Ecologistas volverán a solicitar por escrito reinundar las marismas de Los Prados en Sanlúcar
La Comunidad de Regantes Monte Algaida apunta, sin embargo, que la medida afectaría a parcelas en uso
Ecologistas en Acción reclama la reinundación de las marismas del Guadalquivir

Dentro de ese gran horror que fue el pasado, vamos a situarnos en el eufemismo que rodeaba al término “tierras fértiles”: tierras, a menudo, pantanosas o en la linde de los ríos, que se caracterizaban por ser el reino de nuestro enemigo ancestral –el mosquito–. Las marismas del Bajo Guadalquivir no han sido ajenas al proceso de control al que hemos sometido a estas zonas a lo largo de los siglos. Si las 50.000 hectáreas actuales nos parecen muchas, en su estado primigenio llegaban a las 300.000. En el camino, un proceso secular de deforestación y, sobre todo, la cruzada que se llevó a cabo en el siglo XIX contra el paludismo, a base de desecar zonas pantanosas y convertirlas en tierras de cultivo.
En el entorno de Doñana, a las zonas de regadío les seguirían los arrozales, sin contar con la cantidad de actuaciones e infraestructuras que se han ido construyendo para dominar el cauce del Guadalquivir y sus caños.
Las marismas, sin embargo, no siempre se pueden controlar. Por ejemplo, parte de los terrenos cedidos a la Junta en su proyecto para recuperar la funcionalidad de las marimas de Trebujena no tenían viabilidad como tierra de cultivo, debido a la alta salinidad. Dentro de este baile de flujos y reflujos entra también la propuesta de Ecologistas en Acción de reinundar las marismas de Los Prados, como solución de evacuación al agua que llega a acumularse en la Colonia agrícola de Monte Algaida, en Sanlúcar.
Una propuesta que desde la plataforma ecologista ya han sugerido en tres ocasiones y que, aseguran, volverán a socilitar por escrito “a todas las partes implicadas, incluida la Comunidad de Regantes”. Las partes implicadas, como ocurre en tantos casos, no son pocas: no sólo estarían los regantes, sino también el Ayuntamiento de Sanlúcar, la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta, o incluso el MITECO, si estamos hablando de aumentar el Espacio Natural de Doñana.
"Las continuas lluvias –explicaban los ecologistas– provocan el desbordamiento del caño de Martín Ruiz, donde éste desemboca en la zona conocida de la compuerta del término de Trebujena. Debido a las aguas que desaguan en la Colonia de Monte Algaida, más los diferentes canales existentes de desagüe de las marismas, ocasiona un retardo en la evacuación de las aguas". Por este motivo, “el vaciado de estos caños se ralentiza, provocando importantes inundaciones y por tanto –aunque admiten no tener datos oficiales–una pérdida económica para la zona hortofrutícola de la Algaida”.
Desde la Comunidad de Regantes Monte Algaida, sin embargo, apuntan que en el proceso de llenado y desagüe que se practica regularmente en la zona, las marimas se inundan en el momento en que ellos achican en el caño Martín Ruiz, llegando luego a toda la balsa: "Sólo desagua entonces con la bajamar", señala su presidente, Antonio Lara. "En el momento en que llueve mucho y el nivel del río sube -explica-, cerramos y bombeamos con bombas de achique".
Los regantes, por tanto, no terminan de verle sentido a la iniciativa sobre todo, porque afectaría a "parcelas que están en uso". Unos terrenos que ya se ven afectados con el proceso actual, que es "puntual y controlado".
LA JUNTA COMO POSIBILIDAD
“La zona que se encuentra junto al pinar de la Algaida tiene una concesión (desconocemos los años de explotación) y la que se encuentra al otro lado del caño de Martín Ruiz tiene propietarios –reconocen desde Ecologistas en Acción–. Es por ello que las cuantías económicas podrían ascender si se considera la compra de los mismos, realizando luego la Junta una concesión de explotación”. La función de la zona en cuestión está descrita como de cultivo extensivo de cereales o de barbecho.
Lo cierto es que existe una Memoria del Plan de Ordenación de la Costa Noroeste, fechada en 2011, que pone por escrito la necesidad de ordenar el complejo productivo de la agricultura y poner en valor los espacios marismeños y proteger el litoral.
El mismo texto apuntaba ya hace casi quince años que buena parte de las marismas de la zona habían permanecido sin uso definido, excepto las situadas en las proximidades de Monte Algaida, que habían continuado su conversión a uso agrícola, y las marismas vinculadas a la industria salinera.
Así, la actividad agraria en la Costa Noroeste se dividía en zonas dedicadas al secano o de regadío extensivo; y zonas dedicadas a intensivos, situándose los principales problemas de ordenación –invernaderos, proliferación de viviendas agrarias y de segundas residencias y una densa red de caminos e infraestructuras vinculadas al regadío– en el Monte Algaida, según explicaba el documento.
El plan, en general, contemplaba recuperar el espacio que tuvieron las marismas antes de su desecación, restableciendo el ciclo y la influencia de las mareas; pudiendo contemplarse diversas propuestas de inundación.
Satisfacción por la intervención en Trebujena
Desde Ecologistas en Acción consideran “muy acertadas” las actuaciones de recuperación de marismas en el Bajo Guadalquivir llevadas a cabo por la Junta: “Primero, por su valor natural y segundo por abrir un abanico de posibilidades de cara al turismo ornitológico, un recurso económico que se disfruta todo el año sin grandes aglomeraciones”. Los ecologistas recuerdan que la provincia gaditana había sido la gran olvidada en lo que se refiere a recuperación de espacios naturales.“Las marismas –añaden, sin embargo– se expanden hasta la desembocadura del Guadalquivir, por lo que la apuesta en la restauración de estos humedales, dentro de la provincia de Cádiz, debe de continuar. Lo urgente es la ampliación de más espacios naturales protegidos en coexistencia con los sectores económicos de las zonas”.