“El deterioro de la sanidad pública pone vidas en juego”
Antonio Maíllo | Coordinador general de Izquierda Unida
El dirigente cordobés advierte que “un año en política es como siete en la vida real: esto te devora”, por lo que pide responsabilidades “cortas en el tiempo”
Antonio Maíllo es coordinador general de Izquierda Unida. Tras superar una grave enfermedad, que le obligó a alejarse de la primera línea política y recuperar su actividad docente, ha vuelto con más fuerza. Esta semana concedió una entrevista al Grupo Joly en la que repasó temas candentes.
Pregunta.–Aunque es cordobés siempre ha tenido mucha vinculación con Cádiz, con Sanlúcar sobre todo, donde tuvo su primer destino como docente y llegó a ser concejal. ¿Alguna vez le da por sentir nostalgia de aquello?
Respuesta.–Viví una etapa de mucha formación y aprendizaje en Sanlúcar. En una sociedad de profunda desigualdad me llevó a tomar más conciencia, si cabe, del compromiso político. Tengo los mejores recuerdos de aquellos años.
P.–¿Se podía imaginar cuando empezó como concejal de Izquierda Unida que llegaría a ser coordinador general?
R.–Para nada. Ni eran mis pretensiones. Ser coordinador federal de Izquierda Unida ha sido una cosa muy accidental. Tampoco pensaba estar con un escenario tan complicado como el que hay ahora mismo.
P.–Debe ser duro físicamente el trabajo de político en un momento como el actual. ¿Cómo le afecta?
R.–Afecta. Física y emocionalmente. Y hay que gestionarlo muy bien, porque de lo contrario te devora. Siempre he tenido la conciencia de que las responsabilidades públicas deben ser cortas en el tiempo. Porque si uno quiere dar lo mejor de sí, no puede estar mucho tiempo. Y si estás mucho tiempo, no estás dando lo mejor de ti. Digamos que en los tiempos políticos de ahora, el año político es como la vida de los perros: siete años por año humano.
P.–Si me permite que se lo diga, suena terrorífico.
R.–Ya, pero en esas estamos. Son años de profunda intensidad, con una sociedad muy crispada y una especie de virus que se ha inoculado de tensión añadida. Me preocupa mucho la ruptura de valores como el respeto fundamental a la diferencia, que se están quebrando.
P.–¿Teme que los sucesos de Torre Pacheco se puedan extender como un virus?
R.–Si es por la voluntad de la extrema derecha, seguro; va a intentar construir muchos Torres Pachecos en España. La extrema derecha tiene un plan, que es inocular el odio al migrante como parte de su pegamento a sentimientos de frustración que hay en algunos sectores de la sociedad española. Y forma parte, además, de una internacional autoritaria y reaccionaria que funciona de manera similar en muchos países. Me preocupa mucho la ambigüedad que está teniendo el Partido Popular con respecto a este tipo de fenómenos. No puedes condenar la violencia y decir que es un enfrentamiento entre dos partes cuando lo que hay es gente que ha ido, por cierto, de fuera de Torre Pacheco, expresamente a generar conflicto a partir de un incidente que no hubiera ido a mayores. La migración en España es un proceso que no solo enriquece nuestra sociedad sino que hace falta debido al envejecimiento de la propia sociedad.
P.–Regresemos a Madrid. ¿Percibe alguna grieta en Sumar? Hay quien aventura que quizás Izquierda Unida podría acercarse más a Podemos y que Sumar está perdiendo fuerza como ordenador federal. ¿Tiene esa sensación?
R.–Izquierda Unida no va a elegir entre nadie en el espacio de la izquierda. Pensamos que tiene que haber una reorganización para conseguir dos objetivos: uno, elaborar un proyecto político y de sociedad y de país digno de tal nombre. Eso solamente se puede hacer desde una cobertura y participación de muchos sectores, incluso fuera de organizaciones políticas. Y dos, tener alguna posibilidad de poder seguir influyendo en el futuro de nuestro país en una clave de izquierda. Tenemos que construir una esperanza frente a quienes quieren instalar el miedo en la sociedad y sobre ese fin es sobre el que se instala Izquierda Unida.
“La corrupción corroe la democracia y alimenta a los falsos salvadores del sistema”
P.–¿Cree en el hiperliderazgo imperante en la mayoría de los partidos?
