercano, pero ¿qué quieres hacer con tu vida?

–Yo soy una persona que desde pequeño he sido de ponerse objetivos. Pero... también he aprendido, con lo que me ha pasado, que no merece la pena perder el tiempo en planificar tu vida porque nunca sabes lo que puede pasar. Y de eso me di cuenta cuando me quedé en silla de ruedas, porque yo tenía un objetivo profesional totalmente diferente del que tengo hoy. Entonces, aunque planifico, quién sabe lo que puede pasar en un mes. Actualmente, dedicarme al deporte y formarme a nivel académico lo máximo.

–¿Te parece que ahora eres un modelo?

–La verdad es que sí. Me llena a nivel personal ayudar tanto a personas que no tienen discapacidad como a las que están pasando por una situación parecida a la mía. Al fin y al cabo la mayor discapacidad que puede existir es una mala actitud. Hay gente que está perfecta, pero de coco se hunde, piensa que todo va en su contra y al final no tira palante. A mí me gusta mostrarles que no pueden hundirse en la queja, el lamento de lo que no tengo. No.

–¿Crees que está conseguida la integración del discapacitado?

–La verdad es que hemos avanzado mucho. Este verano hará siete años que me quedé en silla de ruedas, y he visto que hay progresos, en el tema de la accesibilidad, en valorar el deporte adaptado cada vez en mayor igualdad de condiciones con el dconvencional. Pero queda mucho camino. Yo he vivido situaciones de, por ejemplo, en la universidad pedir una beca deportiva y no querer recogerme los papeles porque no se creía que yo fuese campeón de España. No tenemos la misma repercusión en medios, no se nos da el mismo valor. Cuando ves una persona en silla de ruedas, piensas en una persona enferma, que está mal y no tiene porqué. Yo tengo una lesión medular, no estoy enfermo. Tengo una forma diferente de hacer las cosas, pero puedo hacerlas igual que una persona que no tenga ninguna “discapacidad”. Cada uno está discapacitado en algunos ámbitos.

–¿Te sientes identificado con ese término, ‘discapacitado’?

–Mira, a mí realmente no me importan mucho las palabras, que si discapacitado que si minusválido... A mí me da igual como me llamen. De qué me vale como me llames si después me estás tratando diferente. Yo no soy de los que me fijo en el significado de las palabras. No tiene una importancia tan relevante como hacer que las cosas cambien, y eso intento por mis redes sociales, que la gente vea que una persona con una discapacidad es totalmente válida o capaz de ser deportista, llevar una vida totalmente plena, que no somos bichos raros.

–¿Algunas veces sueñas que andas?

–Sí, sí, claro, a veces sueño que camino. Creo que le pasa a mucha gente. En verdad, nosotros no nos fijamos tanto en la silla. Para mí es como unos zapatos para ti. Es mi forma de desplazarme y ya está. A veces sueño que ando, sí. Yo y mucha gente. Eso es muy típico. Y los ciegos sueñan que ven. Yo tengo un amigo que tiene una novia que va en silla y sueña con que su novia anda.

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