R.–No creo que sea una fórmula única. Es decir, los líderes son muy importantes. Pero si tú vinculas un proyecto a un líder, ese proyecto se desvanece cuando el líder también se desvanece. Y vivimos unos tiempos en los que se agotan rápidamente los liderazgos.
P.–Decía antes que lo que agota es el tiempo en política. Sin embargo, hay líderes, como usted dice, que se aferran al poder como un acróbata a su trapecio.
R.–Tremendo. Eso es tremendo.
P.–Parece una adicción.
R.–Más que adicción yo le puedo decir que es una carencia.
P.–¿Afectiva o qué?
R.–No le pongo adjetivos. Es decir, creo que cuando una persona piensa que su ser o su personalidad tiene que estar vinculada a un cargo político, a un cargo que le eleve, ahí hay una carencia. La vida es mucho más rica y las personalidades más ricas como para no estar dependiendo de la política. Me parece fundamental que la gente no se eternice con responsabilidades.
P.–¿En el seno de Sumar hay voces que estarían a favor de un adelanto electoral?
R.–No las he escuchado, al contrario. Hay, no ya en ese espacio, sino en todas las organizaciones que apoyamos el bloque de investidura, estén o no en el gobierno –excepto una–, una conciencia de que este gobierno tiene que continuar si no hay nada que lo impida. Y seguir haciendo reformas estructurales que sean irreversibles, es decir, que independientemente de quién venga a gobernar, ya no se vuelva atrás. España tiene que resolver el modelo de seguir siendo una esperanza democrática frente al avance del gobierno autoritario. En todos los países de la Unión Europea, excepto en España y en alguno otro más de menor dimensión, la extrema derecha o es primera fuerza o es segunda fuerza. El gobierno de España representa ahora mismo una construcción de esperanza democrática para muchos europeos que están bajo gobiernos autoritarios o de derecha.
P.–¿No le parece una pena que muchos de esos avances queden empañados por casos de corrupción?
R.–Sin lugar a dudas. La corrupción corroe todo lo que toca. Tendríamos que estar hablando del problema de la vivienda y de resolver una emergencia social en nuestro país. La corrupción corroe la democracia. Hace desconfiar de las instituciones. Hace desconfiar de la propia sociedad. Y es el caldo de cultivo para quienes se erigen o se quieren erigir en salvadores del sistema. Por eso lo importante es qué hacer cuando te las encuentras. Puedes tapar o proteger al corrupto o desembarcarlo y actuar contra él.
“La extrema derecha tiene un plan para inocular odio al migrante”
P.–En clave andaluza, ¿qué escenario dibuja para las próximas autonómicas?
R.–A lo que aspira Izquierda Unida es a ser una alternativa de gobierno que desaloje al Partido Popular y sus políticas de la Junta de Andalucía. Cuando hablo de sus políticas es porque Moreno Bonilla ha traído, vamos a llamarlo así, la gran privatización, que es un proyecto estratégico de desmantelamiento de la sanidad y la educación públicas, especialmente en favor de la iniciativa privada. Y por tanto, combatir esas políticas es crucial. Sobre todo el deterioro de la sanidad pública, que es el gran talón de Aquiles del Partido Popular y nosotros queremos cambiar. Hay una gran movilización en Andalucía con respecto a la sanidad. El índice de insatisfacción por el deterioro de la sanidad, de la atención primaria, de pruebas clínicas que se retrasan, es enorme. Hay 400.000 enfermos oncológicos en espera de pruebas. Estamos hablando de vidas en juego, lo digo por propia experiencia. Ese deterioro debe ser el centro del debate político en Andalucía.
P.–Volviendo a la etapa en que gobernaban con Susana Díaz, ¿en algún momento se han arrepentido de aquella decisión de plantear a las bases si debían continuar en el pacto con el PSOE?
R.–Susana Díaz expulsó a Izquierda Unida del gobierno. Eso es así. Creo que fue el inicio del fin de Susana Díaz como referente política, porque fue un proceso posterior de decadencia. Pienso que le molestaba Izquierda Unida en el gobierno porque, de alguna forma, el PSOE era el partido que había gobernado toda la autonomía andaluza. Y nosotros éramos percibidos como intrusos que no concebíamos determinadas prácticas que ellos hacían. Yo creo que no se trata de arrepentirse o no, sino de hacer una reflexión colectiva de que aquel momento se hizo de una lectura del momento político en el que pesó mucho otro antecedente, que es el de los 90, cuando tuvimos oportunidad de gobernar y no lo hicimos. Eso provocó la mayoría absoluta de Chaves durante un periodo muy extenso. Ese antecedente histórico condicionó la decisión que se tomó, asumiendo que iba a ser una situación muy complicada. Nos arremangamos y respondimos a una demanda social que exigía que algo cambiara dentro del gobierno. ¿Lo conseguimos? En algunas cosas sí. ¿Qué contradicciones tuvimos? Una Susana Díaz que creo que leyó el momento político en clave de que Izquierda Unida no formaba parte de su proyecto estratégico si quería acceder a la política nacional. Creo que se equivocó, sinceramente, y se demostró después. Y a nosotros, en un contexto donde surgieron otras fuerzas políticas, por poco se nos lleva por delante.
P.–Podríamos decir que fue el padre de Adelante Andalucía junto a Teresa Rodríguez. ¿En algún momento se sintió traicionado por ella?
R.–Sentí que no se jugó limpio. Porque había que ir a un proyecto que trascendiera las propias organizaciones, con una voluntad generosa. Y nosotros la tuvimos. Era 2018, el año del Mee Too, y la necesidad de que también hubiera una referencia femenina como candidata, que nunca había habido en la historia de este espacio de la izquierda, era clara. Pero había quienes hablaban de una cosa y después estaban pensando en otra. Nos superó su tentación del miedo a ser un proyecto de mayoría. Hay gente que se siente más cómoda siendo minoría. Esa cultura política es la que condicionó decisiones posteriores.
P.–La enfermedad que sufrió le hizo apartarse de la política, ¿le ayudó para poder ver el bosque desde fuera?
R.–Me ayudó mucho ese parón dedicado a la docencia. Me ha ayudado mucho a gestionar esto emocional y políticamente.
P.–¿De qué manera?
R.–Pues porque esto es una vorágine que te devora si no tomas conciencia y distancia. Tomar distancia y relativizar todo es fundamental para sobrevivir. En la política hay muy pocos matices. Entre otras cosas porque así te lo exigen. Si introduces matices, complejizas el pensamiento, la gente deja de escucharte. Pero la sociedad y la realidad es de muchos matices. Y la vida real es una vida mucho más compleja, con la gente que es diversa que se encuentra y que negocia y que dialoga y que trabaja junta. Y llevar eso a la política creo que es muy importante. Ahora mismo en la política hay una exasperación mucho mayor que la que puede haber en la vida. Pero también hay una clave territorial. En Madrid hay mucha más exasperación que en el resto de España. El debate político en el resto del país es diferente al de Madrid. En Madrid es absolutamente tóxico.
P.–Me han soplado que para relajarse le gusta leer los clásicos en latín antiguo y en griego...
R.–Bueno, soy profesor de latín antiguo, tampoco tiene mucho mérito. Mire, los clásicos tienen una ventaja. Que cuando lees te sales del tiempo que vives, pero no te sales del todo, porque plantea dilemas permanentes en la condición humana. Y a mí me sosiega mucho alejarme de la coyuntura. También los clásicos te dan la perspectiva de que el aquí y ahora que vives es un instante. Que en comparación con la evolución humana es una gota de agua en un mar. Y esa perspectiva de permanente elección de humildad es la que nos debemos dar. La literatura salva. Yo animo a la gente a que lea.
P.–¿Cuáles son los objetivos de IU en Cádiz?
R.–Queremos recuperar alcaldías que hemos perdido. Que además forma parte también de la lógica, ¿no? De agotamiento de proyectos políticos, renovación... Tenemos el caso de Sanlúcar, que después de muchos años la hemos recuperado. Creo que uno de los grandes déficit del debate político español, que además no lo hace bien, es la ausencia del debate local, de la financiación local y de atención a ayuntamientos que forman parte de la atención cotidiana a la sociedad. No se habla del debate de la financiación. Nosotros somos defensores de una renovación del modelo de financiación local. Y en la proyección de 2027 tenemos vertida mucha esperanza en aumentar el mapa local en un contexto complicado.
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